Por primera vez, investigadores chinos han conseguido traer al mundo a unos monos diseñados «a la carta», con unas modificaciones específicas en sus genes que permitirán estudiar enfermedades humanas en modelos primates, mucho más parecidos a nosotros y, por lo tanto, más fiables y realistas que los ratones que se utilizan habitualmente.
El procedimiento para modificar el ADN a voluntad, denominado CRISPR, imita el modo en el que las bacterias localizan y cortan secuencias genéticas para protegerse a sí mismas de los virus y fortalecerse. Feng Zhang, un joven científico de solo 32 años, y su equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge (EE.UU.), demostró en 2013 que esta técnica, barata, fácil y precisa, funciona en células eucariotas, lo que confirmaba su potencial para modificar los genomas de ratones, ratas y primates y ayudar así a la investigación de enfermedades humanas.
Utilizando el CRISPR, genetistas del Centro de Investigación de Modelos Animales de la Universidad de Nanjing en China crearon un par de macacos cangrejeros (Macaca fascicularis) gemelos con dos mutaciones elegidas. Los investigadores ya habían conseguido modificar el genoma de ratones y ratas, pero hasta ahora no se había logrado en primates.
Según explican en la revista Cell, los científicos intentaron modificar tres genes distintos en quince embriones de macaco. Después de secuenciar el ADN, encontraron que ocho de ellos mostraban evidencias de mutaciones simultáneas en dos de los genes escogidos. Entonces, transfirieron los embriones modificados a las hembras. Solo se produjo un nacimiento, el de una pareja de gemelos con mutaciones en dos genes: Ppar-γ, que ayuda a regular el metabolismo, y Rag1, implicado en el sistema inmune. La alteración de la información genética en esos lugares específicos no produjo otros efectos inesperados en los monos.
Los investigadores creen que su técnica, no exenta de polémica al trabajar con primates, puede servir para desarrollar modelos animales más fiables que los ratones, con el objetivo de estudiar enfermedades genéticas y desarrollar nuevos fármacos y tratamientos. Este es un primer paso, pero todavía queda demostrar que la técnica es realmente útil y que el uso de primates, que se reproducen mucho más despacio que los ratones, puede ser efectivo en laboratorio.
El procedimiento para modificar el ADN a voluntad, denominado CRISPR, imita el modo en el que las bacterias localizan y cortan secuencias genéticas para protegerse a sí mismas de los virus y fortalecerse. Feng Zhang, un joven científico de solo 32 años, y su equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge (EE.UU.), demostró en 2013 que esta técnica, barata, fácil y precisa, funciona en células eucariotas, lo que confirmaba su potencial para modificar los genomas de ratones, ratas y primates y ayudar así a la investigación de enfermedades humanas.
Utilizando el CRISPR, genetistas del Centro de Investigación de Modelos Animales de la Universidad de Nanjing en China crearon un par de macacos cangrejeros (Macaca fascicularis) gemelos con dos mutaciones elegidas. Los investigadores ya habían conseguido modificar el genoma de ratones y ratas, pero hasta ahora no se había logrado en primates.
Según explican en la revista Cell, los científicos intentaron modificar tres genes distintos en quince embriones de macaco. Después de secuenciar el ADN, encontraron que ocho de ellos mostraban evidencias de mutaciones simultáneas en dos de los genes escogidos. Entonces, transfirieron los embriones modificados a las hembras. Solo se produjo un nacimiento, el de una pareja de gemelos con mutaciones en dos genes: Ppar-γ, que ayuda a regular el metabolismo, y Rag1, implicado en el sistema inmune. La alteración de la información genética en esos lugares específicos no produjo otros efectos inesperados en los monos.
Los investigadores creen que su técnica, no exenta de polémica al trabajar con primates, puede servir para desarrollar modelos animales más fiables que los ratones, con el objetivo de estudiar enfermedades genéticas y desarrollar nuevos fármacos y tratamientos. Este es un primer paso, pero todavía queda demostrar que la técnica es realmente útil y que el uso de primates, que se reproducen mucho más despacio que los ratones, puede ser efectivo en laboratorio.
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