El tunda tunda decibélico de la discoteca podría afectar a vuestra memoria en el futuro, al menos hipotéticamente.
Según revela un estudio publicado en la revista Brain Research, llevado a cabo por investigadores del Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos (Buenos Aires, Argentina), la exposición a ruidos de alta intensidad, aunque no sean suficientes como para causar lesiones en el oído, afectan a los procesos de memoria y aprendizaje.
Laura Guelman, una de las autoras que realizó la investigación en ratas de entre 15 y 30 días de edad, lo que equivale a edades comprendidas entre los 6 años y la adolescencia de un ser humano, señala:
Pudimos determinar que una única exposición al ruido durante dos horas es suficiente para generar un daño celular y una alteración en la conducta.
15 días después de la exposición al ruido, de entre 95 y 97 decibelios de intensidad, los animales mostraron fallos en la memoria y una disminución en los niveles de ansiedad. Además, los daños fueron más evidentes en las ratas que sufrieron una única exposición de dos horas de duración, que en aquellas que fueron sometidas al ruido durante dos semanas, a dos horas diarias de ruido.
Desentrañar los mecanismos que median entre el ruido y el daño celular podría ayudar a encontrar algún agente que interfiera con ellos.
De acuerdo con María Zorrilla Zubilete, docente e investigadora de la primera cátedra de Farmacología de la Facultad de Medicina en la UBA:
Se podría hipotetizar que los niveles de ruido a los cuales se exponen los chicos en las discotecas o escuchando música fuerte por auriculares podría llevar a déficits en la memoria y atención a largo plazo.
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