Estas obras de arte de la naturaleza, que pueden llegar a ocupar vastas extensiones de hielo marino, se forman a partir de los vapores de agua que se escapan de las fisuras y huecos de la capa de hielo superficial y que, al entrar en contacto con el aire frío, se congelan.
La sal de la superficie se cristaliza y sirve de núcleo para la formación de la 'flor', según explica el blog Curiosón. A partir de este proceso de 'nucleación', que ocurre a temperaturas próximas a los 22 grados bajo cero, las estructuras de las flores crecen verticalmente a medida que el aire húmedo va entrando en contacto con la escarcha recién formada. Estas formaciones pueden encontrarse tanto en los mares del Ártico como de la Antártida, e incluso en lagos de agua dulce, siempre que la temperatura sea lo suficientemente baja, dicen los investigadores.
El graduado Jeff Bowman y su profesora Jody Deming, de la Universidad de Washington, sacaron preciosas fotografías de este fenómeno cuando realizaban un trabajo de investigación oceanográfica en aguas del océano Ártico, ya que alrededor del barco rompehielos que los trasladaba se formaban 'flores'.
Además de lo espectaculares que resultan, estas formaciones se convierten en un laboratorio ideal para estudiar los microorganismos que habitan en estas regiones y, según los investigadores de la Universidad de Washington, podrían ayudar a descubrir a dónde vamos o de dónde venimos, ya que estas flores también producen sustancias químicas, como formaldehídos, que pueden dar pistas sobre el origen de la vida en la Tierra, así como sobre la presencia de vida en otros planetas.
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