jueves, 14 de diciembre de 2017

¿Porque envejecemos?

Aunque nuestro sistema genético ha evolucionado para detectar formas especí­ficas de daños y activar la expresión de genes que ayudan en la reparación,es cierto que todaví­a dicha reparación no es completa o eficaz pues dependemos del funcionamiento de una enzima denominada Telomerasa. 

El envejecimiento es un proceso biológico que representa la acumulación de cambios que se van sucediendo en nuestras células y tejidos con el paso del tiempo. Como consecuencia a este avance, se produce un fallo progresivo de comunicación entre células, tejidos y órganos, lo que incrementa el riesgo de enfermedades y muerte.

Esta evolución ocurre de forma progresiva desde el nacimiento hasta la muerte pero no de forma uniforme, pues la velocidad puede ser diferente entre personas, a la vez que puede ser diferente en el tiempo (es decir, en determinadas épocas de nuestra vida y bajo diferentes circunstancias ambientales -por ejemplo causadas por estresores externos como sucesos laborales, familiares, enfermedades, etc.- este proceso puede sufrir un aumento de la velocidad temporal). Es por eso que, con el paso de los años, nos podemos encontrar personas que aunque tengan 60 años, aparentemente parezcan más “viejas” que otras. Por lo tanto, hay variables individuales que hacen que la edad cronológica y la edad funcional varí­en en cada individuo.

Uno de los procesos de deterioro celular y tisular es consecuencia del déficit en los mecanismos de mantenimiento y reparación, así­ como el daño producido por el estrés oxidativo. El fracaso de los mecanismos de supervivencia en resistir o adaptarse a este estrés y reparar y reemplazar las moléculas dañadas es otro de los factores que contribuye al avance del envejecimiento. Por lo tanto, nuestro estado de salud dependerá fundamentalmente del equilibrio entre la eliminación de las células dañadas ví­a apoptosis y la proliferación y recuperación de las células nuevas.

La clave de casi todo este proceso se encuentra en el papel que desempeña el ADN en dicho envejecimiento, en parte porque no siempre existen mecanismos de reaparición del ADN dañado. En este aspecto, las intervenciones que se puedan realizar, ya sea a nivel genético como farmacológico, para reducir el daño en el ADN (donde se encuentra toda la información genética y se determina la predisposición a padecer enfermedades), promover su reparación y optimizar la respuesta celular, prolongará la expectativa de vida sana y frenará el envejecimiento.


Los Telómeros
El biólogo y genetista estadounidense Hermann Joseph Muller fue el primero que observó en los extremos de los cromosomas de la mosca Drosofila, la existencia de una especie de funda, a la que acuñó el término “Telómero”. Los telómeros son las secuencias más importantes del ADN porque protegen los extremos finales de los cromosomas. Cuando los telómeros son muy cortos, las células no pueden dividirse más y se vuelven senescentes y mueren. Precisamente, estostelómeros cortos están asociados a la mayorí­a de enfermedades de envejecimiento prematuro. En cambio, los telómeros largos están vinculados a un envejecimiento saludable y a más longevidad.

Unos años más tarde, el doctor estadounidense Leonard Hayflick descubrió que el tejido proveniente de los pulmones parecí­a morir después de que las células se hubieran dividido unas 50 veces y estableció que, para la mayorí­a de las células humanas, el lí­mite era de unas 50-60 divisiones (lo que se conoce como el “Lí­mite de Hayflick”). Cada vez que una célula se divide, pierde parte de este telómero, así­ que llega un momento en que el telómero alcanza un tamaño crí­tico, lo que genera inestabilidad cromosómica, fusiones y pérdidas. Las células con dicha inestabilidad cromosómica tienen un aumento en la probabilidad de producir errores que conlleven cambios genéticos de importancia para el proceso de desarrollo neoplásico. Si por el contrario, se sufren fusiones y pérdidas, esto provoca una incapacidad para dividirse y para sobrevivir, dando lugar a la apoptosis, es decir, la muerte celular.

Además de la reducción natural de telómeros debido al proceso evolutivo (desde que nacemos hasta quemorimos) se ha demostrado que el estrés y los radicales libres también reducen los telómeros y, por lo tanto, acortan la longevidad celular.

La Telomerasa
La Telomerasa es una ribonucleoproteí­na que sintetiza las secuencias repetitivas de los telómeros, estabilizando así­ la longitud de los mismos y siendo responsable de la extensión y mantenimiento del telómero. La Telomerasa es una enzima que confiere longevidad a las células. Si activáramos la Telomerasa podrí­amos extender la vida de las células por encima del antes mencionado “Lí­mite de Hayflick”.

La mayor actividad telomerasa la tienen las células embrionarias, las células germinales masculinas (células reproductivas), los óvulos y el esperma. Los óvulos son inusuales pues no se dividen después del nacimiento, pero en el esperma se genera continuamente (por eso tiene actividad telomerasa) y sus telómeros nunca se vuelven cortos. Solo en células proliferativas de tejidos que necesitan una gran renovación, nos podremos encontrar una cierta actividad telomerasa. Algunas de estas células son:
Células madre hematopoyéticas: células somáticas especializadas que tienen una cierta actividad telomerasa y sus telómeros permanecen más largos que las células ordinarias somáticas (envejecen, solo que no tan rápido).
Linfocitos activados (sistema inmunitario)
Células basales de la epidermis
Endometrio proliferativo
Células de las criptas intestinales

Diagnóstico y tratamiento
La longitud de los telómeros y, en particular, el aumento de telómeros cortos, se ha propuesto como un biomarcador de envejecimiento y de estado de salud general. Este estudio actualmente lo están realizando Life Length y el laboratorio Canadiense Repeat Diagnostics, a través de varios laboratorios en España con los que han establecido acuerdos para la toma de muestras. Una amplia variedad de estudios muestran la asociación de los telómeros cortos con patologí­as relacionadas con la edad y el cáncer, así­ como con la vida útil y la mortalidad. Hoy es posible realizar una prueba para medir la longitud telomérica.

El interés de esta prueba va más allá del propio estudio del envejecimiento, pues aporta beneficios en campos como la oncologí­a, neurologí­a, enfermedades neurodegenerativas, cardiologí­a, infertilidad y para el desarrollo de productos en colaboración con departamentos de I+D (de cosmética, nutrición, farmacia, etc.).

En cuanto al tratamiento, se está investigando mucho en este sentido. En el mercado ya existe un complemento alimenticio, el TA65, que ha demostrado ser capaz de reparar los telómeros crí­ticamente cortos y dentro de unos meses se dará por finalizado un nuevo estudio con aproximadamente 100 pacientes voluntarios, sanos y mayores de 55 años, tratados con este complemento en diferentes dosis. Aunque se están llevando a cabo otros estudios, hoy todaví­a no se conocen otros tratamientos que puedan aplicarse en humanos.


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