Enviado por Carla Mayorga
Natalie vivió confinada durante meses en una jaula con otro gato. Desarrolló mucho miedo a la gente y a otros gatos. Cuando fue adoptada, le gruñía a sus dueños, era muy desastrosa y mordía a quien le daba la oportunidad. Se deshicieron de ella y la entregaron a un refugio.
Se decidió que la gata fuera sacrificada. Pero un programa en una prisión de mínima seguridad en el estado de Washington presentó otra opción: entregarla a un par de reclusos. Natalie, de pelo negro y seis años, viviría en su celda, saldría de ella diariamente y aprendería modales.
Para Joey Contreras, de 28 años, la llegada de Natalie fue su boleto de salida de un dormitorio compartido por 40 personas hacia una celda para dos personas y con puerta. Contreras y su compañero de celda son dos de los cuatro prisioneros que participan en el programa "Cuddly Catz" (Gatos adorables) en las instalaciones de la correccional Larch en Yacolt.
Natalie llegó malhumorada, disfuncional y propensa a la agresión, pero ha cambiado mucho desde entonces. Ahora se deja acariciar, peinar e incluso cargar por varios minutos. Aún gruñe, pero rara vez sisea. Tiene un poste para arañar y una percha que ocupa buena parte de la celda. Contreras y su compañero se turnan para cuidar de ella.
La otra gata del programa está bajo el cuidado de Richard Amaro, quien dijo que la experiencia no sólo le permite escapar de la vida en dormitorio. "Uno se siente apegado a ellos", dijo Amaro.
Las autoridades penitenciarias esperan agregar otros cuatro gatos al programa. Los reclusos que son elegidos para su cuidado tienen que mostrar buena conducta; una infracción puede significar su regreso a la población general de la prisión. La consejera carcelaria Monique Camacho aseguró que la experiencia ayuda a reforzar el concepto de trabajo en equipo para prisioneros que suelen pensar solamente en ellos mismos.
Adaptado de El Universal.
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