domingo, 12 de enero de 2014

Transmisión de conocimiento a través de genes


Enviado por Nayeli Balderas 
En lo que constituye un espectacular caso de transmisión genética de algo que, en principio, debería ser imposible de transmitir, un equipo de investigadores de la Universidad Emory en Atlanta, Georgia, Estados Unidos, ha descubierto un caso de animales transmitiendo a sus descendientes información más específica que la que suele transmitirse a través de los genes desde el padre o la madre a sus retoños. La información transmitida en este asombroso caso no circuló por el canal de la comunicación social sino nada menos que por el de la herencia genética.

El equipo de Kerry Ressler y Brian Dias encontró que cuando un ratón, macho o hembra, aprende a tener miedo de un cierto olor, por asociarlo al peligro a través de experiencias negativas, sus crías serán más sensibles a ese olor, a pesar de que dichos animales nunca antes lo hayan percibido.

Tanto madres como padres pueden transmitir a sus hijos o hijas esa sensibilidad aprendida hacia un olor, pero el mecanismo solo funciona si la paternidad o la maternidad son biológicas, ya que se ha comprobado que las madres no pueden transmitirlo a sus crías adoptivas, lo que demuestra que la sensibilidad no se transmite por la interacción social.

En los experimentos, las futuras madres aprendieron a temer a un olor antes de (y no durante) la concepción y el embarazo.

La herencia de esta información (que ese olor está asociado a algo peligroso) tiene lugar incluso si las crías son concebidas mediante fertilización in vitro, y la sensibilidad al olor considerado peligroso incluso aparece en la segunda generación (nietos y nietas). Esto indica que, de alguna manera, la información sobre la conexión entre un olor y una experiencia negativa se transmite a través de los óvulos o incluso de los espermatozoides.

Al respecto de esto último, se ha constatado que el ADN de los espermatozoides del ratón padre que ha aprendido a temer un olor se altera para acoger la nueva información genética. Esta modificación es un ejemplo de alteración epigenética, o sea una alteración genética que no se transmite mediante cambios en la secuencia genética de "letras" del ADN, sino esencialmente mediante cambios en la expresión de los genes.

El hallazgo plantea varias preguntas de gran importancia sobre esta vía de transmisión genética de información que aún carecen de respuesta:

-¿Estos efectos son reversibles? Es decir, si el padre o la madre que han aprendido a temer a un olor, después aprenden que ya no es peligroso y dejan de tenerle miedo, ¿lo aprendido inicialmente aún se transmitirá a sus crías?

-¿Solo ocurre con los olores? ¿Si un ratón aprende a temer un sonido, podría esa información de que dicho sonido es señal de peligro inminente ser transmitida a sus crías?

-¿Todos los espermatozoides o todos los óvulos del individuo que ha aprendido a temer al olor tienen las marcas epigenéticas que confieren esa sensibilidad al olor en las crías?

-¿Cómo la información sobre la exposición al olor peligroso alcanza a los espermatozoides o a los óvulos?

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