Uno de los grandes problemas de los países desarrollados es la chatarra electrónica, que se caracteriza por su acelerado crecimiento debido a la abundancia de dispositivos tecnológicos y su rápida obsolescencia. Prácticamente todos los océanos, mares, ríos y espacios abiertos se encuentran afectados por estos desechos, residuos dañinos que, afortunadamente, algunas mentes creativas se esfuerzan en reciclar.
Es el caso de Ann P Smith, una artista inovadora que diseña robots con piezas de máquinas viejas, apoyando, con su creatividad, la causa verde a la vez que la rentabiliza. Comercializa los desechos reconvertidos en juguete, arte o nuevos aparatos electrónicos.
Un loro creado a partir de un secador de pelo roto, ratones de ordenador, sacapuntas eléctrico o teclados. Un camello que nace gracias a piezas de impresora; un búho con componentes de radio y bombillas; un calamar elaborado con cables, auriculares y una maquinilla de afeitar; un pelícano limpiaparabrisas…
Los robots esculturas de Anna tienen movimiento y se venden con gran aceptación en distintas tiendas y galerías de EE.UU. En 2006, la Fundación de Elizabeth Greenshields le otorgó una subvención por su trabajo continuado en las bellas artes. Ann ha trabajado con el Centro de Ciencias de Montreal, así como con el Museo de Niños de Providence.
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