viernes, 21 de agosto de 2015

Crónica de un desastre anunciado (2)

Daños del petróleo en el mar
¿Qué daño causaron los 4.9 millones de barriles de petróleo derramados?

Según algunos titulares en la prensa, lo más afectado por este desastre fueron las empresas que participaron en la perforación del pozo, cuyas acciones se desplomaron (aunque algunas ya se recuperaron). No obstante, la conciencia mundial carga como una culpa propia el grave daño ocasionado al ecosistema. Entre las plantas, los animales, las bacterias y los hongos que habitan en el Golfo de México existe una interdependencia de energía y materiales, y debido a esto, el equilibrio del ecosistema es muy frágil.

La televisión nos muestra dramáticas escenas de tortugas muertas y pelícanos cubiertos de petróleo. Sin embargo, la mayor parte del ecosistema del golfo no se ve porque habita en las profundidades del mar. En la zona del derrame viven 1 728 especies marinas. Aún no se ha podido cuantificar el daño. Un equipo de biólogos y ecologistas dirigidos por Larry Mac- Kinney, de la Universidad Texas A&M se ha desplazado a la zona del desastre para realizar un cálculo de los daños. Por lo pronto sólo se tiene como referencia los ocasionados por los derrames del buque petrolero Exxon-Valdez en 1989 y el pozo Ixtoc I en aguas mexicanas en 1979.

Se sabe que el petróleo disminuirá las tasas de reproducción y aumentará las de enfermedades y mortalidad en todos los organismos marinos; sin embargo, cinco especies de animales grandes preocupan en especial por su importancia en el equilibrio del ecosistema: el atún de aleta azul, que es la especie de mayor importancia comercial, la tortuga golfina, los cachalotes, el tiburón ballena y el tarpón.

El petróleo obstruye las branquias de los peces y les dificulta o impide la respiración; en las tortugas, el contacto, la inhalación y la ingestión de los hidrocarburos produce quemaduras en los sistemas digestivo, respiratorio y reproductor. El petróleo deforma a las crías de todos ellos y el plancton, del cual se alimentan, se vuelve tóxico y las mata. El pronóstico es muy grave.
Mientras tanto en la costa…

Los habitantes de los estados de Luisiana, Misisipi, Alabama y Florida vieron con angustia llegar la nata de petróleo a sus playas a mediados de mayo. Lo más vulnerable en este caso son los humedales, pantanos y manglares de la costa. Una vez que el petróleo llega ahí, el daño es irreversible para la gran biodiversidad que albergan. Para evitarlo había que impedir que el petróleo llegara a la superficie del mar, pues una vez ahí, el oleaje produce una emulsión, que es una mezcla homogénea de agua y petróleo muy difícil de limpiar.

Por primera vez en este tipo de desastres, se aplicó una tecnología conocida comodispersión con tensoactivos a profundidad. Unos robots submarinos descienden hasta la fuente de petróleo con el fin de inyectar un compuesto formado por una molécula con las siguientes características: por uno de sus extremos tiene afinidad con el agua y por el otro con el petróleo. De esta manera, forma microgotas de agua-tensoactivo- petróleo que se dispersan y tienden a irse al fondo, donde los microorganismos las consumen.

Según estudios previos, el dispersante no daña ni a los peces ni a los crustáceos comestibles. Sin embargo, las investigaciones recientes han encontrado que el exceso de dispersante que se aplicó afecta a los corales, impidiendo que las larvas flotantes de estos animales se adhieran a la colonia para formar los arrecifes. Aunque esto parece ser un daño menor, hay que recordar que las colonias de coral constan de millones de pólipos de unos milímetros de diámetro que fijan en sus tejidos el calcio disuelto en el mar y forman la estructura rígida del arrecife, que es el hogar de más de 500 especies diferentes que ahí encuentran alimento y protección contra los depredadores. El dispersante desvistió a un santo para vestir a otro.

El petróleo derramado
El 4 de agosto los científicos de la Oficina de la Atmósfera y el Océano de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), después de realizar análisis exhaustivos en toda la región afectada, emitieron un comunicado sobre el balance del petróleo alrededor de la zona de perforación Macondo. Calculan que un 17% del petróleo derramado fue recuperado; se quemó el 5%; sólo un 3% fue retirado por las espumaderas y el 25% se evaporó o se disolvió. El 16% se dispersó por fenómenos naturales como vientos y mareas y el 8% mediante dispersión química. Queda aún un 26% de petróleo residual que se espera sea biodegradado por bacterias. Sin embargo, a finales del mes de junio, Richard Camilli y Christopher Reddy, científicos del Instituto Oceanográfico de Woods Hole, realizaron una expedición a la zona para evaluar los daños y se muestran menos optimistas. En una exploración con robots submarinos, encontraron una estela de petróleo de 35 kilómetros de longitud y un espesor de 200 metros a una profundidad de 1 100 metros.

El análisis de las muestras tomadas de esta enorme franja de petróleo mostró que son hidrocarburos que no han sido contabilizados por la NOAA. La proporción de oxígeno disuelto en estas muestras no está por debajo de lo normal. Esto indica que hasta esa fecha no ha habido biodegradación, pues las bacterias que degradan el petróleo consumen gran cantidad de oxígeno. Según los científicos, este proceso puede tardar aún muchos meses. Las bacterias que degradan el petróleo metabolizan los hidrocarburos de cadena lineal de hasta 30 átomos de carbono con mayor facilidad que los compuestos aromáticos y los de cadenas ramificadas. Las bacterias más eficientes son de los géneros Bacillus y Marinococcus. Sin embargo, la biodegradación en zonas profundas es un arma de dos filos porque, si bien elimina los hidrocarburos que son tóxicos para el ecosistema, consumen tal cantidad de oxígeno que pueden dejar una zona muerta por la falta de este gas.

Epílogo
Después de la pesadilla del derrame en Macondo, pensaríamos que la exploración en aguas profundas se suspendería hasta que se dominara la tecnología para evitar accidentes como éste, pero no es así. Al agotarse las reservas en los yacimientos en tierra y los de aguas someras (menos de 400 metros de profundidad), el único recurso —y además económicamente muy productivo para las economías de los países que se pueden dar el lujo de hacer la exploración— está en aguas profundas, no obstante los riesgos. Según el Servicio para la Administración de Minerales de Estados Unidos, en el Golfo de México actualmente hay 31 perforaciones activas, mientras que en 1992 sólo había tres.

Las alternativas de energía limpia son muchas, pero aún están muy lejos de abastecer al mundo. Mientras más avanzado es el desarrollo de un país, mayor es su consumo de energía: hay más industrias, así como más gente con automóviles y aparatos que requieren energía.

En la actualidad nuestro planeta enfrenta dos problemas enormes que requieren solución urgente: la necesidad de fuentes de energía y el calentamiento global. El interés de las compañías petroleras del mundo es extraer enormes cantidades de petróleo. La combustión de éste producirá una cantidad de dióxido de carbono que desencadenará un calentamiento irreversible del planeta. Sólo gestiones políticas de gran envergadura y una conciencia mundial sobre el consumo exagerado de energía podrían desviar los recursos destinados a extraer petróleo hacia la investigación y desarrollo de fuentes de energía limpias y renovables.

29 de septiembre, 2010
Un comité nombrado por la Academia Nacional de Ingenieros de Estados Unidos realizó un estudio de los procedimientos y acciones realizados antes y durante el derrame para conocer sus causas. Los resultados revelan que hubo error humano: los datos de pruebas de presión en la perforación fueron erróneamente interpretados por el personal de la plataforma. En tres ocasiones, los datos de los instrumentos que vigilan el pozo en tiempo real indicaron que la presión había aumentado cuando tendría que haber disminuido. El reporte revela que no se tomaron en cuenta factores como la fatiga de los trabajadores por jornadas excesivas de trabajo. Hace también mención de una cultura de seguridad deficiente. Lo demás ya es historia.

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