Enviado por Diana Laura Soto Tovar
Los hongos alucinógenos crean un cerebro hiperconectado lo cuál influye en el efecto que tienen sobre las personas. El ingrediente activo en esta droga psicodélica es la psilocibina, la cual interrumpe los circuitos de comunicación normales del cerebro, conectando regiones cerebrales que normalmente no interactúan.
La psilocibina es conocida por estimular alucinaciones vívidas. Puede hacer que los colores se vean sobresaturados y disolver los límites entre distintos objetos.
El equipo internacional de investigadores, liderados por Giovanni Petri, de la Fundación ISI, en Italia, busca entender como funcionan las drogas psicodélicas para poder utilizarlas en tratamientos psiquiátricos, en escenarios controlados, en un futuro.
Los científicos saben que la psilocibina se une a un receptor de serotonina en el cerebro, pero la forma exacta de cómo los hongos alucinógenos transforman los patrones de comunicación del cerebro aún resulta incierto. Un estudio anterior encontró que la psilocibina induce al cerebro a un estado parecido al de los sueños, y que la droga disminuye la actividad cerebral.
En la investigación, los investigadores utilizaron imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) para registrar la actividad de 15 voluntarios sanos, primero tras tomar un placebo y posteriormente después de ingerir psilocibina.
El equipo comparó la actividad de los individuos con y sin la droga, y crearon un mapa de las conexiones entre diferentes regiones.
La psilocibina transformó de forma dramática la organización cerebral de los participantes. Bajo los efectos de la droga, regiones del cerebro, normalmente incomunicadas, mostraron actividad cerebral estrechamente sincronizada. Esto sugiere que la sustancia estimulaba conexiones de largo rango que el cerebro normalmente no haría. Después de que el efecto de la droga se terminó, la actividad cerebral regreso a la normalidad.
Ilustración simplificada de las conexiones rastreadas tras ingerir el placebo (a) y la psilocibina (b). Crédito de la imagen: Petri et al., 2014.
Los resultados fueron publicados en la revista Journal of the Royal Society Interface.
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