Hoy hablamos de la agalmatofilia, una parafilia caracterizada por una atracción sexual irrefrenable hacia todo tipo de estatuas, bustos, maniquíes, muñecos u objetos inanimados similares. Se trata de un trastorno psicosexual (parafilia) que consiste en sentir una atracción sexual enfermiza por este tipo de objetos.
Fue descrito por primera vez por el psicólogo alemán Richard von Krafft-Ebing, quien escribió sobre un jardinero que se enamoró de una estatua de la Venus de Milo e intentó consumar esta relación, en 1877.
La agalmatofilia también se conoce con los términos de estatuofilia o amor por los maniquíes.
Entre las apetencias sexuales de los agalmatofílicos puede encontrarse el simple hecho de tener una fantasía en la que se mantienen relaciones sexuales con una estatua u otro objeto de deseo; mantener un contacto sexual directo con el objeto inanimado u observar esculturas en posiciones sugerentes o desnudas. No es extraño encontrar dentro de esta parafilia el pigmalionismo que, en referencia al mito de Pigmalión en el que el escultor se enamoró de una estatua que había hecho él mismo, revela un sentimiento exacerbado hacia un objeto creado por uno mismo.
A pesar de lo que pueda parecer, esta parafilia es bastante popular a nivel mundial, sobre todo en los países del norte de Europa. Los agalmatófilos pueden anhelar el contacto sexual con el objeto de su deseo. También pueden fantasear con tener encuentros sexuales o no sexuales con un objeto, o con ver varios objetos, como dos estatuas, interactuar de manera sexual o no sexual. Por lo general, las personas con agalmatofilia se sienten atraídas por las estatuas desnudas, muñecas o maniquíes, pero no siempre es así, pues también pueden excitarse ante la idea de transformarse a sí mismos o quizá a otra persona en su objeto preferido de deseo. Estas fantasías juegan con la idea de que una vez transformada, la persona quedará inmóvil, dando más control a este otro.
La etimología de esta palabra procede del griego “agalma” que significa “estatua” y -philia, que significa “amor”. La agalmatofilia también se conoce habitualmente agalmatosexualismo.
La atracción sexual por las estatuas parece prevalecer en el mundo antiguo o clásico: el caso de la Afrodita cnidiana es de particular interés. Según múltiples fuentes, esta estatua, realizada por el escultor clásico Praxíteles de Atenas fue capaz de despertar el deseo erótico en el observador. Sin embargo, este caso debe contextualizarse en la antigua Grecia, donde se atribuían diferentes poderes a las divinidades y se daba gran importancia a la Mimesis, la imitación de la naturaleza como fin esencial del arte o lo artístico. El caso literario de Pigmalión, registrado por el poeta romano Publio Ovidio Nasón en las Metamorfosis, también juega un papel clave en este contexto. Aquí, el poder de la poesía permite lograr un final feliz mediante la transformación de la estatua en una mujer real y no la esencia de la agalmatofilia tal y como la conocemos actualmente, hacia una forma contemporánea de agalmatofilia, la que emplea muñecos sexuales o maniquíes.
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