lunes, 12 de mayo de 2014

Dorothy Hodgkin y otras mujeres que «compartieron» la química con sus maridos

La Premio Nobel Dorothy Crowfoot ha pasado a la historia con el apellido de su esposo. Este lunes se cumplen 104 años de su nacimiento

Dorothy Hodgkin fue bautizada con el nombre de Dorothy Crowfoot, pero actualmente nadie asocia el apellido Crowfoot con mérito alguno en el terreno de la Química. Las cosas cambian cuando se habla de Hodgkin. Aunque solo sea levemente, el término recuerda a un importante hallazgo en el terreno científico: a la pionera utilización de raxos X para determinar la estructura de sustancias biológicas, un mérito que curiosamente no corresponde a Hodgkin, sino a su esposa, Dorothy Crowfoot, Premio Nobel de Química en el año 1964.

El papel de las mujeres en la ciencia siempre ha sido un asunto espinoso, sobre todo en lo que se refiere a visibilidad. La
importancia de Dorothy Hodgkin, que este lunes cumpliría 104 años, es incuestionable. Fue la tercera mujer en recibir el prestigioso galardón científico -después de Marie Curie e Irène Joliot-Curie-, un reconocimiento de su incansable labor en el desarrollo de la difracción de rayos X que catapultó el apellido de su marido directamente a los libros de Historia. Porque,
tal y como explica el catedrático de Química inorgánica de la Universidade de Santiago Manuel Bermejo durante una entrevista con La Voz en abril del 2011, nunca ha existido una igualdad real entre hombre y mujeres en la ciencia: «Era unha pauta social que as mulleres fosen coñecidas polo apellido do seu home. De feito hai mulleres que se cría que eran homes. Pero o peor é que aínda segue a ser así hoxe en día. Hai dicionarios científicos moi actuais, por exemplo un do ano 2004, onde as mulleres que fixeron achegas aínda aparecen co apelido do home. Un exemplo é Dorothy Crowfoot, á que aínda hai que buscar nestes dicionarios como Dorothy Hodking, que é o apelido do seu marido».

Dorothy Hodgkin, que puede atribuirse hallazgos tan relevantes como la confirmación de la estructura de la penicilina, el descubrimiento de la forma de la vitamina B12 y el desciframiento de la estructura de la penicilina, no es la única genio que trabajó a la sombra de un hombre. A Marie-Anne Lavoisier, por ejemplo, se le conoce en la ciencia por ser la mujer de Antoine Lavoisier. Además, el premio Nobel de Medicina de 1962 recayó sobre tres científicos hombres (Watson, Crick e Wilkins) por descubrir la estrutura del ADN, pero, en reliada, lo que Wilkins hizo, recuerda el profesor Bermejo, fue piratearle a Rosalind Franklin su descubrimento. «Ela non puido obter o Nobel porque morrera da leucemia que lle causou a súa investigación con raios X», revela el experto.

La de Dorothy Hodgkin y estas -y otras- trayectorias desmienten el tópico de la falta de entendimiento entre las mujeres y la ciencia. Pero, además, Dorothy Hodgkin fue la primera mujer inglesa en lograr el Nobel de Ciencias y, a pesar de su elección de absorver el apellido de su compañero sentimental, uno de los grandes ejemplos de superación de las barreras de género en el campo de la invegación. Rechazó siempre de forma vehemente cualquier sugerencia de que el hecho de ser mujer supondría un obstáculo en el desarrollo de sus trabajos. El apoyo de otras mujeres científicas y su constancia y superación personal -tardó 35 años en resolver la estructura de la insulina- resultaron claves para superar las dificultades desl trabajo experimental, pero también de su matrimonio, de la maternidad y de la artritis reumatoide que padeció desde los 28 años.

En pie por los derechos de las mujeres

Dorothy Hodgkin, nacida en El Cairo el 12 de mayo de 1910, trabajó además activamente por la paz y la cooperación internacional, relacionándola directamente con su labor científica. Fue la primera mujer de Oxford que recibió del Somerville College un salario de 100 libras por trimestre durante su ausencia por maternidad en 1939, a pesar de que la universidad no estableció una política determinada en este ámbito hasta 1971, aprobada por la ley británica cuatro años más tarde.
Tal y como mantienen Rosa María Claramunt Vallespí y Teresa Claramunt Vallespí en el volúmen Mujeres en ciencia y tecnología, la vida de Dorothy Hodgkin fue un ejemplo de que existen formas alternativas de hacer ciencia, sin caer en «competitividades feroces jalonadas de zancadillas», ambiciones o actuaciones «deshonestas».

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