“El mutualismo es una forma de vida en la que dos especies que podrían vivir de manera independiente se unen permanente o esporádicamente y cada cual pone algo de su parte para la sobrevivencia de ambas.”
En la naturaleza se dan muchos tipos de mutualismo. La más conocida es la de la polinización que llevan a cabo insectos y aves (colibríes por ejemplo), los cuales a cambio de esparcir el polen de flor en flor se alimentan del néctar que éstas producen.
En otros casos generalmente una especie que es la más fuerte o la que tiene más recursos defensivos, es la que protege a la más débil y ésta se lo “paga” con alguna habilidad o costumbre que resulta beneficiosa para el otro.
1.La araña y el sapo
El sapo boqui estrecho es un aliado de un tipo de tarántula que generalmente devora ranas pequeñas, pero que, a cambio de que este pequeño anfibio se coma los parásitos que afectan a sus huevos, el arácnido le permite vivir en su madriguera bajo tierra y a su vez lo defiende de posibles predadores, como los búhos lanzándoles pelos urticantes a los ojos.
2.El lagarto y el escorpión
Los lagartos de cola espinosa del Sahara suelen esconderse en madrigueras que excavan para protegerse del sol y de los depredadores, principalmente los beduinos del desierto, que los consideran un manjar.
Este reptil convive con un venenoso vecino, el escorpión de cola gruesa a quién da cobijo a cambio de que, si un humano mete la mano en busca del preciado bocado reptiliano, el arácnido lo defienda con su potente y dolorosa picadura.
3. El pájaro y el búfalo
En el África sub sahariana viven dos especies muy diferentes, un ave y un mamífero, que mantienen una relación muy especial: el picabueyes y el búfalo del cabo. El búfalo le da cobijo en su lomo y espanta a los posibles atacantes del pájaro y este le paga la protección quitándole parásitos como chinches, garrapatas o piojos, que le sirven de suculento alimento. Esta ave también les presta sus servicios a otros mamíferos y a veces hasta a los cocodrilos.
4. El pez y la gamba
El pez gobio vive en el mismo agujero que la gamba ciega y ambos mantienen una relación tan estrecha que el artrópodo siempre tiene al menos una de sus antenas en contacto con el pez El gobio posee muy buena vista y es más grande, por lo que se dedica a vigilar, mientras su compañera cuida la madriguera, limpiándola y manteniéndola en buenas condiciones, al fin y al cabo allí desovarán ambos.
5.La oruga y las hormigas
En las selvas tropicales hay varios casos de mutualismo, uno de ellos es el que mantiene una oruga con una colonia de hormigas. La primera produce gotitas de un líquido dulce con el que “compra” el favor de las hormigas y estas le protegen.
Cuando se transforma en crisálida también la cuidan, pero en el instante en el que el capullo se rompe, la mariposa debe apresurarse a volar o será atacada por sus antiguas defensoras.
6. La morena y la gamba
La morena es un pez carnívoro de grandes y afilados dientes que vive en cuevas entre las grietas de las profundidades marinas. El problema que tiene es que no puede limpiarse los dientes tras la comida, tarea que a cambio de la protección de tremendo pez, han tomado como suya a las gambas rojas, que también comparten madriguera.
7.La hormiga y la acacia
Muchas hormigas aprovechan que la acacia cuerno de toro tiene unas espinas ahuecadas y de gran tamaño para anidar en ellas, de esta manera la protegen de los herbívoros que pretenden comer sus brotes.
Además suelen cortar las plantas que se encuentran en los alrededores de cada árbol acabando con la competencia por los nutrientes del suelo. La acacia además de darles un refugio seguro, produce unos glóbulos con altos contenidos en azúcares, que les sirven de alimento a sus protectoras.
8. El escualo y el pez
Los escualos como el tiburón blanco, el tintoreto, el martillo, el tiburón ballena y hasta las manta rayas, suelen ir a determinados sitios donde se encuentran los peces piloto, expertos limpiadores de mandíbulas, branquias y piel.
De esta manera estos pequeños no solo consiguen un buen alimento, sino que mientras están atareados con sus enormes clientes a nadie se le ocurre molestarlos.
9. La hormiga y el pulgón
Existe un tipo de hormigas que a cambio de proteger a los pulgones que se instalan en las plantas cercanas a los hormigueros, éstos les proporcionan un dulce néctar que fabrican con la savia obtenida de los tallos y hojas que comen.
Las hormigas acicalan y masajean el abdomen del pulgón y éste expele una gota que ellas devoran rápidamente, mientras vigilan con atención que nadie se acerque a sus proveedores de golosinas.
10. El pez y el hombre
Existe un tipo de terapia de exfoliación llamada pisciterapia que consiste en sumergir los pies en una pecera llena de pequeños peces de la especie Garra rufa a los que les encanta arrancar suavemente y comer las células muertas del tejido epitelial humano. Se les llama Dr. Fish y viven en aguas cálidas a unos 37ºC.
Gracias a sus costumbres gastronómicas, estos pequeños tienen un lugar confortable donde vivir, se alimentan con su manjar preferido y le hacen un favor a las personas que se someten a esta técnica; es un tipo de mutualismo sin dudas, aunque los peces no lo sepan.
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La pandemia que hoy tiene al planeta encerrado en sus casas y cobrando docenas de miles de víctimas es causada por un virus, el SARS-CoV-2, conocido como COVID-19, o nuevo coronavirus COVID-19, que forma parte una familia identificada como coronavirus.
La primera vez que se identificó a estos virus ocurrió en 1966. June Almeida, una joven investigadora escocesa observó en el microscopio una mancha o punto gris circular cubierto por diminutos picos que formaban una especie de halo alrededor de la mancha, que ella y sus colegas pensaron que era algo muy parecido a la corona del Sol.
Aunque entonces no se le consideró así, ahora sabemos que la identificación de esta familia de virus fue una hazaña en la que June Almeida tuvo un papel fundamental, en especial si se considera que esa joven viróloga no tuvo una educación formal. Pero eso no evitó que con los años fuera reconocida en todo el mundo, no sólo por haber identificado a un ejemplar de estos virus sino por crear métodos para observar virus y hacer diagnósticos.
June Dalziel Hart nació el 5 de octubre de 1934 en Glasgow, Escocia. Hasta los 16 años fue una alumna brillante que soñaba con asistir a la universidad, sin embargo, debido a que el dinero no abundaba en su familia dejó de estudiar y se puso a trabajar como técnica laboratorista en el Glasgow Royal Infirmary. Ahí analizaba muestras de tejido en el microscopio. De ahí se cambió al Hospital de San Bartolomé en Londres trabajando en la misma disciplina.
Mientras estaba en San Bartolomé, conoció a quien sería su esposo, Enrique Almeida, un artista venezolano. Poco después el matrimonio emigró a Canadá, donde se colocó en el Ontario Cancer Institute, en Toronto, como técnica en microscopía electrónica.
Ahí muy pronto sus conocimientos fueron evidentes. A pesar de no tener una formación académica formal fue coautora de numerosas publicaciones científicas, relacionadas con la estructura de los virus que en esos años aún no se visualizaban.
Afortunadamente, en 1964, mientras estaba en Toronto, el profesor A. P. Waterson, de la St Thomas’ Hospital Medical School, la conoció y la convenció de colaborar con él en la Royal Post Graduate Medical School, en Londres. A partir de ese año su carrera empezó a despuntar porque gracias a sus publicaciones fue reconocida con un doctorado en ciencias.
Uno de los más notables logros de la doctora June Almeida fue la primera imagen del virus de la rubeola, que ya era reconocido como causante de malformaciones congénitas si se adquiría durante el embarazo. Su técnica extraordinariamente sencilla de la microscopia inmunoelectrónica se usó no sólo en el virus de la rubeola sino también en otros.
En 1966, la doctora Almeida colaboró con David Tyrrell, director del Common Cold Research Centre, quien había desarrollado nuevas técnicas de cultivo de órganos. De esta manera no sólo se identificaron los virus del resfriado común, que no podían cultivarse de manera convencional, sino también nuevos virus, incluidos ciertos virus causantes de infecciones respiratorias. Tyrrell sugirió llamar coronavirus a esta nueva familia de virus, que incluye a los virus SARS y al SARS COV-19, causante de la actual pandemia.
Mientras estaba en la Royal Post Graduate Medical School, Almeida enseñó al doctor A.Z. Kapikian, de los Institutos Nacionales de Salud, de Estados Unidos, quien estaba de visita, la técnica de la microscopia inmunoelectrónica. El doctor Kapikian utilizó estas técnicas para identificar unos virus causantes de brotes de gastroenteritis; con estas técnicas se visualizaron por vez primera el virus de la hepatitis en esos institutos.
June Almeida finalizó su carrera en 1985 en el Laboratorio de Investigación Wellcome, donde desarrolló ensayos de diagnóstico y desarrollo de vacunas. Sin embargo, no abandonó la microscopia electrónica porque a finales de la década de 1980 regresó a St Thomas’ Hospital Medical School como asesora y publicó como coautora algunas de las primeras micrografías del virus de la inmunodeficiencia humana, VIH.
La doctora June Almeida falleció a la edad de 77 años, en diciembre de 2007. Hoy, la mayoría de los artículos y libros de texto sobre virus contienen sus micrografías.