viernes, 2 de marzo de 2018

Erosión

La textura de suelo responde a la proporción en que están distribuidas las partículas que lo componen. La capacidad permebealizante de un suelo, así como la retención del agua, son características que dependen directamente de la textura.

Si las diferentes fracciones en que se dividen los elementos sólidos no predominan entre sí unos sobre otros se dice que el suelo está equilibrado; las arcillas y limos constituyen las partículas de la fracción fina, las arenas la fracción media y las gravas y piedras la fracción gruesa.

La estructura vertical del suelo está compuesta por una serie de capas o estratos de desigual anchura denominadas horizontes. A su vez, a un conjunto de horizontes se le denomina perfil del suelo. Los horizontes de la estructura existentes entre la superficie y la roca madre pueden tener composiciones tipo A, B o C, y según la importancia de la capa puede ser dividida a su vez en otras subcapas:


Horizonte tipo "A" 
El horizonte A, o capa superior del suelo, es la zona de acumulación máxima de materia orgánica (humus). El horizonte B, o subsuelo, está formado por el producto de la alteración de la roca madre y es pobre en materia orgánica; en este horizonte, se suelen acumular los nutrientes minerales que se han lixiviado del horizonte A. El horizonte C está constituido por rocas sueltas que se extienden hasta el lecho de rocas que se encuentra por debajo de ellas y que constituye el material originario del suelo.

La profundidad y la composición de estas tres capas y en consecuencia la fertilidad del suelo varían considerablemente en ambientes diferentes. 


En el mantillo de material en descomposición que se encuentra sobre la superficie del suelo de los bosques australes y septentrionales de coníferas es ácido y se descompone lentamente; el suelo tiene poca acumulación de humus, es muy ácido y pierde elementos minerales por lixiviación (lavado). En suelo de los bosques caducos fríos o templados, la descomposición es algo más rápida, la pérdida de minerales por lixiviación es menos extensa y el suelo es más fértil.

Estos suelos han sido usados intensamente para la agricultura, por lo cual es necesario prepararlos añadiendo cal (para disminuir la acidez) y fertilizantes. En suelo de las praderas de gramíneas, casi todo el material vegetal que se encuentra sobre la superficie del suelo muere cada año, al igual que muchas de las raíces, y grandes cantidades de materia orgánica regresan, así, constantemente al suelo. Además, las raíces finamente divididas penetran extensamente en el suelo. El resultado es un suelo muy fértil.

La disponibilidad de nutrientes minerales esenciales depende, en gran medida, de las características de la roca madre a partir de la cual se ha formado.


Erosión eólica
La erosión eólica es llevada a cabo por el viento y es cuantitativamente menos importante que las demás; está condicionada a la ausencia de vegetación y a la presencia de partículas sueltas en la superficie.

La deflación se produce cuando el viento levanta los fragmentos sueltos del suelo; la abrasión tiene lugar cuando dichos fragmentos chocan con la superficie de las rocas y las desgastan; en las rocas de consistencia heterogénea la erosión avanza más rápidamente en las zonas más blandas, produciendo una superficie denominada alveolar.


Erosión fluvial
La erosión fluvial es la que llevan a cabo los cursos de agua continentales (ríos y torrentes); la energía cinética del agua determina la intensidad de la erosión y depende de la energía potencial, que se debe a la diferencia de altura entre la zona donde discurre y el nivel del mar (nivel de base).

La energía cinética no es uniforme a lo largo del curso del río y es mayor en el tramo alto, de mayor pendiente, y menor en la desembocadura; ello determina una erosión diferencial que modifica el perfil longitudinal del curso del río, evolucionando hacia un modelo teórico, el denominado perfil de equilibrio, en el que cada punto del mismo recibe por sedimentación la misma cantidad de materiales que pierde por erosión. Los cambios de nivel de base (transgresiones y regresiones marinas) determinan un nuevo perfil de equilibrio.

Erosión glaciar

La erosión glaciar se debe a la acción de los glaciares sobre las rocas de la superficie; la erosión es mucho más intensa en el fondo de la masa de hielo que en los costados, lo que determina el típico modelado de los valles glaciares en forma de U.
Este tipo de erosión se debe en parte a la abrasión producida en la roca del fondo por los fragmentos que engloba el hielo, separados de la primera por una fina película de agua; pero también interviene un mecanismo distinto, mediante el cual el hielo pegado a la roca, sin agua fundida que los separe, arranca fragmentos de la misma. Estructuras características que resultan de la erosión glaciar son los circos glaciares, los valles colgados y los lagos de origen glaciar. Erosión marina
La erosión marina es la que lleva a cabo el mar sobre las rocas del litoral; la acción principal se debe al movimiento de las olas, cuya energía procede de la energía cinética del viento. Las mareas tienen una actividad erosiva menos importante pero por otra parte aumentan el área de actuación del oleaje al modificar periódicamente el nivel del mar.
La erosión que llevan a cabo las olas se debe en parte al choque del agua contra las rocas y también a la abrasión que ejercen los fragmentos que arrastra el agua y que proceden de la misma roca erosionada. Las formas erosivas más características son los acantilados y las plataformas de abrasión.

Actividades humanas


Pero no son estos los únicos agentes y factores causantes de la erosión, el hombre con sus actos de tipo cultural y económico, ha fortalecido la acción de los agentes naturales. En gran parte del planeta se realizan prácticas agrícolas que contribuyen a la erosión de los terrenos.

La repoblación masiva de especies de crecimiento rápido en base al interés económico que ello representa, como son los eucaliptos, contribuyen a la decadencia de los suelos por su corto arraigo y mínimo aporte, ya que el tiempo es parte fundamental para su formación, además de ser especies de fácil combustión. Todo ello en detrimento de las especies de frondosas de hoja perenne o caduca, buenas formadoras de suelos.

Por su parte, las prácticas agrícolas y ganaderas incorrectas, como la sustitución de abonos naturales por los químicos que provocan la mineralización y compactación de los suelos, la quema de rastrojos, el abandono de los cultivos de ladera que permitían la sujeción de las tierras, la pérdida de pastos por excesivo pastoreo o el abandono de las ganaderías extensivas que favorecían su conservación, son elementos añadidos a la deforestación y destrucción de la cubierta vegetal.

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