Imagina un árbol que era antiguo cuando los dinosaurios recorrían la Tierra. Un ser vivo que ha sobrevivido a glaciaciones, extinciones masivas y al auge de la humanidad. No es un personaje de fantasía, es el Ginkgo biloba, una de las maravillas botánicas más extraordinarias de nuestro planeta. En este artículo, nos adentramos en la asombrosa biología de este testigo silencioso de la historia.
Su historia comienza hace más de 200 millones de años, en un mundo perdido. En la era de los dinosaurios, los bosques estaban poblados por sus ancestros, diversos y abundantes. Pero el tiempo pasó, las condiciones cambiaron y todas aquellas especies se extinguieron. Todas, menos una. El Ginkgo biloba es el último superviviente de todo un linaje evolutivo, un fósil viviente en el sentido más literal. Cuando caminas junto a uno, no estás viendo simplemente un árbol; estás mirando a través de una ventana al pasado profundo de nuestro planeta.El Ginkgo no es solo una especie única; es todo un género único, una familia única y un orden único. Su posición en el árbol de la vida es tan singular que lo pone en una categoría propia.
Reino: Plantae
División: Ginkgophyta
Clase: Ginkgoopsida
Orden: Ginkgoales
Familia: Ginkgoaceae
Género: Ginkgo
Especie: Ginkgo biloba
Su apariencia es tan única como su historia. Sus hojas, en forma de abanico con esa característica muesca central que les da el nombre de "biloba", son inmediatamente reconocibles.
Es un árbol de gran tamaño, que puede superar los 35 metros de altura. Su longevidad es legendaria; existen ejemplares en China y Japón con más de 2.500 años de antigüedad. Sin duda, su característica más distintiva son las hojas que tienen forma de abanico (flabeladas) y suelen presentar una muesca o escotadura en el centro que las divide en dos lóbulos (de ahí el nombre "biloba"). Si observas con atención, verás que sus venas no forman una red, sino que se bifurcan una y otra vez, como un río que se divide en infinitos afluentes. Esta "nervadura dicotómada" es un rasgo primitivo, un sello de identidad de un diseño botánico ancestral. Y en otoño, este relicto prehistórico nos regala uno de los espectáculos más bellos: un fulgor dorado que ilumina las aceras, como si todo su pasado se concentrara en un último y brillante suspiro antes de dormir.
Pero la verdadera magia del Ginkgo, su secreto para la supervivencia, reside en su increíble fortaleza. Es un árbol casi indestructible. Tolera la contaminación de las ciudades modernas, resiste plagas que acabarían con otras especies y sobrevive a enfermedades que parecen no afectarle. Su capacidad de resiliencia se hizo legendaria tras la bomba atómica en Hiroshima, donde varios Ginkgos carbonizados cerca del epicentro fueron los primeros en rebrotar, verde esperanza surgiendo de la ceniza. Esta tenacidad es la clave que le ha permitido llegar hasta nuestros días.
Su ciclo de vida es igual de fascinante. El Ginkgo es dioico, es decir, hay pies masculinos y femeninos. Los machos producen pequeños conos de polen, mientras que las hembras desarrollan unos óvulos desnudos que, tras ser polinizados por el viento, se transforman en lo que parece una pequeña fruta. Sin embargo, aquí hay una maravillosa paradoja biológica: esa "fruta" no lo es. Es en realidad una "semilla con una cubierta carnosa", y cuando madura, desprende un olor nauseabundo a mantequilla rancia. Este aroma, tan desagradable para nosotros, es un ingenioso mecanismo evolutivo para atraer a los animales que, antaño, dispersaban sus semillas.
Y si todo esto no fuera suficientemente asombroso, el Ginkgo guarda en su interior uno de sus secretos más primitivos. A diferencia de la mayoría de los árboles modernos, los gametos masculinos del Ginkgo son espermatozoides móviles con cola (flagelos) es un rasgo increíblemente primitivo (similar a los helechos y las cicas). En el húmedo interior del óvulo, estas células nadan hacia el óvulo para fecundarlo, en un ritual acuático que nos remonta a los orígenes mismos de la vida vegetal en la Tierra.
Es un árbol de crecimiento relativamente lento pero constante. Su madera es de buena calidad y sus raíces son fuertes y profundas, lo que contribuye a su estabilidad y longevidad.
Ginkgólidos y Bilabálidos este es el origen de sus propiedades medicinales. Estos compuestos son exclusivos del Ginkgo. Los ginkgólidos son potentes inhibidores del PAF (Factor de Activación Plaquetaria), lo que influye en la circulación sanguínea. Son también un mecanismo de defensa contra insectos. Los Flavonoides y Glicósidos Flavonólicos son poderosos antioxidantes que protegen a las células del daño de los radicales libres.