Existe una adaptación retiniana, en donde los receptores aumentan o disminuyen la cantidad de pigmento. Cuanto menos luz, más pigmento, y viceversa. Pero el auténtico protagonista, es sin duda, el iris.
Todos sabemos lo que es el iris: ese diafragma, normalmente de un color vivo, que es capaz de variar el tamaño de su apertura central (la pupila o niña). La gente suele pensar que el iris está en la parte más superficial del ojo, aunque realmente está unos milímetros por detrás de la córnea. Lo que pasa es que esta córnea es un tejido transparente, invisible a simple vista.
Cuanta más luz, el iris cierra la pupila y entra menos radiación luminosa dentro del ojo: así evitamos deslumbrarnos. En penumbra, la pupila se dilata para que entre la máxima cantidad posible de luz.
Estamos acostumbrados al funcionamiento del iris humano, en donde la pupila tiene una forma perfectamente circular:
Pero la diversidad de pupilas que encontramos en el mundo animal es asombrosa. Tenemos la típica pupila de gato, con la pupila en forma de hendidura vertical:
También existen hendiduras horizontales, como es el caso de la cabra montesa:
No sólo los mamíferos terrestres tienen pupila. De hecho, casi todos los vertebrados la poseen. Podemos ver el ojo de un pulpo, con su pupila de hendidura horizontal:
Hablando ya de animales acuáticos, existen algunos cuya pupila tiene formas curiosas. Por ejemplo, el ojo de la raya:
Tiene un inclusión del iris hacia la pupila en su parte superior, quedando la pupila con forma de “U”. Esta protusión hace de sombrilla, excluyendo los intensos rayos de luz que vienen de la superficie. Además se cree que tienen una función de camuflaje.
El ojo de la sepia es más curioso todavía, porque tiene forma de “W”
Se cree que esta disposición ofrece también las ventajas de camuflaje y protección de la luz de superficie.
Pero no nos olvidemos que la principal misión del iris es regular la entrada de luz. Aunque la forma pupilar más “regular” es la redonda, las demás formas son válidas. De hecho, la hendidura tiene varias ventajas. Los ojos con buena visión nocturna necesitan de una mayor reducción de luz si quieren manejarse de día. Así, una hendidura vertical permite que al entrecerrar los parpados se consiga un control adicional. Nosotros, al tener la pupila redonda y central, no podemos entrecerrar los párpados para controlar la luz sin alterar la visión.
Pero, para minimizar la entrada de luz, tenemos el iris del geco:
Tiene un ojo grande porque es un reptil muy adaptado a la vida nocturna. Sin embargo, a la vez se desenvuelve bien por el día gracias a la impresionante adaptación de su iris. Cuando se cierra, su hendidura vertical es capaz de dejar solamente cuatro pequeños orificios como puntas de alfiler:
Por último, acabo con un dato médico, volviendo a hablar del ser humano. Las “pupilas de gato” que podemos ver en algunas ocasiones se deben a una enfermedad llamada coloboma de iris
Realmente no es que la pupila de una persona sea una hendidura como los gatos, es que falta una parte del iris. Por tanto, la pupila no se cierra bien y puede ocasionar problemas de mala adaptación a la luz intensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario