Enviado por Wendy Bernal.
Se teme que en algunas partes del mundo, las emisiones de gases con efecto invernadero, mayormente dióxido de carbono, provocarán fuertes sequías en décadas venideras. Poco a poco, van surgiendo pronósticos de tales sequías para zonas específicas de la Tierra. Ahora le ha llegado el turno a Estados Unidos, país donde, según los resultados de una investigación reciente de la NASA, sus llanuras centrales y el sector sudoeste del territorio continental podrían sufrir para la segunda mitad de este siglo sequías más intensas y más duraderas que las de los últimos mil años.
Se teme que en algunas partes del mundo, las emisiones de gases con efecto invernadero, mayormente dióxido de carbono, provocarán fuertes sequías en décadas venideras. Poco a poco, van surgiendo pronósticos de tales sequías para zonas específicas de la Tierra. Ahora le ha llegado el turno a Estados Unidos, país donde, según los resultados de una investigación reciente de la NASA, sus llanuras centrales y el sector sudoeste del territorio continental podrían sufrir para la segunda mitad de este siglo sequías más intensas y más duraderas que las de los últimos mil años.
Las sequías naturales severas, como la de la década de 1930 que recibió el nombre de Dust Bowl (“Cuenco de Polvo”) y causó estragos en América del Norte, o como la actual sequía en el sudoeste estadounidense, no han acostumbrado a durar más de una década. La investigación realizada por el equipo de Ben Cook, climatólogo del Instituto Goddard para Estudios Espaciales (GISS, por sus siglas en inglés), ubicado en la ciudad estadounidense de Nueva York y dependiente del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, apunta a que para la segunda mitad de este siglo se desencadenarán en tales zonas sequías igual de severas pero que durarán por lo menos 30 años, y quizá más.
Humedad del suelo 30 centímetros por debajo de la superficie, pronosticada hasta el año 2100 para un escenario de altas emisiones. (Imagen: Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA) |
La probabilidad actual de una megasequía, o sea una sequía que dure más de tres décadas, es del 12 por ciento. Si las emisiones de gases con efecto invernadero dejan de aumentar a mediados del siglo XXI, la probabilidad futura estimada por Cook y sus colegas para una megasequía será de algo más del 60 por ciento.
Sin embargo, si las emisiones de gases con efecto invernadero continúan incrementándose a lo largo del siglo XXI siguiendo las actuales tendencias, se calcula en un 80 por ciento la probabilidad de que se desencadene una megasequía de décadas de duración en las citadas zonas del sudoeste y las llanuras centrales entre los años 2050 y 2099.
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