Enviado por Wendy Bernal
La producción de biocombustibles como alternativa energética a los combustibles no renovables cobró mucha importancia en las últimas décadas debido a las ventajas ambientales que ofrecen al ser una fuente de energía reciclable e inagotable y no incrementar los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. Se obtienen a partir de aceites vegetales de una gran variedad de plantas y granos, grasas animales y microorganismos como microalgas, hongos, levaduras y bacterias.
Los biocombustibles microbianos poseen un tiempo de producción más corto, la misma requiere operaciones más simples que no dependen de factores climáticos en comparación con los producidos en base a plantas. Asimismo, levaduras y bacterias pueden transformar residuos agro-industriales ricos en lípidos en aceites que sirven de plataforma para producir combustibles de origen biológico. Un estudio publicado en la revista Microbiology, del que participó Héctor Alvarez, investigador independiente del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), en Argentina, identifica y caracteriza un gen que codifica una proteína transportadora de ácidos grasos en la bacteria Rhodococcus jostii.
Los microorganismos de este género tienen la capacidad de producir grandes cantidades de aceites a partir de diferentes fuentes de carbono, por lo que podrían ser útiles para la producción de biocombustibles o biolubricantes.
“Lo que hicimos específicamente en este trabajo es identificar una proteína transportadora que se encuentra en la membrana de las bacterias que transporta lípidos, es decir, compuestos relacionados con el control de la producción de los triglicéridos. Si bien en los últimos años se identificaron varios genes y proteínas relacionadas con el proceso de producción de lípidos, hasta el momento no se habían encontrado o descrito ninguna proteína transportadora”, agrega Alvarez.
El investigador explica que sobrexpresando este gen en una bacteria modelo lograron aumentar seis veces la producción de biomasa celular y tres veces la de triglicéridos. “Este resultado por un lado es importante desde el punto de vista del conocimiento fundamental del proceso. Por otro lado, es interesante desde el punto de vista tecnológico porque uno podría imaginarse cierta aplicación de este proceso de ingeniería genética para la producción de aceites a escala industrial utilizando residuos orgánicos”, dice.
El proceso permite el uso de residuos orgánicos ricos en ácidos grasos para nutrir a la bacteria que es la encargada de aumentar el ingreso de estas moléculas al interior de la célula convirtiéndolas en aceites bacterianos que pueden ser utilizados en la elaboración de biodiésel o biolubricantes. El científico destaca que en nuestro país podrían reutilizarse los desechos provenientes de la producción de aceite de oliva.
Asimismo, Alvarez aclara que las bacterias del género Rhodococcus se encuentran con frecuencia en los suelos áridos de la Patagonia, pero no solo están presentes en esta zona sino que todo este tipo de bacterias es bastante cosmopolita.
“Nos interesa especialmente porque la vemos como un recurso natural de la región. En realidad este estudio lo hicimos en una cepa modelo que venimos estudiando hace años pero el resultado es perfectamente extrapolable a las cepas bacterianas nativas de la zona”, comenta.
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