En la mitología griega, una hidra era una gigantesca serpiente que tenía varias cabezas (el número podía variar, ya que no se trataba de una cifra fija), y que soplaba un aliento envenenado por la boca sobre las marismas de Lerna, cerca de Argos.
La destrucción de la Hidra fue uno de los doce trabajos de Hércules, quien lo logró con la ayuda de su sobrino Lolaos. De hecho, cuenta la historia que, cuando se le cortaba una cabeza, de repente aparecían dos. Debido a ello, el personaje se vio obligado a quemar cada herida del monstruo con fuego, y finalmente acabó con él cortando la cabeza de en medio (que, a veces, se decía que era inmortal).
Como vemos, aunque en la mitología griega, la hidra es una gran serpiente con muchas cabezas, en nuestro mundo de hoy en día, la hidra consiste en un pequeño pólipo de agua dulce, una criatura asombrosa, con una reputación increíble: tiende a ser virtualmente imposible de matar.
Debido a ello, los científicos llevan año estudiándola, intentando comprender cuál sería el mecanismo de la inmortalidad de este pequeño animal, con increíbles capacidades para regenerarse. No en vano, la hidra puede volver a regenerar las partes de su cuerpo que habrían sido amputadas. Y no solo eso: de estas partes desprendidas o amputadas, puede, incluso, desarrollarse un nuevo animal.
¿Qué es exactamente una hidra?
La hidra consiste en un organismo multicelular, un cilindro tubular con un apéndice peatonal ubicado en un extremo, y una boca en forma de tentáculo en el otro. Anteriormente, algunos aspectos relacionados con la regeneración de la hidra han sido identificados, pero los científicos querían entender cómo su genoma dirige a sus células para que desarrollen una cabeza completamente nueva.
Así, un estudio publicado a comienzos de este mes en Genome Biology and Evolution ayudaría a arrojar más luz sobre ello.
¿Qué nos dice el estudio?
La investigación se llevó a cabo en el laboratorio Mortazavi de la Universidad de Irvine, concretamente en el Departamento de Biología del Desarrollo y Biología Celular.
De acuerdo a sus autores, “los científicos han sabido que las hidras pueden regenerarse desde que descubrieron estos pequeños animales hace cerca de 280 años”.
Para seguir investigando sobre ellas, “los investigadores identificaron primero más de 27.000 factores genéticos que desempeñan un papel en la regeneración de la hidra, luego mapearon subconjuntos más pequeños de varios miles de elementos para encontrar los interruptores en el genoma de la hidra que solo estaban activos cuando las hidras producían nuevos brotes”.
Descubrieron así que, cuando una hidra brota, se necesitan alrededor de 72 horas para que vuelva a crecer una yema, mientras que una yema se regenera. El reemplazo, finalmente, se demora alrededor de 48 horas.
Según los científicos, “durante la gemación, los genes (incluidos los involucrados en el organizador principal) parecen aumentar lenta y constantemente con el tiempo”. Mientras que, “durante la regeneración, en cambio, los genes tienen expresiones más dinámicas, algunas aumentan rápidamente y luego disminuyen, y tienen un pico de expresión en diferentes momentos de la regeneración”.
Por primera vez, los investigadores han observado variaciones en las instrucciones genéticas para el crecimiento de la cabeza en las hidras, de manera que cientos de genes distintos están trabajando en los tres procesos de crecimiento de una nueva cabeza, su desarrollo y, finalmente, su posterior brote.
Dicho de otra forma, “esto significaría que hay tres formas distintas de que la hidra haga una cabeza, según las circunstancias”.
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