Un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Diego construyeron un “panel luminoso vivo” hecho con 13.000 “biopixeles”. Se trata de pequeños compartimentos dentro del panel que están llenos de bacterias modificadas genéticamente para incorporar una proteína fluorescente que brilla.
Los biopixeles están formados por más de 50 millones de bacterias, que interactúan y se sincronizan entre sí, usando un mecanismo conocido como “detección de quorum” o “autoinducción”, un método mediante el cual los microorganismos pueden regular la expresión de un gen de acuerdo a la densidad de población, o determinar estrategias de adaptación a su medioambiente local.
Los investigadores en San Diego combinaron la expresión de una proteína fluorecente con el reloj biológico de las bacterias, que se sincroniza con otras colonias a través del mecanismo de detección de quorum. De este modo, las bacterias brillarán periódicamente al unísono como si fueran ampolletas.
Además de ser luces biológicas, esta técnica puede ser usada para otras cosas útiles. Los investigadores podrían crear “sensores de bacteria” capaces de detectar niveles bajos de toxinas, metales pesados, organismos patógenos y otros, a un bajo costo.
“Como las bacterias responden de distinta manera a diferentes concentraciones, variando la frecuencia de sus destellos, pueden entregar una actualización continua respecto de qué tan peligrosa es una toxina o un patógeno en cualquier momento”, explica Jeff Hasty, biólogo y bioingeniero de la Universidad.
Los investigadores creen que un sensor de este tipo que sea portátil sería posible en unos cinco años, el cual será capaz de realizar lecturas de diversas sustancias tóxicas así como de otros microorganismos. Este trabajo fue publicado en la revista Nature.
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