viernes, 12 de septiembre de 2025

El Parkinson: Más Allá de los Temblores, una Mirada a su Biología

Cuando pensamos en la enfermedad de Parkinson, la imagen que suele venir a nuestra mente es la de una persona con un temblor incontrolable en las manos. Y aunque este es un síntoma distintivo, el Parkinson es mucho más que eso. Es una enfermedad neurodegenerativa compleja y, para entenderla, debemos ir más allá de los síntomas visibles y adentrarnos en la fascinante, y a la vez trágica, biología que subyace en ella.

¿Qué es el Parkinson a Nivel Biológico? La Clave está en la Dopamina

En su esencia, la enfermedad de Parkinson es un trastorno del movimiento causado por la pérdida progresiva de neuronas productoras de una sustancia química vital: la dopamina. Estas neuronas se encuentran en una región del cerebro llamada la sustancia negra.

La dopamina no es solo una "hormona de la felicidad", como a veces se le llama popularmente. En el contexto del movimiento, la dopamina actúa como un mensajero químico (un neurotransmisor) que permite una comunicación fluida entre la sustancia negra y otra área del cerebro conocida como el cuerpo estriado. Esta comunicación es crucial para iniciar y coordinar los movimientos. Piensa en la dopamina como el lubricante que permite que el motor de tu cuerpo, el sistema de movimiento, funcione sin problemas.

En el Parkinson, estas neuronas de la sustancia negra comienzan a morir. Con cada neurona que desaparece, disminuye la producción de dopamina. Cuando se ha perdido entre el 60% y el 80% de estas neuronas, la deficiencia de dopamina se vuelve tan significativa que interrumpe la comunicación con el cuerpo estriado, lo que se manifiesta en los síntomas motores característicos de la enfermedad:

  • Bradicinesia: La lentitud de los movimientos. Tareas cotidianas como abotonarse una camisa o caminar se vuelven extremadamente difíciles.

  • Temblor en reposo: El famoso temblor que ocurre cuando el músculo está en reposo.

  • Rigidez: Una sensación de inflexibilidad en los músculos y las articulaciones.

  • Inestabilidad postural: Dificultad para mantener el equilibrio, lo que aumenta el riesgo de caídas.

La Acumulación Proteica: El Lado Oscuro de la Biología Celular

Aunque la pérdida de dopamina es el resultado final, la pregunta clave sigue siendo: ¿por qué mueren estas neuronas? La respuesta, en gran parte, reside en una proteína llamada alfa-sinucleína.

En las neuronas de las personas con Parkinson, la alfa-sinucleína, que normalmente es una proteína soluble y funcional, comienza a plegarse de forma incorrecta y a acumularse. Estas proteínas mal plegadas se agrupan, formando lo que los científicos llaman cuerpos de Lewy. Piénsalo como pequeñas "bolas de basura" tóxicas dentro de las células.

Se cree que la formación de estos cuerpos de Lewy interrumpe el funcionamiento normal de la neurona, dañando estructuras vitales como las mitocondrias (las "centrales energéticas" de la célula) y alterando los sistemas de transporte intracelular, hasta que la neurona finalmente colapsa y muere.

La biología del Parkinson no es solo una cuestión de pérdida neuronal; es un intrincado proceso de mal funcionamiento celular, de proteínas que se pliegan de manera anormal y de sistemas de limpieza celular que no dan abasto. Los cuerpos de Lewy no solo se encuentran en la sustancia negra, sino que se distribuyen por varias áreas del cerebro, lo que explica la amplia gama de síntomas no motores que a menudo acompañan a la enfermedad, como la depresión, el estreñimiento, los trastornos del sueño y los problemas cognitivos.

¿Es el Parkinson una Enfermedad Genética?

La mayoría de los casos de Parkinson son lo que se conoce como "idiopáticos", lo que significa que no se conoce una causa específica. Sin embargo, la genética juega un papel importante. Se han identificado varias mutaciones genéticas, como las que afectan a los genes SNCA (que codifica la alfa-sinucleína), LRRK2 y PARK2, que aumentan significativamente el riesgo de desarrollar la enfermedad. Estos hallazgos genéticos han sido cruciales para entender los mecanismos biológicos subyacentes, ya que muchos de estos genes están implicados en el procesamiento de proteínas y el funcionamiento de las mitocondrias.

Un Futuro de Esperanza: El Enfoque en la Biología

Actualmente, el tratamiento estándar para el Parkinson, la levodopa, se enfoca en reemplazar la dopamina perdida, lo que ayuda a controlar los síntomas motores. No obstante, este enfoque no detiene la progresión de la enfermedad.

La esperanza para el futuro radica en la comprensión de las bases biológicas. La investigación actual se está centrando en:

  • Terapias que ataquen los cuerpos de Lewy: Desarrollar fármacos que impidan el mal plegamiento de la alfa-sinucleína o que ayuden a la célula a deshacerse de los cuerpos de Lewy.

  • Neuroprotección: Encontrar maneras de proteger las neuronas de la sustancia negra para que no mueran.

  • Terapia génica: Utilizar la genética para corregir las deficiencias subyacentes.

Comprender que el Parkinson es un problema de biología celular, de dopamina deficiente y de proteínas que se agrupan de forma tóxica, nos permite ver la enfermedad con una nueva perspectiva. Ya no es solo un trastorno del movimiento, sino una compleja batalla a nivel molecular dentro del cerebro. Y es en esta batalla, con cada avance científico, donde se encuentra la verdadera esperanza para el futuro de millones de personas.

¿Es primero la observación o el problema?

En cuanto al método, sobre todo en su enseñanza, ha predominado la idea de que el método experimental consiste en una serie de pasos que comienzan con la observación, que consiste en fijar la atención detenidamente en algo que ha despertado nuestro interés, de la cual surge el problema.(formular preguntas sobre lo observado). 

Una vez planteado éste, se inicia la revisión bibliográfica que dará sustento a las hipótesis (explicación tentativa o suposición), que se comprobarán mediante la puesta en práctica de un diseño experimental (plan de actividades a realizar) cuyos resultados permitirán determinar si las hipótesis se ratifican o se rechazan. 

De nuevo se observa que esta concepción incluye las ideas de la curiosidad, objetividad, precisión de las observaciones y rigurosidad del método con el cumplimiento ordenado de sus pasos.

A estas ideas se opone la concepción del conocimiento y las ciencias como procesos dialécticos en los que tanto el sujeto como el objeto se influyen y modifican. Cuando un objeto real se toma como objeto de conocimiento esto se debe a que antes hubo un interés, una necesidad, un proyecto, unos conocimientos y un problema por resolver. Si no existe un conocimiento previo, una mínima teoría, una pregunta, los objetos reales seguirán como tales sin convertirse en objetos de conocimiento. 

Se puede ejemplificar lo anterior tanto como un caso en la historia de la Biología, como con una situación de la vida diaria.

El microscopio se inventó en el siglo XVII. Los microbios y células observadas despertaban curiosidad pero no se transformaron en objetos de conocimiento sino dos siglos después, cuando el trabajo de reflexión teórica permitió plantearse problemas científicos acerca de ellos y culminar en una teoría explicativa. Lo mismo ocurre cuando a los alumnos de secundaria o bachillerato se les pide observar microorganismos por medio del microscopio; si no cuentan con los conocimientos previos, difícilmente podrán dibujar e interpretar sus observaciones y, mucho menos, plantearse problemas. 

Por lo que la observación no puede ser el inicio de una investigación científica, se requiere primero del planteamiento del problema surgido de unos intereses y de un marco teórico previo.

La rigurosidad metodológica no consiste en seguir una secuencia de pasos. De hecho, el proceso de pensamiento no sigue esa secuencia paso a paso, pues hay un ir y venir a lo largo del método. Al plantear el problema inicial seguramente es ambiguo. Por lo tanto es necesario acumular y organizar información para la formulación de la hipótesis, pero también hay que regresar al problema para precisarlo y delimitarlo. Las observaciones en un experimento no llevan de manera directa a unos resultados, sino que con seguridad obligarán a volver sobre el marco teórico y las hipótesis. Ser riguroso en el método científico significa mantener una congruencia con la teoría que guía la investigación y a la luz de la cual se interpretan los resultados.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Cangrejo de los cocoteros

Es terrestre, trepa a los árboles y se reproduce en el mar

El cangrejo de los cocoteros todavía no ha dejado de asombrar a los sabios. Es un animal de gran tamaño, que recibió su nombre debido a su extraña facultad de escalar los troncos de los cocoteros con una facilidad desconcertante. Se sabe que se reproduce en el mar y que sus larvas pasan su existencia en el agua hasta que la metamorfosis les convierte en adultos capaces de afrontar los mil peligros de una vida en tierra firme. 

Esta particularidad no es excepcional y muchas especies de cangrejos llevan una existencia similar. Como respiran el aire atmosférico, los individuos adultos no sienten ninguna necesidad de sumergirse en el agua, siempre que encuentren lugares suficientemente húmedos en tierra. El cangrejo de los cocoteros está tan adaptado a la vida terrestre que una inmersión de un día en el agua puede ahogarle. 

Hoy en día se sabe que la presunta facultad que tiene el cangrejo de los cocoteros de cortar el pedúnculo de las nueces para hacerlas caer al suelo, para comérselas tras haberlas abierto, es una leyenda. La realidad es bien distinta. Efectivamente, el alimento esencial del cangrejo de los cocoteros se compone de materias carnosas en descomposición, que encuentra abundantemente en las playas. 

Cuando puede, se deleita con la pulpa de una nuez de coco abierta por una rata o por una ardilla. Sin embargo, le es imposible recolectar estas nueces y menos aún abrirlas, a pesar de la notable fuerza de sus pinzas. Se ha experimentado con cangrejos de los cocoteros cautivos, que colocados sobre un montón de nueces de coco, ha perecido miserablemente de hambre sin ni siquiera intentar abrir los frutos.

Grupo: Artrópodos

Clase: Crustáceos

Orden: Decápodos

Familia: Cenobítidos

Género y especie: Birgus latro (cangrejo de los cocoteros)

miércoles, 10 de septiembre de 2025

El mar y la sostenibilidad alimentaria

El ruido constante de las olas esconde un secreto antiguo y urgente: cada plato en nuestra mesa nace del delicado equilibrio entre la generosidad de la naturaleza y la creciente presión de nuestras necesidades. A medida que las ciudades se extienden y la población crece, tierra y mar enfrentan un desafío silencioso pero implacable: cómo alimentar a todos sin agotar el legado que nos fue confiado. Por un lado, la demanda de bienes esenciales, como el alimento, no deja de aumentar; por el otro, la urgencia de preservar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de los que dependemos es inaplazable.

Afortunadamente, existe un consenso global sobre la necesidad de atender las demandas actuales sin hipotecar las de las generaciones futuras. Este principio, que forma la esencia del desarrollo sostenible (Hajian y Kashani, 2021), impulsa, aunque con lentitud, la transformación de los sistemas alimentarios a todos los niveles. La sostenibilidad en la alimentación ha dejado de ser una opción para convertirse en la única forma de mantener la balanza en equilibrio.

Desafíos y barreras en la sostenibilidad
Al mirar hacia el futuro, la demanda mundial de alimentos para una población que podría llegar a 9,800 millones en 2050 (Fondo de Población de las Naciones Unidas, 2023) presenta poco margen de maniobra. Como ocurre con cualquier problema complejo, aquí las variables son muchas y las soluciones deben explorar todas las posibilidades y escenarios. Afortunadamente, la colaboración entre la academia y la sociedad genera conocimiento constante. Se desarrollan y ajustan estrategias para optimizar la producción, transformación, distribución, venta, consumo y reducción de desperdicios, tanto a nivel nacional (Gaceta unam, 2023) como global (fao, 2022b).

La mayoría de los estudios se enfocan en las fuentes de alimento terrestres, reconociendo el papel clave de sistemas agropecuarios que producen cereales, frutas, verduras y alimentos de origen animal (Wang, 2022). Sin embargo, frente a amenazas como la crisis climática y la escasez de agua, y a pesar de avances tecnológicos y reformas políticas, el potencial para aumentar la producción en tierra es limitado. En contraste, los ecosistemas oceánicos ofrecen una capacidad mayor para crecer de manera sostenible (Costello et al., 2020).

México entre mares: la relevancia de la pesca artesanal
Los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre, y se estima que aportan el 17% de la alimentación global (fao, 2022b). Pero, a diferencia de la agricultura o ganadería, en el mar no podemos aumentar la productividad simplemente añadiendo insumos o cambiando prácticas; dependemos primero de la productividad natural y, después, de cómo capturamos. Por eso, la gestión responsable de los recursos marinos, basada en datos confiables, es indispensable. Esto implica conservar hábitats, proteger poblaciones silvestres, recuperar ecosistemas degradados y respetar vedas, tallas mínimas y tiempos de recuperación de las especies.

Según la fao (2019), cerca de 40 millones de personas se dedican a la pesca a nivel mundial, la mayoría en países en desarrollo, que representan el 75% del sector pesquero global. En México, más de 300 mil familias dependen directamente de esta actividad, y más de dos millones participan indirectamente en actividades relacionadas con la pesca (Salas et al., 2023), incluyendo hasta 10 personas por cada pescador o pescadora.

Con más de 15 mil kilómetros de costa y una plataforma continental de más de 400 mil km², México es el décimo tercer productor mundial, con alrededor de 1.73 millones de toneladas anuales de productos marinos. De sus casi 76 mil embarcaciones, el 97% son artesanales y aportan el 54% de la producción nacional (conapesca, 2024).

La pesca artesanal destaca por su mayor potencial para avanzar hacia la sostenibilidad. No solo por prácticas menos agresivas con las poblaciones silvestres, sino también por los beneficios sociales y económicos que genera (Cottrell et al., 2019). La fao subraya que cerca del 40% de quienes trabajan en pesca artesanal son mujeres, y que estos sistemas promueven inclusión social, seguridad alimentaria, empleo, ingresos y desarrollo integral, siendo la columna vertebral de las economías costeras (fao, 2022a).

Un océano de oportunidades y soluciones
Entre los obstáculos para la sostenibilidad pesquera están la degradación ambiental, la sobrepesca, la pesca ilegal, la introducción de especies exóticas, la falta de regulación y el bajo valor de los productos (Costello et al., 2020). Para superar estos retos, es vital generar, recopilar y aplicar información sobre las poblaciones, ecosistemas e impactos. También es crucial contar con criterios robustos para guiar prácticas de pesca y consumo responsables.

Otra herramienta importante es el etiquetado que asegura la trazabilidad de productos pesqueros diferenciados. Certificaciones como la Certified Sustainable Seafood de Inglaterra juegan un papel clave al identificar y promover productos de pesca responsable.

Esto beneficia directamente a los pescadores sostenibles, que pueden distinguir sus productos y obtener mejores precios, y empodera a consumidores conscientes, al brindarles información para elegir responsablemente y contribuir a la conservación.

En México, cerca del 25% del volumen pesquero, es decir, unas 430 mil toneladas, están certificadas bajo los estándares del Marine Stewardship Council (msc) (Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, 2018).

El msc establece criterios e indicadores para medir la sostenibilidad. La pesca de langosta mexicana fue la primera en América Latina en obtener esta certificación. La Cooperativa Pesquera Vigía Chico, en Quintana Roo, por ejemplo, respeta vedas y tallas mínimas, favoreciendo la reproducción y fortaleciendo poblaciones y ecosistemas marinos.

Actualmente, otros productos como el atún, el camarón del Pacífico y el pulpo de Yucatán están bajo evaluación para esta certificación, un paso importante hacia una pesca más sostenible en México.

El rumbo hacia la pesca responsable
Aunque casi un tercio de las pesquerías mundiales están sobreexplotadas, agotadas o en recuperación, contamos con el reconocimiento y la voluntad necesarios para reaccionar. La ruta es clara: respetar los límites de la naturaleza, cuidar los ecosistemas y las poblaciones acuáticas, fortalecer la gobernanza y garantizar la participación de quienes dependen de la pesca en las decisiones sobre su sustento.

Es urgente valorar y priorizar los sistemas productivos comprometidos con la sostenibilidad, como la pesca artesanal. En la unam, programas y líneas de investigación abordan estos sistemas, mientras que gobiernos y organizaciones deben fortalecer la gobernanza y crear esquemas que garanticen su viabilidad. Los consumidores también tienen un rol clave: informarse, apoyar certificaciones responsables y elegir opciones de consumo que respeten lo económico, social y ambiental. Así, la balanza entre desarrollo y naturaleza puede mantenerse firme para las generaciones que vienen.

¿La ciencia tiene un método o varios métodos?

Toda ciencia tiene un objeto de estudio y un método para conocerlo. Sin embargo, en el campo de la ciencia se desarrolla un debate entre dos posiciones: la que considera que solo existe un método científico identificado con el experimental, y aquella que sostiene que no hay uno sino varios métodos, tantos como objetos e investigadores existen.

Cabe aclarar que los objetos de conocimiento son construcciones teóricas. No son los objetos reales sino la explicación e interpretación que de ellos da la ciencia. Una ciencia se concibe como tal cuándo ha logrado construir su objeto de conocimiento. Por ejemplo, las células del cuerpo humano, de los vegetales o de cualquier ser vivo son objetos reales y la Biología las ha construido como las explicaciones teóricas de su estructura, función, relaciones y comportamiento que leemos en los libros y en las revistas científicas. 

De más está decir que nunca son construcciones teóricas acabadas, es decir, la explicación ofrecida acerca de las células en el siglo XIX, es distinta a la que se da en nuestro tiempo.

La ciencia construye su objeto de conocimiento, dependiendo del método y procedimientos elegidos para el estudio y si se trata de una elección, obviamente habrá distintas opciones metodológicas y, en consecuencia, diferentes interpretaciones de los fenómenos.

El método de estudio de una investigación depende tanto del objeto del conocimiento como del sujeto que investiga. Es imposible utilizar el mismo método para estudiar el efecto patogénico de un virus, que para investigar sobre la rotación del planeta tierra o el comportamiento de un grupo social. Cada objeto requiere de un método. Por su parte, el sujeto tiene una posición y una actitud frente al conocimiento y la ciencia, de modo que dos o más investigadores pueden, de acuerdo con ello, elegir diferentes métodos para solucionar un mismo problema.

El problema de si la ciencia cuenta con uno o varios métodos tiene que ver más con una pugna para lograr el predominio de una visión de la ciencia sobre otras concepciones. Desde el siglo XX, el desarrollo de las llamadas ciencias duras, como la química y la física, ha llevado a considerar que el método experimental es el único para alcanzar conclusiones científicas validas y, por ende, la investigación que se aparta de dicho método, con dificultades logra su legitimación y validez como científica. Esta posición se ha cuestionado a partir del desarrollo de las ciencias sociales, las cuales han generado sus propios métodos.

martes, 9 de septiembre de 2025

El calor extremo amenaza a las aves tropicales

Enviado por

Diego Hidalgo Manzanares 


Desde las selvas tropicales de Centroamérica y Sudamérica hasta las sabanas del norte de Australia, las regiones ecuatoriales del mundo albergan miles de especies de aves únicas, desde guacamayos hasta tucanes y colibríes, que prosperan en ambientes cálidos y húmedos.

Pero a medida que el cambio climático se acelera, las regiones tropicales están experimentando diez veces más días peligrosamente calurosos que hace 40 años, lo que amenaza la supervivencia de algunas de las aves más coloridas del mundo, según muestra una nueva investigación.

Entre 1950 y 2020, los eventos de calor extremo redujeron las poblaciones de aves tropicales entre un 25 % y un 38 %, según un estudio publicado en la revista Nature Ecology and Evolution.

El estudio muestra que los eventos de calor extremo son un “motor principal de la pérdida de especies”, lo que puede explicar por qué incluso las poblaciones de aves en algunos de los rincones más prístinos de la Tierra están disminuyendo, dijo James Watson, profesor de ciencia de la conservación en la Universidad de Queensland y uno de los autores del estudio.

“Realmente señala el hecho de que tenemos que solucionar las emisiones de gases de efecto invernadero, porque estos escenarios de calor extremo van a aumentar con el tiempo”, dijo Watson.

Watson y sus colegas analizaron más de 90.000 observaciones científicas de más de 3.000 poblaciones de aves y las compararon con registros meteorológicos diarios que datan de 1940, para ver cómo las poblaciones de aves respondían a eventos climáticos extremos, incluidas las precipitaciones y las olas de calor.

Probaron sus hallazgos con datos sobre la actividad industrial humana para enfocarse específicamente en los impactos del cambio climático.

Los científicos descubrieron que la exposición a temperaturas extremas (temperaturas que superaron el percentil 99) causó una reducción en las poblaciones de aves en latitudes por debajo de los 55 grados norte o sur, sintiéndose los efectos más extremos en los trópicos, es decir, en latitudes por debajo de los 23 grados.

Los autores encontraron que el aumento de las temperaturas extremas fue más perjudicial para las aves que los aumentos de la temperatura media anual causados por el cambio climático.

El calor extremo representa una grave amenaza para las aves tropicales
La noción de que las poblaciones de aves están disminuyendo drásticamente no es nueva: un estudio de 2019 encontró que las poblaciones de aves en EE.UU. y Canadá han disminuido en un 30 % desde 1970, lo que significa una pérdida de casi 3.000 millones de aves.

Sin embargo, gran parte de esta pérdida se ha atribuido a impactos humanos más directos, como la pérdida de hábitat debido a la agricultura, la tala y la minería, o incluso las colisiones con edificios.

El estudio subraya la amenaza que el calor extremo representa para las aves en las regiones tropicales y ayuda a explicar por qué las aves están muriendo incluso en áreas remotas y protegidas, típicamente consideradas santuarios de biodiversidad.

En dos selvas tropicales intactas en Panamá y el Amazonas, las poblaciones de aves disminuyeron en más del 50 % para la mayoría de las especies entre 1977 y 2020, y entre 2003 y 2022, respectivamente, según el estudio.

Cuando las aves se exponen a un calor extremo, pueden sufrir hipertermia, donde su temperatura corporal se eleva a un nivel peligroso. Dado que las aves no pueden sudar, bajo estas condiciones, pueden comenzar a jadear o exponer más su piel para intentar liberar el calor.

El ave puede deshidratarse o desorientarse y, en algunos casos, perder el conocimiento y caer de sus perchas. La exposición al calor extremo también puede causar daño orgánico en las aves y dificultar su capacidad reproductiva.

Parte de lo que hace que los trópicos sean áreas tan importantes para la biodiversidad es también lo que los hace particularmente frágiles al cambio climático.

“Es casi la tormenta perfecta”, dijo Golo Maurer, director de estrategia de conservación de aves en Birdlife Australia.

En las áreas tropicales se encuentran especies con poblaciones pequeñas que han encontrado su nicho en un rango de temperaturas muy estrecho, indicó Maurer, quien no participó en el estudio. “Esto, a su vez, impulsa una diversidad asombrosa”.

Pero cuando las temperaturas aumentan más allá de estos rangos cómodos, las aves tropicales luchan por adaptarse, dijo Watson.

“Tienen poblaciones mucho más pequeñas, y su capacidad evolutiva es mucho, mucho menor”, dijo Watson.

“Otra llamada de atención”
Maurer dijo que el estudio muestra que “no podemos quedarnos de brazos cruzados” y asumir que las especies estarán seguras porque están en áreas protegidas.

“El cambio climático es tan generalizado que afectará también esas áreas”, afirmó.

Maurer dijo que ha notado cómo el cambio climático afecta a las aves en su hogar tropical del norte de Queensland, Australia, un área conocida por su biodiversidad con un gran número de aves endémicas.

Por ejemplo, los observadores voluntarios de BirdLife han tenido que ir a elevaciones más altas para avistar a los jardineros dorados, pequeñas aves amarillas que tienen un rango pequeño y viven en la selva tropical de Queensland, dijo Maurer.

Watson dijo que el estudio debería servir como “otra llamada de atención de que las emisiones de gases de efecto invernadero y el cambio climático son un problema importante para la biodiversidad”.

“Tenemos que mitigar el cambio climático como estrategia principal, porque perderemos un gran número de especies en los trópicos si no lo hacemos”.