El científico mexicano Antonio Lazcano Araujo es el primer latinoamericano que preside la más importante organización de biología evolutiva del mundo, Sociedad Internacional para el Estudio del Origen de la Vida (ISSOL por sus siglas en inglés). Doctorado en ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), actualmente es coordinador del Laboratorio de Microbiología del Departamento de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias y catedrático del Origen de la Vida de la misma universidad. Se dedica, junto con su grupo de investigación, al estudio del origen y la evolución temprana de la vida a partir de los análisis de secuencias de genes y genomas. Ha sido profesor invitado en numerosas universidades e institutos científicos de todo el mundo. Es autor de 130 trabajos de investigación publicados en revistas con arbitraje internacional. Editor de 16 volúmenes especializados y autor de tres libros en español, incluyendo "La Bacteria Prodigiosa", "La Chispa de la Vida" y "El Origen de la Vida".
Un querido profesor del cual tomé clase en la facultad, le aprendí muchos trucos, sus clases súper amenas y muy, muy divertidas, un saludo profesor!
Bienvenidos al blog de ciencia para pasar el rato, siempre será mejor que ver la tele.
martes, 30 de agosto de 2011
viernes, 19 de agosto de 2011
Bienvenidos generación 2011-2012
Estamos a punto de reiniciar el año escolar y les quiero dar la bienvenida nuevamente a este su blog, para que aprovechen y compartan todo lo que quieran, siempre será mejor que ver la tele!
Les dedico el siguiente video para que entren con mucho animo
miércoles, 10 de agosto de 2011
La sal y las drogas
Un equipo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke y de la Universidad de Melbourne ha descubierto que las drogas adictivas como la cocaína o la heroína activan las mismas células nerviosas y conexiones cerebrales que un fuerte instinto ancestral: el apetito por la sal.
En experimentos con roedores, los investigadores identificaron ciertos genes que están regulados en el hipotálamo y controlan el equilibrio de sal, agua, la reproducción y otros ritmos biológicos. Y lo que es más interesante: comprobaron que los patrones de activación de estos genes que estimulan el comportamiento instintivo del apetito por la sal son idénticos a los que regulan la drogadicción, según publica hoy la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
“Hemos demostrado que un instinto clásico, la ganas de consumir sal, posee la misma organización neural que origina adicción a los opiáceos y la cocaína", aclara Derek Denton, coautor del trabajo. Las vías profundamente arraigadas de un antiguo instinto pueden explicar por qué los tratamientos de desintoxicación basados en la abstinencia resultan tan complicados. Y ofrecer un argumento al éxito los tratamientos de desintoxicación que no implican la abstinencia, como la sustitución de la heroína por metadona y los cigarrillos por chicles o parches.
Además, el hallazgo “podría conducir a una nueva comprensión de las adicciones y las consecuencias perjudiciales de que los alimentos que favorecen la obesidad contengan demasiado de sodio", añade el neurobiólogo Wolfgang Liedtke. Todo apunta a que el consumo de sal en grandes cantidades provoca un mayor apetito por los alimentos. Además, cuando el apetito por la sal aumenta el hipotálamo se vuelve más sensible a los efectos de la dopamina, el neurotransmisor de la recompensa y el placer.
En la naturaleza, el apetito innato por la sal resulta clave para la supervivencia. Entre los animales salvajes, la capacidad de compensar rápidamente las necesidades de sodio del organismo lamiendo con avidez una solución con alto contenido en sal puede resultar vital en muchas circunstancias.
En experimentos con roedores, los investigadores identificaron ciertos genes que están regulados en el hipotálamo y controlan el equilibrio de sal, agua, la reproducción y otros ritmos biológicos. Y lo que es más interesante: comprobaron que los patrones de activación de estos genes que estimulan el comportamiento instintivo del apetito por la sal son idénticos a los que regulan la drogadicción, según publica hoy la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
“Hemos demostrado que un instinto clásico, la ganas de consumir sal, posee la misma organización neural que origina adicción a los opiáceos y la cocaína", aclara Derek Denton, coautor del trabajo. Las vías profundamente arraigadas de un antiguo instinto pueden explicar por qué los tratamientos de desintoxicación basados en la abstinencia resultan tan complicados. Y ofrecer un argumento al éxito los tratamientos de desintoxicación que no implican la abstinencia, como la sustitución de la heroína por metadona y los cigarrillos por chicles o parches.
Además, el hallazgo “podría conducir a una nueva comprensión de las adicciones y las consecuencias perjudiciales de que los alimentos que favorecen la obesidad contengan demasiado de sodio", añade el neurobiólogo Wolfgang Liedtke. Todo apunta a que el consumo de sal en grandes cantidades provoca un mayor apetito por los alimentos. Además, cuando el apetito por la sal aumenta el hipotálamo se vuelve más sensible a los efectos de la dopamina, el neurotransmisor de la recompensa y el placer.
En la naturaleza, el apetito innato por la sal resulta clave para la supervivencia. Entre los animales salvajes, la capacidad de compensar rápidamente las necesidades de sodio del organismo lamiendo con avidez una solución con alto contenido en sal puede resultar vital en muchas circunstancias.
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