sábado, 18 de octubre de 2025

Mario Molina: El Niño que Convirtió un Baño en Laboratorio y Salvó al Planeta

El químico Mario Molina falleció el 7 de octubre de 2020. Pionero a nivel mundial en el estudio de la química atmosférica. Predijo, junto con Frank Sherwood Rowland, el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de los clorofluorocarburos. Sus áreas de investigación se centraron en la fisicoquímica (cinética química, fotoquímica y química heterogénea), la contaminación urbana, regional y global, así como en los aspectos científicos y políticos de la calidad del aire y el cambio climático. Fundó y presidió el Centro Mario Molina (2004). Ganador del Premio Nobel de Química en 1995. Ingresó al Colegio Nacional el 24 de abril de 2003.

Mario José Molina Pasquel Henríquez nació en la Ciudad de México el 19 de marzo de 1943. Desde niño mostró un interés inmenso en la química. Convirtió un baño de su casa en su primer laboratorio, usando microscopios de juguete y equipos de química. A esa edad, ya miraba al cielo no solo por su belleza, sino por su fragilidad.

Estudió Ingeniería Química en la UNAM, hizo un posgrado en la Universidad de Friburgo (Alemania), y obtuvo su doctorado en Fisicoquímica en la Universidad de California, Berkeley. Su carrera lo llevó a trabajar en instituciones de prestigio como la Universidad de California en Irvine, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de California en San Diego (UCSD).

En la década de 1970, mientras era un investigador postdoctoral en la Universidad de California en Irvine, el Dr. Molina hizo el trabajo que lo catapultaría a la historia. En colaboración con Frank Sherwood Rowland, investigó la vida de los clorofluorocarbonos (CFC), unos compuestos químicos que se usaban en aerosoles, refrigeradores y aires acondicionados.

Descubrieron que estos gases, al llegar a la estratósfera, no se descomponían como otros contaminantes. En cambio, eran descompuestos por la radiación solar y liberaban átomos de cloro, los cuales destruían masivamente la capa de ozono de la Tierra. Esta capa es vital, ya que protege al planeta de la peligrosa radiación solar entrante.

Por este trabajo fundamental en química atmosférica, que mostró cómo la actividad humana estaba literalmente agujereando el "escudo solar" del planeta, Mario Molina (junto con Rowland y Paul Crutzen) recibió el Premio Nobel de Química en 1995. Fue un reconocimiento a la ciencia que tiene un profundo significado en el mundo real para la humanidad.

El trabajo de Molina no se quedó en las revistas científicas. Se enfocó en la política de la ciencia, impulsando acciones globales para la protección del medio ambiente. Su descubrimiento llevó a la creación del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional para reducir la producción de CFCs, considerado uno de los tratados ambientales más exitosos de la historia.

Dedicó gran parte de su labor a la lucha contra el cambio climático y la contaminación atmosférica en grandes ciudades, incluyendo la Zona Metropolitana del Valle de México. Fundó el Centro Mario Molina para servir como "un puente de soluciones prácticas entre la ciencia y las políticas públicas".

"Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio ambiente con base en la evidencia disponible, pero su solución no es responsabilidad de los científicos, es de toda la sociedad."

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