Enviado por Norma Minor.
Un nuevo estudio que utilizó imágenes cerebrales ha descubierto que la actividad en un área del cerebro conocida como ínsula posterior dorsal esta directamente relacionada con la intensidad del dolor.
Los investigadores, de la Universidad de Oxford, utilizaron una nueva técnica de imagenología cerebral para observar a 17 voluntarios mientras experimentaban dolor en un lapso de varias horas. La actividad en sólo una zona del cerebro, la ínsula posterior dorsal, reflejaba la clasificación de que tan fuerte era el dolor que estaban sintiendo.
Los resultados, publicados en el diario Nature Neuroscience, podrían ayudar a detectar el dolor en personas con habilidades de comunicación limitadas, como pacientes en coma, con demencia o niños pequeños.
De acuerdo al equipo de científicos, el dolor es una experiencia compleja y multidimensional, la cuál produce actividad en muchas regiones cerebrales involucradas con cosas como la atención, las emociones (como miedo) y localizar la parte donde esta el dolor. Pero la ínsula posterior dorsal, parece ser específica para el grado de intensidad del dolor experimentado.
Para lograr el descubrimiento, los investigadores desarrollaron un nuevo método de seguimiento de la actividad cerebral basado en una técnica llamada etiquetado arterial giratorio. Esto les permitió ver estados cerebrales más complejos que se prolongaban por periodos más largos. Al rastrear el dolor durante varias horas, pudieron filtrar las experiencias momentáneas, tales como variaciones en la atención y el miedo.
El equipo siguió la actividad cerebral de los voluntarios, al aplicar una crema que contiene capsaicina (el ingrediente activo en los chiles) en sus piernas, lo cual produce una sensación de ardor. Los participantes indicaron cuanto les dolía esta sensación de ardor.
Una vez que la sensación comenzaba a desaparecer, los investigadores ‘re-encendían’ la sensación poniendo una botella de agua caliente en donde la crema había sido aplicada. Varios minutos después, les cambiaban la botella por una con agua fría, lo cual aliviaba el dolor. Los voluntarios calificaron la intensidad del dolor. Los cambios de actividad en la ínsula posterior dorsal registraron las variaciones en la intensidad de los participantes.
Los investigadores esperan que el hallazgo los ayude en el tratamiento contra el dolor cuando otros métodos han fallado.
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