Se trata de nanocápsulas cargadas con un péptido –pequeña cadena de aminoácidos– que se liberaría de forma controlada para generar así la apoptosis de las células afectadas.
La principal novedad de este nuevo trabajo, publicado en el último número de Chemistry-A European Journal, es la encapsulación del péptido. Según explica Martínez Máñez, el problema actual del uso de estas moléculas en terapias clínicas es su alto índice de degradación y baja biodisponibilidad. De hecho, un gran número de productos terapéuticos peptídicos no obtienen aprobación por agencias reguladoras debido a estas limitaciones.
“El plasma sanguíneo alberga más de 120 proteínas, entre las que se encuentran numerosas enzimas que degradan las moléculas. La encapsulación de péptidos en partículas de sílice mesoporoso podría ser de aplicación general para administrarlos de forma controlada y efectiva en la práctica clínica. En este caso, cuando la nanopartícula entra en las células, la polilisina que recubre las nanopartículas se degrada y permite que se libere el péptido y ahí induce la muerte de la célula cancerosa”, explica Jerónimo Bravo, investigador del IBV.
El uso de péptidos nanoencapsulados permitiría reducir también la toxicidad de la terapia, ya que son menos agresivos que los citotóxicos empleados actualmente para inducir la apoptosis de las células cancerígenas. “Además, la encapsulación permite utilizar menos medicamento y permitiría también reducir los efectos secundarios en los pacientes”, apunta Jerónimo Bravo.
Tras su validación a escala de laboratorio, el siguiente paso sería la evaluación con modelos animales.
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