Este padecimiento afecta a las articulaciones pequeñas y medianas como muñecas, codos, manos, rodillas, tobillos y hombros, así como a otros órganos del cuerpo; piel, ojos, corazón, sistema nervioso, pulmones, sangre y aparato músculo-esquelético.
En 2013, el Congreso del Colegio Mexicano de Reumatología, reportó una prevalencia del 1.6% dentro de la población, lo que colocó a México dentro de los países con alto porcentaje en artritis reumatoide. Tres de cada cuatro personas con artritis reumatoide son mujeres, esta diferencia entre sexos disminuye a edades más avanzadas.
Es una enfermedad autoinmune, es decir, se produce cuando el sistema inmunitario ataca por error los tejidos del cuerpo. Los investigadores no saben qué provoca este padecimiento, aunque parece probable que sea un componente genético que provoca vulnerabilidad a los factores ambientales, causando infecciones que pueden desencadenar la enfermedad.
Como se menciona en el párrafo anterior, un factor de riesgo para la artritis es la predisposición genética, se ha comprobado que debido a ello puede aumentar hasta un 70% la posibilidad de desarrollarla. Sin embargo, las mujeres son más propensas que los hombres. Se puede producir a cualquier edad, pero regularmente el inicio es a los 40 años. Si un familiar padece artritis reumatoide, el riesgo de padecerla puede ser mayor.
Las personas que tienen sobrepeso o son obesas, especialmente las mujeres de hasta 55 años, pareciera que presentan un mayor riesgo de desarrollo de artritis reumatoide. De la misma manera hay factores externos como el tabaquismo que aumenta el riesgo de desarrollarla.
Los síntomas varían de una persona a otra, entre ellos están: articulaciones sensibles a la palpación, pueden sentirse calientes e hinchadas; rigidez articular que generalmente empeora por las mañanas y después de la inactividad; y cansancio, fiebre y pérdida del apetito.
Para diagnosticar la artritis reumatoide, los médicos tienen en cuenta la historia médica, el examen físico, las radiografías y los estudios de laboratorio.
Aunque no hay cura para la artritis reumatoide, el tratamiento ha mejorado mucho en los últimos años, puede detener el dolor y la hinchazón de las articulaciones, también previene el daño articular.
El tratamiento puede incluir medicamentos, éstos se pueden dividir en dos grupos: 1) los que pueden aliviar los síntomas, y 2) los que pueden modificar la enfermedad. Es probable que a veces se utilicen dos o más medicamentos en forma simultánea, cada uno de los cuales tendrá un propósito específico. Algunos de estos medicamentos afectan el sistema inmunológico o tienen efectos secundarios, por lo que será de gran importancia tomarlos bajo supervisión médica. Un tratamiento temprano dará mejores resultados a largo plazo.
Otra opción es la cirugía, la cual puede reducir el dolor, ayudar a que la articulación funcione mejor, y ayudar a las personas a hacer sus actividades diarias. La cirugía no es para todos, es necesario consultar al médico para ver cuál es la mejor opción.
Es conveniente consultar al reumatólogo con frecuencia durante el año, esto ayudará a un control de la enfermedad y examinar si hay efectos secundarios de los medicamentos. A veces se sugieren dietas especiales, vitaminas y otras terapias alternativas o complementarias para controlar el dolor, como un programa de ejercicio, grupos de apoyo o clases educativas.
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores como Órgano Rector de las Políticas Públicas a favor de este grupo poblacional se interesa en la detección y abordaje de la Artritis Reumatoide, por lo que busca informar acerca de este padecimiento y dejar al alcance de la población los datos que ayuden a su prevención.
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