miércoles, 25 de abril de 2018

Día del ADN.

Todos alguna vez hemos visto la estructura molecular que se usa para representar gráficamente el ácido desoxirribonucleico (ADN). El ADN es el elemento principal de la genética de los organismos, es el componente químico primario de los cromosomas. Es decir, la función del ADN es contener la información genética hereditaria de la célula. Simplemente hermosa, el ADN es una molécula gigante en forma de doble hélice, constituida por unidades llamadas nucleótidos. A su vez, cada nucleótido está formado por tres partes: un fosfato, el azúcar desoxirribosa y una de cuatro moléculas conocidas como bases nitrogenadas. Estas últimas se dividen en dos grupos: las bases púricas (adenina y guanina) y las pirimídicas (timina y citosina).

Cada 25 de Abril, se celebra el Día del ADN, en conmemoración a la fecha de publicación del artículo en el que el biólogo James Watson y el físico Francis Crick presentaron el modelo de la estructura en doble hélice del ADN.


Este descubrimiento no era para nada irrelevante, pues les ganó la distinción del Premio Nobel para ambos científicos, en
el artículo denominado “Molecular Structure of Nucleic Acids: A Structure for Deoxyribose Nucleic Acid”, publicado el 25 de abril de 1953 en la prestigiosa revista Nature, se formularon en tan solo dos páginas los principios de almacenamiento y transmisión de la información hereditaria. 


"Deseamos sugerir una estructura para la sal del ácido desoxirribonucleico (ADN).Esta estructura posee nuevas características que son de considerable interés biológico", narra la introducción del artículo publicado hace 63 años.


El hallazgo de la belleza del codigo genetico. 

El anuncio de Peter Pauling cayó como un jarro de agua fría en el Cavendish Laboratory de Cambridge en diciembre de 1952. Si al abrir la boca hubiesen brotado rayos de su garganta es difícil que el pasmo de las personas que lo escuchaban fuera mayor. Tras un intenso estudio, su padre, el prestigioso químico Linus Pauling, al fin había logrado uno de los grandes retos de la ciencia del siglo XX: desentrañar la estructura del ADN. Peter había recibido una carta en la que su progenitor le adelantaba el hallazgo sin dar más detalles ni concretar su modelo. Excitado por la noticia, sin embargo, no pudo callarse la gesta de su padre y la noticia corrió como la pólvora.


En Cavendish trabajaban dos jóvenes investigadores que recibieron el anuncio como un puñetazo en el estómago: James Dewey Watson y Francis Harry Compton Crick. Durante meses la pareja de científicos se había quemado las pestañas a la caza de ese mismo objetivo: descubrir la estructura del ADN. Sobre la mesa tenían ya ideas interesantes, pero les faltaba aún formular un modelo válido. Y sin embargo todo ese esfuerzo se evaporaba ahora en un instante, el que tardaba Peter en dar cuenta del gran logro que había alcanzado su progenitor.

Poco después, en enero de 1953, Peter recibía sin embargo otro mensaje de su padre. Su valor era incluso mayor que la carta de unas semanas antes. En su nuevo correo, Linus Pauling adjuntaba a su hijo una copia del informe que planteaba publicar en breve sobre la estructura del ADN. Quizás apiadado por la evidente frustración de Watson y Crick, Peter decidió compartir el boceto con ellos. La sorpresa que se llevó la pareja al ojearlo fue incluso mayor que la que había recibido semanas antes.

La falsa triple hélice de Pauling.

El modelo que Pauling formulaba era una hélice triple, con tres hebras de cadenas de ADN enrolladas entre sí. Gracias a su labor en ese mismo campo de investigación, Watson y Crick sabían sin embargo que aquello no encajaba con los datos de los que disponían. La conclusión: Pauling se había equivocado a la hora de formular su propuesta.

El modelo de Pauling podía ser erróneo, pero confirmaba a la pareja de científicos de Cavendish que lo de hallar la estructura del ADN era una carrera a contrarreloj. Y el lugar en el que estaban dando grandes zancadas era el King's College, donde el equipo de Rosalind Franklin y Maurice Wilkins -equipo sobre el papel, en la práctica la relación entre ambos no era buena- había logrado importantes avances.

Días después de que Peter Pauling le mostrase la copia del informe de su padre, Watson viajó a Londres para enseñarsela a su amigo del King's College, Wilkins. Al verla el científico coincidió con su colega de Cambridge y quizás para demostrarle hasta qué punto estaban tras la pista correcta le enseñó una de las imágenes más importantes de la historia de la ciencia: la “Fotografía 51”.

Fotografía 51.

¿Qué era la “Fotografía 51”? Una de las imágenes sin las que no se puede entender los avances en la biología en el siglo XX. Y también el epicentro de uno de los episodios más tristes -aunque lo más correcto es decir lamentables- en los anales de la ciencia moderna.

Para comprender bien su valor hace falta dar un pequeño salto en el tiempo, a 1951, cuando Rosalind Franklin, una química brillante, se incorpora al King´s College tras una estancia de varios años en París. En la capital gala la joven científica -de 31 años- se había familiarizado con la difracción de rayos X, técnica que le vendría a las mil maravillas para la labor que se le había encomendado en el laboratorio londinense: investigar la estructura del ADN.

Con la ayuda de un estudiante de doctorado, Raymond Gosling, y aplicando la difracción de rayos X, en mayo de 1952 Rosalind obtuvo una imagen de un valor trascendental: en ella se apreciaba de forma nítida la estructura helicoidal del ADN. Su trabajo superaba con creces lo que había logrado William Astbury años antes. Una de las personas que supo de ese logro fue Wilkins, compañero de Rosalind en el King's College y centrado también en el estudio del ADN.

Esa imagen, la bautizada como “Fotografía 51”, era la que Wilkins mostraba a comienzos de 1953 -se dice que en febrero- a un Watson aún alterado por el susto que le había dado Pauling. El problema es que Wilkins no tenía permiso de Franklin para compartir aquel material. Es más, la química ni siquiera era consciente de que su compañero estaba aireando su trabajo. Como el propio Watson recordaría años después, la “revelación” de la foto lograda con difracción de rayos X le aceleró el pulso y resecó la boca. ¡La pista que tanto tiempo lleva buscando para su modelo del ADN estaba allí, delante de sus narices!

Aquella carrera frenética que había iniciado Pauling con la carta que envió en diciembre de 1952 finalizó el 25 de abril de 1953. Un día como hoy de hace 65 años la prestigiosa revista Nature salía rumbo a los quioscos, universidades y bibliotecas con tres artículos históricos. Uno lo firmaban Franklin y Gosling y exponía los datos que se extraían de las imágenes que habían tomado con la difracción de rayos X.

                  

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