Este vídeo que abre el post posiblemente nos diga todo lo que necesitamos conocer del prodigio que caracteriza a las especies conocidas como rosas de Jericó, nombre que en esencia designa a la ‘Anastatica hierochuntica‘, una planta procedente de los desierto de Arabia y el Mar Rojo, capaz de ‘volver a la vida’ –en realidad no muere– tras meses e incluso años de permanecer completamente seca, aparentemente muerta, y así capear los períodos de sequía para volver a revivir en cuanto las condiciones –humedad o agua abundante– le sean favorables.
"El proceso de secado y reverdecer es completamente reversible y se puede repetir muchas veces. La capacidad de la planta para hacer esto se atribuye a la presencia de trehalosa, un azúcar disacárido involucrado en varios mecanismos de criptobiosis. Aunque la planta rehidratada a veces se describe como la extinción de las nuevas hojas, flores y frutos, esto es discutido, en cambio, las semillas pueden germinar y brotar a veces en nuevas instalaciones al estar presente en el fruto de la planta madre muerta".
En este time-lapse de Sean Steininger lo que en realidad podemos observar es el proceso de recuperación de la planta de la resurrección (‘Selaginella lepidophylla‘), originaria del desierto de Chihuahua, en América del Norte, a la que, por su parecido comportamiento biológico se le denomina también a veces rosa de Jericó.
A la rosa de Jericó propiamente dicha se le atribuyen desde tiempos remotos propiedades de todo tipo, desde las más funcionales, como las de adivinar el clima o ahuyentar a los mosquitos; hasta las más que dudosas, esotéricas y ‘milagrosas’, como “prosperidad y éxito”, “talismán contras la energías negativas” o “protección”.
En cualquier caso, y tal y como nos muestra el vídeo, su principal propiedad, en cualquiera de sus variantes, radica en su belleza y en ese espectacular proceso biológico que las convierte en auténticas maravillas de la naturaleza, en auténticas aves fénix del mundo vegetal.
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