Las microexpresiones son movimientos involuntarios de los músculos de la cara, en momentos especialmente emotivos y que estén relacionados con una situación que pueda provocarnos ansiedad; ya sea por motivos positivos o negativos. En la actualidad, se ha determinado que las siete emociones básicas (Alegría, rabia, tristeza, sorpresa, desprecio, miedo y asco) no pueden ser “falsificadas”, pues los músculos de la cara se mueven, en la mayoría de los casos, de manera automática, y no hay forma que podamos reproducir esos movimientos perfectamente de manera consciente, aún con mucha práctica.
Inclusive los actores profesionales, cuyo trabajo versa precisamente en tal falsificación, no podrían ser más efectivos que un no iniciado en las artes escénicas si se enfrenta a una situación de peligro inminente, o de profundo estrés emocional, pues su reacción será tan primaria como la nuestra.
Automáticas e involuntarias
Las microexpresiones se llaman así no precisamente porque sean muy pequeñas, sino porque su duración en el rostro humano es increíblemente corta (aproximadamente la vigésima parte de un segundo). A tal velocidad, y combinándola con la conversación, los movimientos del cuerpo, los gestos manuales y la iluminación (todos elementos distractores), es muy posbile pasarlas por alto.
Es por ello que para un estudio verdadero de esos micromovimientos, es necesario filmar a alta definición al sujeto, para que tengamos la posibilidad posterior de ver la grabación una y otra vez, si es posible cuadro a cuadro.
Para facilitar su estudio, Paul Ekman, un científico estadounidense, creó el Facial Action Coding System (FACS), que es un método para clasificar los movimientos asociados a los músculos de la cara . Puesto que combinar los movimientos de músculos individuales sería una tarea titánica a la vez que poco práctica, Ekman decidió agrupar los músculos en “clusters” o Unidades de Acción, de tal manera que fuese más fácil su clasificación. Claro está, la frase “más fácil” es un eufemismo que se queda corto, pues aún con esta aproximación simplificada es posible contar más de 10.000 expresiones faciales distintas.
El “Proyecto Wizards” Ekman llevó a cabo una investigación llamada “El Proyecto Wizards (magos)”, posteriormente llamada Proyecto Diógenes. Consistía en determinar qué porcentaje de la población era capaz, de manera natural, de determinar a simple vista si una persona está mintiendo o no. Los llamados “Magos” que determinaba el estudio, eran aquellas personas que podían ubicar mentiras con una efectividad mayor al 80% (presumiblemente por su facilidad para detectar microexpresiones de manera natural), mientras que una persona común y corriente no es mucho mejor que un aleatorio 50%.
El Estudio reveló que apenas el 0.0025% de la población tiene esta facultad, pues de 20.000 personas estudiadas, tan sólo 50 cumplieron con el criterio. Hechos como éste han ayudado a alimentar el “mito” de los mentalistas que son capaces de leer la mente de las personas, cuando en realidad simplemente son individuos con una excelente capacidad de observación. La práctica hace al maestro Existe también una herramienta en línea llamada Micro Expression Training Tool (METT) que es una aplicación flash muy sencilla donde podemos aprender sobre las microexpresiones y los distintos tipos de emociones, qué músculos están implicados en cuál manifestación y prácticas o “drills” para revisar nuestras habilidades.
Evidentemetne, a medida que avanzamos con la herramienta, ésta se hace progresivamente más difícil; y por otra parte, los ejercicios que antes nos parecían imposibles comienzan a resolverse con suma facilidad, puesto que nuestro cerebro se va acostumbrando a ver áreas precisas de la cara que son comunes a varias emociones. Aplicaciones en la actualidad El estudio de las microexpresiones faciales ha probado su valía con creces en campos tan dispares como la criminología, la psicología, la medicina e incluso la animación de personajes 3D.
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