Los lagartos, serpientes y tortugas han sido considerados como animales muy primitivos, motivo por el cual la parte más antigua de nuestro cerebro, la más instintiva y simple se la ha denominado como cerebro reptiliano.
¿Es cierto que tenemos un cerebro reptiliano? ¿Es cierto que los reptiles son tan básicos como se les ha pintado? A continuación lo veremos.
¿Tenemos un cerebro reptiliano?
Fuera del ámbito de la psicología y las neurociencias académicas está muy popularizada y extendida la idea de que los seres humanos, junto con otros mamíferos, tenemos algo así como un cerebro reptiliano. No, no es que esa teoría conspiranoica que dice que hay alienígenas con forma de lagarto entre nosotros sea cierta, sino que la idea del cerebro reptiliano dice que en nuestra especie todavía conservamos unas estructuras que poseían nuestros antepasados saurópsidos, unas áreas cerebrales encargadas de un comportamiento muy básico, primitivo e instintivo.
Esta idea se la debemos al médico y neurocientífico Paul MacLean (1913-2007) quien propuso su teoría del cerebro triúnico o triuno, un modelo para explicar la organización del cerebro humano. Su teoría trataba de darle sentido a la existencia de sistemas contradictorios o, al menos, alternativos en nuestra conducta que, por medio de la evolución, se habían organizado y coordinado para poder armonizar en un mismo organismo.
Este neurocientífico introdujo su modelo en los años sesenta del siglo pasado, aunque la desarrolló en su mayor extensión en su libro “The Triune Brain in Evolution” (1990). MacLean consideraba que en nuestro cráneo no se encontraba un único cerebro, sino tres, tres estructuras cerebrales que actuaba cada una de ellas como un ordenador biológico independiente pero interconectados entre sí que habrían aparecido a lo largo de la evolución formando como capas cerebral. Cada uno de estos cerebros tendría su propia inteligencia, subjetividad, sentido del tiempo y también memoria.
Los tres componentes del cerebro triuno serían el complejo reptiliano, el sistema límbico y la neocorteza, aparecidos siguiendo este mismo orden a lo largo de la historia de la evolución. Las especies animales más básicas desde los reptiles solo tendrían el complejo reptiliano, mientras que a medida que se va escalando por la clase de los mamíferos se añadiría el sistema límbico y, al llegar a los primates, se añadiría la neocorteza, haciendo del cerebro de seres humanos y primates mucho más complejo que el de los reptiles.
Fuera del ámbito de la psicología y las neurociencias académicas está muy popularizada y extendida la idea de que los seres humanos, junto con otros mamíferos, tenemos algo así como un cerebro reptiliano. No, no es que esa teoría conspiranoica que dice que hay alienígenas con forma de lagarto entre nosotros sea cierta, sino que la idea del cerebro reptiliano dice que en nuestra especie todavía conservamos unas estructuras que poseían nuestros antepasados saurópsidos, unas áreas cerebrales encargadas de un comportamiento muy básico, primitivo e instintivo.
Esta idea se la debemos al médico y neurocientífico Paul MacLean (1913-2007) quien propuso su teoría del cerebro triúnico o triuno, un modelo para explicar la organización del cerebro humano. Su teoría trataba de darle sentido a la existencia de sistemas contradictorios o, al menos, alternativos en nuestra conducta que, por medio de la evolución, se habían organizado y coordinado para poder armonizar en un mismo organismo.
Este neurocientífico introdujo su modelo en los años sesenta del siglo pasado, aunque la desarrolló en su mayor extensión en su libro “The Triune Brain in Evolution” (1990). MacLean consideraba que en nuestro cráneo no se encontraba un único cerebro, sino tres, tres estructuras cerebrales que actuaba cada una de ellas como un ordenador biológico independiente pero interconectados entre sí que habrían aparecido a lo largo de la evolución formando como capas cerebral. Cada uno de estos cerebros tendría su propia inteligencia, subjetividad, sentido del tiempo y también memoria.
Los tres componentes del cerebro triuno serían el complejo reptiliano, el sistema límbico y la neocorteza, aparecidos siguiendo este mismo orden a lo largo de la historia de la evolución. Las especies animales más básicas desde los reptiles solo tendrían el complejo reptiliano, mientras que a medida que se va escalando por la clase de los mamíferos se añadiría el sistema límbico y, al llegar a los primates, se añadiría la neocorteza, haciendo del cerebro de seres humanos y primates mucho más complejo que el de los reptiles.
1. El cerebro reptiliano
El cerebro reptiliano o complejo-R estaría conformado básicamente por los ganglios basales, el tronco encefálico y el cerebelo, estructuras consideradas como las más básicas dentro del modelo. El motivo por el que este componente es conocido como “cerebro reptiliano” deriva del hecho de que el cerebro de los reptiles está dominado por el tronco encefálico y el cerebelo.
Según los defensores de la idea del cerebro reptiliano, esta estructura se encargaría de controlar comportamientos instintivos y se centraría en conductas fundamentales para la supervivencia, incluida la agresividad, el sentido de territorialidad, la dominación y los rituales.
El cerebro reptil estaría lleno de memorias ancestrales y se encargaría de las funciones autonómicas o viscerales como la respiración, el latido cardíaco o actividad vasomotora. También estaría implicado en el equilibrio y el movimiento muscular, encargándose de las respuestas directas y reflejas.
El cerebro reptiliano o complejo-R estaría conformado básicamente por los ganglios basales, el tronco encefálico y el cerebelo, estructuras consideradas como las más básicas dentro del modelo. El motivo por el que este componente es conocido como “cerebro reptiliano” deriva del hecho de que el cerebro de los reptiles está dominado por el tronco encefálico y el cerebelo.
Según los defensores de la idea del cerebro reptiliano, esta estructura se encargaría de controlar comportamientos instintivos y se centraría en conductas fundamentales para la supervivencia, incluida la agresividad, el sentido de territorialidad, la dominación y los rituales.
El cerebro reptil estaría lleno de memorias ancestrales y se encargaría de las funciones autonómicas o viscerales como la respiración, el latido cardíaco o actividad vasomotora. También estaría implicado en el equilibrio y el movimiento muscular, encargándose de las respuestas directas y reflejas.
2. El sistema límbico
MacLean introdujo por primera vez el término “sistema límbico” en un estudio de 1952, término que acabaría teniendo mucha difusión con el paso del tiempo. Las partes clave de esta segunda capa en el modelo triúnico serían el septum, la amígdala, el hipotálamo, la corteza cingulada y el hipocampo.
Es conocido también como el cerebro paleomamífero por ser considerado como la parte cerebral propiamente mamífera más antigua. Esta estructura estaría relacionada con todo lo que implicara una respuesta emocional más compleja pero también relacionada con la supervivencia, implicándose también en la memoria y las relaciones sociales, aunque necesita interactuar con el neocórtex para procesar las emociones en su totalidad.
El sistema límbico detecta y evita las sensaciones desagradables (p. ej., el dolor) y busca las sensaciones agradables (p. ej., el placer), adquiriendo gran importancia en la motivación y las emociones que sentimos cuando satisfacemos funciones fisiológicas como alimentarse o reproducirse. También estaría detrás del comportamiento parental.
MacLean introdujo por primera vez el término “sistema límbico” en un estudio de 1952, término que acabaría teniendo mucha difusión con el paso del tiempo. Las partes clave de esta segunda capa en el modelo triúnico serían el septum, la amígdala, el hipotálamo, la corteza cingulada y el hipocampo.
Es conocido también como el cerebro paleomamífero por ser considerado como la parte cerebral propiamente mamífera más antigua. Esta estructura estaría relacionada con todo lo que implicara una respuesta emocional más compleja pero también relacionada con la supervivencia, implicándose también en la memoria y las relaciones sociales, aunque necesita interactuar con el neocórtex para procesar las emociones en su totalidad.
El sistema límbico detecta y evita las sensaciones desagradables (p. ej., el dolor) y busca las sensaciones agradables (p. ej., el placer), adquiriendo gran importancia en la motivación y las emociones que sentimos cuando satisfacemos funciones fisiológicas como alimentarse o reproducirse. También estaría detrás del comportamiento parental.
3. El neocórtex
El neocortex o corteza cerebral es una estructura que solamente se encuentra en los mamíferos, incluyéndose los seres humanos, y se considera como el cerebro propiamente mamífero más moderno. De acuerdo con el modelo, la neocorteza es la parte más característica del cerebro de los mamíferos más evolucionados, en especial los primates.
Esta estructura es la responsable de la ejecución de las funciones del cerebro de carácter más elevado, abarcando la cognición, un control motriz sofisticado y preciso además de la percepción sensorial. La evolución de esta estructura en mamíferos se considera un avance clave que permitió que los seres humanos dispongamos de funciones cognitivas tales como el lenguaje, el razonamiento, el pensamiento avanzado y la inteligencia.
El modelo triúnico considera que el cerebro humano es el resultado final de un proceso de estratificación de estas tres estructuras, es decir, que el cerebro reptiliano, el límbico y la neocorteza han ido añadiéndose a lo largo de la historia de la evolución conformando un cerebro progresivamente más sofisticado y dando como resultado el de nuestra especie. El reptiliano sería el más profundo, primitivo e instintivo; el límbico sería el componente emocional, implicado en la motivación y cuidado de la progenie; y el neocórtex sería el cerebro racional y moderno, lo que nos permite usar capacidades intelectuales superiores.
El neocortex o corteza cerebral es una estructura que solamente se encuentra en los mamíferos, incluyéndose los seres humanos, y se considera como el cerebro propiamente mamífero más moderno. De acuerdo con el modelo, la neocorteza es la parte más característica del cerebro de los mamíferos más evolucionados, en especial los primates.
Esta estructura es la responsable de la ejecución de las funciones del cerebro de carácter más elevado, abarcando la cognición, un control motriz sofisticado y preciso además de la percepción sensorial. La evolución de esta estructura en mamíferos se considera un avance clave que permitió que los seres humanos dispongamos de funciones cognitivas tales como el lenguaje, el razonamiento, el pensamiento avanzado y la inteligencia.
El modelo triúnico considera que el cerebro humano es el resultado final de un proceso de estratificación de estas tres estructuras, es decir, que el cerebro reptiliano, el límbico y la neocorteza han ido añadiéndose a lo largo de la historia de la evolución conformando un cerebro progresivamente más sofisticado y dando como resultado el de nuestra especie. El reptiliano sería el más profundo, primitivo e instintivo; el límbico sería el componente emocional, implicado en la motivación y cuidado de la progenie; y el neocórtex sería el cerebro racional y moderno, lo que nos permite usar capacidades intelectuales superiores.
¿Es cierto este modelo?
Como comentábamos, la idea del cerebro reptiliano está muy extendida en la cultura popular, siendo asumida por muchas personas. Sin embargo, lo cierto es que el modelo triúnico es considerado un mito y si bien algunos aspectos sobre los componentes mencionados en el mismo tienen algo de sentido, lo cierto es que no hay ningún estudio que haya conseguido separar las emociones y la racionalidad de forma clara, además que la línea que separa nuestros instintos de supervivencia, emociones y aspectos cognitivos no está muy bien delimitada.
El modelo de MacLean lleva desde los años 2000 bastante descartado. La idea de que la evolución ha ido añadiendo estructuras nuevas y más complejas porque sí es contraria a lo que los científicos evolucionistas conocen sobre el proceso evolutivo. En realidad, lo que ha sucedido a lo largo de la evolución es que el cerebro ha ido reorganizando los circuitos existentes, dotándolos de mayor complejidad y nuevas funciones. La aparición de nuevas estructuras cerebrales no se da de forma súbita como si nos creciera un nuevo lóbulo de la nada, lo que ha ocurrido es que las estructuras viejas han ido cambiando.
La idea del cerebro triúnico, en especial el cerebro reptiliano, está rechazada por la mayoría de los neurocientíficos actuales, en especial entre los que tienen nociones de neuroanatomía comparada. Como prueba tenemos el caso de los ganglios basales, estructuras propias del cerebro reptiliano que podemos encontrar en mamíferos como en el león. En este felino, los ganglios son proporcionalmente mayores a los que encontramos en el telencéfalo de la mayoría de reptiles.
Otro aspecto que desmonta la teoría del cerebro reptiliano es que no se encuentra solamente en reptiles, sino también en grupos de vertebrados considerados como anteriores a la aparición de los reptiles. Un ejemplo de ello son los peces y los anfibios, animales en los que también encontramos el telencéfalo, en este caso conformado por bulbos olfatorios muy desarrollados y un cerebro posterior.
Luego tenemos el caso de las estructuras del sistema límbico. Según el modelo de MacLean, esta estructura es propiamente mamífera pero antigua, estando en todos los mamíferos pero no en los reptiles, explicando por qué los mamíferos son más cálidos y sociables mientras que los reptiles son más fríos o carentes de emociones. Esta idea es falsa, puesto que se han encontrado otros vertebrados que muestran cariño e interés por su progenie, como es el caso de ciertas especies de peces, aves y reptiles, como por ejemplo los cocodrilos.
Y finalmente hablamos del caso del neocórtex. Si bien es cierto que otros vertebrados no presentan esta estructura con forma de laminación en seis capas, esto no significa que no tengan regiones homólogas, algo así como sus propias neocortezas funcionalmente hablando. Por ejemplo, las áreas que conforman el telencéfalo de las aves se conectan entre ellas y cumple funciones similares a las reservadas para la neocorteza en el modelo triúnico.
Prueba de ello lo tenemos en el hecho de que, incluso en la cultura popular, se sabe que hay aves muy inteligentes como por ejemplo cuervos, capaces de usar palos para sacar insectos de agujeros, poner piedras en una probeta con agua para que suba el nivel y poder beberla o, incluso, discriminar entre diferentes colores, asociando unos con comida y otros con la ausencia de ella. Es decir, presentan memoria, percepción, capacidad de aprendizaje y discriminación de estímulos.
En resumidas cuentas, la idea del cerebro reptiliano está bastante desfasada. Ni los reptiles son tan básicos y simples como se los pinta ni tampoco es que tengamos un cerebro puramente reptil que funciona de forma primitiva. Cierto que tenemos motivaciones asociadas al instintivo, pero más que ser debidas a la existencia de tres cerebros semiindependientes se debe a que tenemos toda una historia evolutiva que ha ido conservando funciones consideradas adecuadas para la supervivencia.
Además, la mala fama que se les ha dado a los reptiles, considerándolos fríos, poco inteligentes y faltos de emociones desmonta por completo el modelo. Hay reptiles muy inteligentes, rápidos y que despliegan comportamientos de crianza y cariño. Estos animales, que son los únicos que podemos decir con certeza absoluta que poseen un cerebro reptiliano, no son tan básicos como MacLean denominó en su origen. Queda claro que el modelo del cerebro triúnico, aunque popular, no deja de ser un mito y que lo que tenemos los humanos es un cerebro humano.
Como comentábamos, la idea del cerebro reptiliano está muy extendida en la cultura popular, siendo asumida por muchas personas. Sin embargo, lo cierto es que el modelo triúnico es considerado un mito y si bien algunos aspectos sobre los componentes mencionados en el mismo tienen algo de sentido, lo cierto es que no hay ningún estudio que haya conseguido separar las emociones y la racionalidad de forma clara, además que la línea que separa nuestros instintos de supervivencia, emociones y aspectos cognitivos no está muy bien delimitada.
El modelo de MacLean lleva desde los años 2000 bastante descartado. La idea de que la evolución ha ido añadiendo estructuras nuevas y más complejas porque sí es contraria a lo que los científicos evolucionistas conocen sobre el proceso evolutivo. En realidad, lo que ha sucedido a lo largo de la evolución es que el cerebro ha ido reorganizando los circuitos existentes, dotándolos de mayor complejidad y nuevas funciones. La aparición de nuevas estructuras cerebrales no se da de forma súbita como si nos creciera un nuevo lóbulo de la nada, lo que ha ocurrido es que las estructuras viejas han ido cambiando.
La idea del cerebro triúnico, en especial el cerebro reptiliano, está rechazada por la mayoría de los neurocientíficos actuales, en especial entre los que tienen nociones de neuroanatomía comparada. Como prueba tenemos el caso de los ganglios basales, estructuras propias del cerebro reptiliano que podemos encontrar en mamíferos como en el león. En este felino, los ganglios son proporcionalmente mayores a los que encontramos en el telencéfalo de la mayoría de reptiles.
Otro aspecto que desmonta la teoría del cerebro reptiliano es que no se encuentra solamente en reptiles, sino también en grupos de vertebrados considerados como anteriores a la aparición de los reptiles. Un ejemplo de ello son los peces y los anfibios, animales en los que también encontramos el telencéfalo, en este caso conformado por bulbos olfatorios muy desarrollados y un cerebro posterior.
Luego tenemos el caso de las estructuras del sistema límbico. Según el modelo de MacLean, esta estructura es propiamente mamífera pero antigua, estando en todos los mamíferos pero no en los reptiles, explicando por qué los mamíferos son más cálidos y sociables mientras que los reptiles son más fríos o carentes de emociones. Esta idea es falsa, puesto que se han encontrado otros vertebrados que muestran cariño e interés por su progenie, como es el caso de ciertas especies de peces, aves y reptiles, como por ejemplo los cocodrilos.
Y finalmente hablamos del caso del neocórtex. Si bien es cierto que otros vertebrados no presentan esta estructura con forma de laminación en seis capas, esto no significa que no tengan regiones homólogas, algo así como sus propias neocortezas funcionalmente hablando. Por ejemplo, las áreas que conforman el telencéfalo de las aves se conectan entre ellas y cumple funciones similares a las reservadas para la neocorteza en el modelo triúnico.
Prueba de ello lo tenemos en el hecho de que, incluso en la cultura popular, se sabe que hay aves muy inteligentes como por ejemplo cuervos, capaces de usar palos para sacar insectos de agujeros, poner piedras en una probeta con agua para que suba el nivel y poder beberla o, incluso, discriminar entre diferentes colores, asociando unos con comida y otros con la ausencia de ella. Es decir, presentan memoria, percepción, capacidad de aprendizaje y discriminación de estímulos.
En resumidas cuentas, la idea del cerebro reptiliano está bastante desfasada. Ni los reptiles son tan básicos y simples como se los pinta ni tampoco es que tengamos un cerebro puramente reptil que funciona de forma primitiva. Cierto que tenemos motivaciones asociadas al instintivo, pero más que ser debidas a la existencia de tres cerebros semiindependientes se debe a que tenemos toda una historia evolutiva que ha ido conservando funciones consideradas adecuadas para la supervivencia.
Además, la mala fama que se les ha dado a los reptiles, considerándolos fríos, poco inteligentes y faltos de emociones desmonta por completo el modelo. Hay reptiles muy inteligentes, rápidos y que despliegan comportamientos de crianza y cariño. Estos animales, que son los únicos que podemos decir con certeza absoluta que poseen un cerebro reptiliano, no son tan básicos como MacLean denominó en su origen. Queda claro que el modelo del cerebro triúnico, aunque popular, no deja de ser un mito y que lo que tenemos los humanos es un cerebro humano.
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