martes, 15 de octubre de 2019

Flor de calabaza

Estas deliciosas flores amarillas forman parte de nuestra gastronomía y también de la italiana. La calabaza es una cucurbitácea mesoamericana y era una parte esencial de la dieta cotidiana antes de la Conquista, estimando que se cultiva desde hace más de diez mil años. Su importa han encontrado representada en códices y en diferentes artes decorativas. Las flores se pueden comer tanto crudas como cocidas y se aprovechan tanto sus tallos como sus flores.


Desde tiempos prehispánicos, las flores y tallos tiernos son importantes en la gastronomía de México y hay platillos muy tradicionales hechos con ellas –como la sopa de guías de Oaxaca y las quesadillas que se comen en muchos lugares del Centro de México– y cremas u otros platillos creados por cheffs debido a que la cocina mexicana está siendo revalorada en estos tiempos.

Botánicamente, las plantas de la calabaza tienen flores masculinas y femeninas, y el fruto, la calabaza, procede de éstas. Las flores son brillantes y coloridas, y tienen vida extremadamente corta, las flores de algunas especies se abren tan sólo por un día. El color de las calabazas viene de los abundantes pigmentos anaranjados que hay en las flores de la planta. 


En México se comen las flores y los tallos tiernos que provienen, principalmente, de Cucurbita argyrosperma (calabaza pipiana), Cucurbita moschata (calabaza de Castilla), Cucurbita ficifolia (chilacayote) y Cucurbita pepo (calabacita). 

A pesar de que dichas flores no tienen aroma, su sabor sí es especial, y al combinarlas con epazote y sal se obtiene una mezcla deliciosa. Se emplean en sopas, quesadillas, cremas y otros platillos tradicionales de nuestro país.

Aunque el tiempo de vida de las flores corresponde a un corto periodo, su fruto, que es la calabaza, se adapta a muchos tipos de cultivos en cualquier época del año, aunque se les aprovecha mejor entre mayo y octubre. Suelen cosecharse en lugares pequeños.


Las características de las calabazas y su adaptación al cultivo hacen que prácticamente en cualquier época del año haya flores y tallos en los mercados del México central. En la calabaza de Castilla se han contado entre 174 y 222 flores por planta. Las calabazas tienen dos épocas en que las flores pueden ser aprovechadas: la primera ocurre entre finales de mayo y principios de junio, y la segunda va de finales de agosto a principios de octubre. Los campesinos que la tienen en cultivares pequeños, casi siempre junto a otros cultivos más comerciales, aprovechan los frutos inmaduros y sus flores consumiéndolas domésticamente o comercializándolas en los mercados regionales. 


Al igual que la flor de calabaza, la chaya, los quintoniles, los romeritos, la hoja santa, los berros, las verdolagas y el pápalo se consideran como quelites, todos son característicos de la milpa y abundan en temporada de lluvias.

En las flores y los tallos jóvenes está la mayor parte de los nutrientes. Una importante cantidad de vitaminas y aminoácidos se concentran en esas partes de la planta. Comer tallos y flores es común en muchas partes de México, aunque en otras es totalmente desconocido. Las flores de la calabaza no tienen aroma y sus pétalos, lo mismo que el resto de la flor, se cuecen muy fácilmente. Para potencializar su ligero y agradable sabor se combinan con epazote y sal principalmente. 


Tiene un alto contenido de vitamina C, que protege al cuerpo de la oxidación.
Incluye ácido fólico, indispensable para asegurar la salud fetal.
Posee vitaminas del complejo B, útiles en general para que se realicen adecuadamente diversas funciones del organismo. 
Contiene potasio para ayudar a la comunicación entre los nervios y los músculos. Sus hidratos de carbono brindan energía. Son el combustible natural del cuerpo.Además contienen potasio, magnesio, calcio y fósforo, entre otros elementos.

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