Se estima que 1 de cada 5 niños (de edades de 1 a 5 años) tiene un trastorno mental que requiere atención de salud. Los problemas de salud mental pueden surgir en cualquier etapa de nuestra vida, comenzando en la infancia. Estos trastornos mentales que pueden ser agudos o crónicos según su duración se manifiestan en el desorden de las ideas y de los sentimientos con trastornos del razonamiento, del comportamiento, de la facultad de reconocer la realidad y de adaptarse a los retos normales de la vida, afectando su calidad de vida en el proceso.
Epigénesis: ¿Qué tan probable es desarrollar un trastorno mental?
La psicopatología del desarrollo es la rama de la ciencia que estudia cómo se desarrollan trastornos mentales. Las experiencias traumáticas de la infancia, maltrato, exposición a la violencia tanto física como psicológica, son factores de riesgo significativos para el desarrollo de alguna anomalía que conduzca a un trastorno mental.
Esto ocurre debido a que todas esas experiencias negativas desencadenas respuestas biológicas fuertes o prolongadas a la adversidad activando diferentes estados neurofisiológicos en nuestro cuerpo que conducen a un mayor estrés oxidativo en las células, que afecta la arquitectura cerebral aún en desarrollo.
Lamentablemente, la mayoría de los niños con problemas de salud mental no reciben servicios. Alrededor del 20% de los niños con problemas de salud mental tendrán dificultades significativas a lo largo de sus vidas, lo que sugiere que los trastornos psicológicos infantiles son duraderos y continúan hasta la edad adulta.
Consecuencias a futuro
Los niños con problemas de salud mental tienen un mayor riesgo de dificultades en la escuela y con sus compañeros, así como desafíos en el empleo en el futuro, problemas de consumo de alcohol y adicciones, ruptura de relaciones, violencia familiar, actividad delictiva, delincuencia juvenil e incluso suicidio.
Los niños con problemas de salud mental tienen un mayor riesgo de dificultades en la escuela y con sus compañeros, así como desafíos en el empleo en el futuro, problemas de consumo de alcohol y adicciones, ruptura de relaciones, violencia familiar, actividad delictiva, delincuencia juvenil e incluso suicidio.
Criterios de adaptación de Bower
Para conocer si un niño pudiera tener su salud mental comprometida en algún grado, los criterios de adaptación de Bower indican las competencias que normalmente se adquieren durante diferentes etapas del desarrollo:
- Manejo de símbolos: un niño debe acceder al conocimiento y adecuado manejo de los símbolos de su cultura. Esos símbolos son el lenguaje hablado y escrito, las operaciones de cálculo y los modos de comportarse socialmente.
- Aceptación de la autoridad: un niño debe ser capaz de aceptar las reglas y las consecuencias que se derivan de la trasgresión de aquellas. Hay que evitar los extremos como el castigo excesivo o la indisciplina, pues terminan afectando su desarrollo.
- Convivir con los compañeros: el niño normal ha de saber desenvolverse con los niños de su edad sin dejar de ser él mismo. Ha de lograr pertenecer a su grupo y saber relacionarse con los demás miembros viviendo la regla de dar y recibir, que le servirá de entrenamiento para que en la vida adulta sepa vivir bien sus deberes y derechos sociales.
- Regulación de las emociones: el niño debe adquirir el control de su reactividad emocional a los estímulos del ambiente. Este control supone que el signo y la intensidad de sus respuestas emocionales sean congruentes con los estímulos que las producen y a la edad del niño.
Para conocer si un niño pudiera tener su salud mental comprometida en algún grado, los criterios de adaptación de Bower indican las competencias que normalmente se adquieren durante diferentes etapas del desarrollo:
- Manejo de símbolos: un niño debe acceder al conocimiento y adecuado manejo de los símbolos de su cultura. Esos símbolos son el lenguaje hablado y escrito, las operaciones de cálculo y los modos de comportarse socialmente.
- Aceptación de la autoridad: un niño debe ser capaz de aceptar las reglas y las consecuencias que se derivan de la trasgresión de aquellas. Hay que evitar los extremos como el castigo excesivo o la indisciplina, pues terminan afectando su desarrollo.
- Convivir con los compañeros: el niño normal ha de saber desenvolverse con los niños de su edad sin dejar de ser él mismo. Ha de lograr pertenecer a su grupo y saber relacionarse con los demás miembros viviendo la regla de dar y recibir, que le servirá de entrenamiento para que en la vida adulta sepa vivir bien sus deberes y derechos sociales.
- Regulación de las emociones: el niño debe adquirir el control de su reactividad emocional a los estímulos del ambiente. Este control supone que el signo y la intensidad de sus respuestas emocionales sean congruentes con los estímulos que las producen y a la edad del niño.
Cualquier tipo de trastorno psíquico infantil podrá afectar a una o varias de estas áreas de competencia. La gravedad del trastorno se medirá por la intensidad de la afectación.
Trastornos frecuentes en la infancia según el sexo
Los niños tienen en casi todas las edades más trastornos psíquicos que las niñas (11% por 7%). Los retrasos y dificultades en el aprendizaje afectan más a los niños que a las niñas. Los problemas de personalidad (desequilibrio emocional) son más frecuentes en los niños hasta los 8 años, pero, a partir de esa edad, suelen darse más en las niñas.
Los niños tienen en casi todas las edades más trastornos psíquicos que las niñas (11% por 7%). Los retrasos y dificultades en el aprendizaje afectan más a los niños que a las niñas. Los problemas de personalidad (desequilibrio emocional) son más frecuentes en los niños hasta los 8 años, pero, a partir de esa edad, suelen darse más en las niñas.
En los niños menores de 6 años son más frecuentes los trastornos menores, pero con un buen pronóstico, mientras que los niños mayores de 6 años tienen pocos trastornos, aunque de peor pronóstico.
Los trastornos más frecuentes en los niños incluyen la demanda de atención, hiperactividad, rabietas y mentiras. En las niñas los trastornos más frecuentes incluyen el miedo, timidez y tristeza. En general, los niños tienen más trastornos de conducta y las niñas más trastornos de personalidad. Existe una tendencia en que a los niños les cuesta más que a las niñas adaptarse a los cambios; por eso, sus trastornos psíquicos se dan más en los periodos de cambio.
Todas estas diferencias están influenciadas por las diferencias genéticas y de desarrollo entre hombres y mujeres, y probablemente debido a las diferencias culturales referentes al género.
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