El nombre técnico del éxtasis es MDMA (Metilen-dioxi-metanfetamina). Se conoce popularmente como la “droga del amor” porque agudiza la percepción de colores y sonidos y además amplifica las sensaciones táctiles durante las relaciones sexuales. En las calles le dan otros nombres como “la droga del abrazo”, “sonrisa” y “claridad”, entre otros.
Esta droga tiene efectos destructivos sobre el cuerpo y la mente. Los nombres “empáticos” no son más que dispositivos publicitarios que emplean los traficantes para promocionar la sustancia.
El éxtasis y su historia
La primera vez que se elaboró el éxtasis fue en 2012, dentro de los laboratorios Merck, por el científico Anton Köllisch, en Estados Unidos. Allí se le bautizó como MDMA, por las iniciales de sus componentes. Se sabe que, durante los años cincuenta, la droga fue utilizada por el ejército estadounidense en interrogatorios y test psicológicos de combate.
En la década de los 60, el éxtasis se utilizó como droga terapéutica para superar las inhibiciones sociales. Solo hasta los años 70 comenzó a emplearse con fines “recreativos” en fiestas y otras reuniones sociales. Luego, en la década de los 80, se popularizó su consumo. Sin embargo, en 1985 se prohibió su distribución en los Estados Unidos.
A comienzos de los 90, los traficantes comenzaron a ponerle el nombre de éxtasis a diversas drogas sintéticas, muchas de las cuales poco tenían que ver con el original MDMA. Se han encontrado composiciones que contienen remedios para desparasitar perros y hasta veneno para ratas. Actualmente, un consumidor callejero realmente no sabe lo que ingiere cuando le venden éxtasis. Esto hace que sea una droga muy peligrosa.
En la actualidad, la mayor parte del éxtasis se produce en Europa, principalmente en Holanda y Bélgica. Una buena parte del tráfico está dominado por el crimen organizado de Rusia, asociado con delincuentes israelíes. Un importante porcentaje de la droga es adquirida por mayoristas en Estados Unidos.
Algunos datos sobre el consumo
Por lo general, el éxtasis viene en forma de pastilla. Sin embargo, también se encuentra en forma líquida o en polvo que puede diluirse para ser inyectado. Actualmente los productores y traficantes de esta droga la comercializan en distintos colores, diseños y formas. Buscan que sea atractiva a los ojos de los jóvenes, principalmente. Es una estrategia de marketing para potenciar las propiedades recreativas, escondiendo los peligros de la sustancia.
El éxtasis ha logrado un elevado número de consumidores en Estados Unidos. En el Estudio Nacional sobre consumidores de drogas y salud de 2007 se estableció que más de 12 millones de personas la habían tomado al menos una vez en su vida. Esto equivalía al 5% de la población de ese país, en esa fecha. Por su parte, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indicó que al menos 20 millones de personas la consumieron esta droga en 2016.
El estudio de 2007 también estableció que hasta un 92% de quienes habían consumido éxtasis también pasaban a otras drogas como la cocaína, la heroína o las anfetaminas. Se encontraron consumidores de éxtasis desde los 12 años de edad.
Pese a lo preocupante de todos estos datos, la ONG Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS) llevó a cabo un estudio dirigido por Andrew Parrott. El objetivo era evaluar si el MBMA podría tener un efecto positivo en ciertas terapias. La conclusión fue que parecía ayudar a algunos pacientes con estrés postraumático. Sin embargo, más adelante se evidenció que los daños de la sustancia son duraderos y no compensan sus pequeños beneficios.
Los efectos del éxtasis
El MDMA o éxtasis está clasificado dentro de las drogas alucinógenas psicodélicas. El efecto alucinógeno hace que los consumidores vean o perciban realidades que no existen. A diferencia de lo que muchos creen, esas alucinaciones no siempre son agradables. También es posible tener experiencias muy atemorizantes bajo el efecto de la droga.
El éxtasis provoca un rápido aumento de la temperatura corporal. Lo grave es que la misma droga impide percibir con claridad lo que sucede en el cuerpo. Si a eso se suma que usualmente se consume en fiestas, dentro de sitios cerrados y con mucha gente, no es de extrañar que lleve a una deshidratación severa en muchos casos.
El efecto psicodélico tiene que ver con la alteración de los sentidos. Los colores se perciben especialmente intensos y agradables, al igual que los sonidos y las sensaciones en la piel. De ahí que “la droga del amor” impulse al contacto físico y represente una experiencia “diferente” para muchos jóvenes.
El efecto típico se produce unos 20 minutos después de consumida la sustancia. Primero se experimenta un estremecimiento súbito, seguido de una sensación de calma. Esta droga también genera euforia. Hay una sensación de enorme vitalidad y de excitación. En ocasiones también provoca paranoia, ansiedad severa y confusión. También es posible que haya nauseas y vómito, así como arritmias y contracturas musculares.
Hay numerosas investigaciones que avalan científicamente todos estos efectos. Entre ellas, este estudio de 2015 que obtuvo como conclusión principal que el MDMA vuelve a las personas más sociales temporalmente. Además, en un experimento con 35 voluntarios, este grupo de investigadores demostró que la droga altera el contenido del habla. En concreto, promueve e uso de palabras emocionales y sociales durante un breve período de tiempo.
En el mismo sentido, otra investigación de 2010 sugiere que el MDMA puede ser útil para mejorar la terapia psicoterapéutica. En concreto, sobre aquellos trastornos cuya principal sintomatología gira entorno a la idea de desintegración social. Este estudio ahondó en los beneficios de esta droga de cara a producir sentimientos emocionales positivos hacia otras personas en pacientes con trastornos tales como el de personalidad antisocial o la esquizofrenia.
La primera vez que se elaboró el éxtasis fue en 2012, dentro de los laboratorios Merck, por el científico Anton Köllisch, en Estados Unidos. Allí se le bautizó como MDMA, por las iniciales de sus componentes. Se sabe que, durante los años cincuenta, la droga fue utilizada por el ejército estadounidense en interrogatorios y test psicológicos de combate.
En la década de los 60, el éxtasis se utilizó como droga terapéutica para superar las inhibiciones sociales. Solo hasta los años 70 comenzó a emplearse con fines “recreativos” en fiestas y otras reuniones sociales. Luego, en la década de los 80, se popularizó su consumo. Sin embargo, en 1985 se prohibió su distribución en los Estados Unidos.
A comienzos de los 90, los traficantes comenzaron a ponerle el nombre de éxtasis a diversas drogas sintéticas, muchas de las cuales poco tenían que ver con el original MDMA. Se han encontrado composiciones que contienen remedios para desparasitar perros y hasta veneno para ratas. Actualmente, un consumidor callejero realmente no sabe lo que ingiere cuando le venden éxtasis. Esto hace que sea una droga muy peligrosa.
En la actualidad, la mayor parte del éxtasis se produce en Europa, principalmente en Holanda y Bélgica. Una buena parte del tráfico está dominado por el crimen organizado de Rusia, asociado con delincuentes israelíes. Un importante porcentaje de la droga es adquirida por mayoristas en Estados Unidos.
Algunos datos sobre el consumo
Por lo general, el éxtasis viene en forma de pastilla. Sin embargo, también se encuentra en forma líquida o en polvo que puede diluirse para ser inyectado. Actualmente los productores y traficantes de esta droga la comercializan en distintos colores, diseños y formas. Buscan que sea atractiva a los ojos de los jóvenes, principalmente. Es una estrategia de marketing para potenciar las propiedades recreativas, escondiendo los peligros de la sustancia.
El éxtasis ha logrado un elevado número de consumidores en Estados Unidos. En el Estudio Nacional sobre consumidores de drogas y salud de 2007 se estableció que más de 12 millones de personas la habían tomado al menos una vez en su vida. Esto equivalía al 5% de la población de ese país, en esa fecha. Por su parte, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indicó que al menos 20 millones de personas la consumieron esta droga en 2016.
El estudio de 2007 también estableció que hasta un 92% de quienes habían consumido éxtasis también pasaban a otras drogas como la cocaína, la heroína o las anfetaminas. Se encontraron consumidores de éxtasis desde los 12 años de edad.
Pese a lo preocupante de todos estos datos, la ONG Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS) llevó a cabo un estudio dirigido por Andrew Parrott. El objetivo era evaluar si el MBMA podría tener un efecto positivo en ciertas terapias. La conclusión fue que parecía ayudar a algunos pacientes con estrés postraumático. Sin embargo, más adelante se evidenció que los daños de la sustancia son duraderos y no compensan sus pequeños beneficios.
Los efectos del éxtasis
El MDMA o éxtasis está clasificado dentro de las drogas alucinógenas psicodélicas. El efecto alucinógeno hace que los consumidores vean o perciban realidades que no existen. A diferencia de lo que muchos creen, esas alucinaciones no siempre son agradables. También es posible tener experiencias muy atemorizantes bajo el efecto de la droga.
El éxtasis provoca un rápido aumento de la temperatura corporal. Lo grave es que la misma droga impide percibir con claridad lo que sucede en el cuerpo. Si a eso se suma que usualmente se consume en fiestas, dentro de sitios cerrados y con mucha gente, no es de extrañar que lleve a una deshidratación severa en muchos casos.
El efecto psicodélico tiene que ver con la alteración de los sentidos. Los colores se perciben especialmente intensos y agradables, al igual que los sonidos y las sensaciones en la piel. De ahí que “la droga del amor” impulse al contacto físico y represente una experiencia “diferente” para muchos jóvenes.
El efecto típico se produce unos 20 minutos después de consumida la sustancia. Primero se experimenta un estremecimiento súbito, seguido de una sensación de calma. Esta droga también genera euforia. Hay una sensación de enorme vitalidad y de excitación. En ocasiones también provoca paranoia, ansiedad severa y confusión. También es posible que haya nauseas y vómito, así como arritmias y contracturas musculares.
Hay numerosas investigaciones que avalan científicamente todos estos efectos. Entre ellas, este estudio de 2015 que obtuvo como conclusión principal que el MDMA vuelve a las personas más sociales temporalmente. Además, en un experimento con 35 voluntarios, este grupo de investigadores demostró que la droga altera el contenido del habla. En concreto, promueve e uso de palabras emocionales y sociales durante un breve período de tiempo.
En el mismo sentido, otra investigación de 2010 sugiere que el MDMA puede ser útil para mejorar la terapia psicoterapéutica. En concreto, sobre aquellos trastornos cuya principal sintomatología gira entorno a la idea de desintegración social. Este estudio ahondó en los beneficios de esta droga de cara a producir sentimientos emocionales positivos hacia otras personas en pacientes con trastornos tales como el de personalidad antisocial o la esquizofrenia.
Efectos adversos y a largo plazo
Los efectos del éxtasis dependen mucho de la tolerancia que tiene el organismo de quien lo consuma. A veces una dosis alta no tiene grandes efectos en una persona, mientras que en otra, pequeñas cantidades dan lugar a molestias o problemas muy serios. Esto quiere decir que no hay una correlación directa entre la cantidad que se consume y los efectos que provoca.
Esta droga contribuye a liberar el neurotransmisor llamado “serotonina”. Esta sustancia mejora el estado de ánimo. Sin embargo, con el consumo de éxtasis se crea una barrera para recuperar esa hormona. Esto se conoce como el “síndrome de la serotonina” y consiste en que se genera una alta concentración de serotonina en el cerebro. La consecuencia de ello es confusión, agitación e hipertermia.
Uno de los efectos colaterales típicos es el bruxismo. Este es un apretamiento fuerte de las mandíbulas y rechinamiento de los dientes. Esto se debe a la gran tensión muscular que se desata con la droga. También es frecuente que se presente rigidez en el cuello, la espalda y los hombros. De ahí que sea habitual encontrar chupetes, chicles y aparatos para masajes en los sitios en donde se consume éxtasis.
Dentro de los efectos más graves a largo plazo se encuentran:
Daños cerebrales, que afectan la capacidad de aprender y la memoria
Trastornos del sueño
Sensación de confusión constante
Depresión y ansiedad severas
Insuficiencia renal
Colapso cardiovascular
Muerte
Los efectos del éxtasis dependen mucho de la tolerancia que tiene el organismo de quien lo consuma. A veces una dosis alta no tiene grandes efectos en una persona, mientras que en otra, pequeñas cantidades dan lugar a molestias o problemas muy serios. Esto quiere decir que no hay una correlación directa entre la cantidad que se consume y los efectos que provoca.
Esta droga contribuye a liberar el neurotransmisor llamado “serotonina”. Esta sustancia mejora el estado de ánimo. Sin embargo, con el consumo de éxtasis se crea una barrera para recuperar esa hormona. Esto se conoce como el “síndrome de la serotonina” y consiste en que se genera una alta concentración de serotonina en el cerebro. La consecuencia de ello es confusión, agitación e hipertermia.
Uno de los efectos colaterales típicos es el bruxismo. Este es un apretamiento fuerte de las mandíbulas y rechinamiento de los dientes. Esto se debe a la gran tensión muscular que se desata con la droga. También es frecuente que se presente rigidez en el cuello, la espalda y los hombros. De ahí que sea habitual encontrar chupetes, chicles y aparatos para masajes en los sitios en donde se consume éxtasis.
Dentro de los efectos más graves a largo plazo se encuentran:
Daños cerebrales, que afectan la capacidad de aprender y la memoria
Trastornos del sueño
Sensación de confusión constante
Depresión y ansiedad severas
Insuficiencia renal
Colapso cardiovascular
Muerte
Adicción y riesgos del consumo
No existe evidencia de que el consumo de éxtasis genere dependencia desde el punto de vista físico. Sin embargo, sí existen peligros muy concretos para los consumidores habituales. El primero de ellos, como ya se ha mencionado, es el de ignorar qué contiene realmente cada pastilla de éxtasis que ingieren. Seguramente nunca alteran la fórmula original para mejorarla, sino para abaratar su producción.
El otro riesgo es que, por lo general, esta droga ocasiona un efecto de tolerancia a corto plazo: rápidamente se necesita consumir más cantidad para lograr los mismos efectos de la primera vez.
Por otro lado, el éxtasis genera un “bajón” cuando cesan sus efectos en el organismo. La sensación es más intensa cuando se ha consumido mayor cantidad. Esto hace que algunos consumidores recurran a otras sustancias para aliviar el malestar que experimentan. Por lo tanto, el éxtasis conduce de manera frecuente al consumo de otros psicoactivos.
Desde el punto de vista psicológico podría crearse una dependencia. Una persona podría llegar a adherirse al pensamiento de que solamente se siente bien si consume éxtasis. Por eso, a pesar de que comience a sentir efectos desagradables o note secuelas serias en su organismo, sigue tomando la pastilla por esa convicción.
No existe evidencia de que el consumo de éxtasis genere dependencia desde el punto de vista físico. Sin embargo, sí existen peligros muy concretos para los consumidores habituales. El primero de ellos, como ya se ha mencionado, es el de ignorar qué contiene realmente cada pastilla de éxtasis que ingieren. Seguramente nunca alteran la fórmula original para mejorarla, sino para abaratar su producción.
El otro riesgo es que, por lo general, esta droga ocasiona un efecto de tolerancia a corto plazo: rápidamente se necesita consumir más cantidad para lograr los mismos efectos de la primera vez.
Por otro lado, el éxtasis genera un “bajón” cuando cesan sus efectos en el organismo. La sensación es más intensa cuando se ha consumido mayor cantidad. Esto hace que algunos consumidores recurran a otras sustancias para aliviar el malestar que experimentan. Por lo tanto, el éxtasis conduce de manera frecuente al consumo de otros psicoactivos.
Desde el punto de vista psicológico podría crearse una dependencia. Una persona podría llegar a adherirse al pensamiento de que solamente se siente bien si consume éxtasis. Por eso, a pesar de que comience a sentir efectos desagradables o note secuelas serias en su organismo, sigue tomando la pastilla por esa convicción.
Estudios sobre el impacto del éxtasis
En algunos estudios llevados a cabo en la John Hoskyns University, se comprobó que el MDMA provoca daños en las células cerebrales. Para probarlo se le dio la sustancia a un grupo de ratas y así se pudo evidenciar que hubo deterioro en la corteza de los axones serotoninérgicos, ubicados en las neuronas.
La observación practicada en humanos, mediante la técnica de escáner cerebral, mostró que hay una reducción drástica de serotonina en los cerebros de quienes usan éxtasis. Este efecto no ocurre solamente a los consumidores regulares, sino que también se aplica en aquellos que han tomado la pastilla una sola vez.
De igual manera, en un estudio llevado a cabo por el Centro de Investigación para el Trabajo Social de la Universidad de Texas, se encontró que los consumidores habituales de MDMA desarrollan con más frecuencia síntomas de depresión y dificultades para concentrarse. En muchos de ellos se observó nerviosismo y temblores frecuentes.
Por otra parte, en el Reino Unido se llevó a cabo un estudio en 2007 orientado por el científico David Nutt. La investigación pretendía catalogar las 20 drogas psicoactivas más peligrosas en orden descendente. El éxtasis ocupó el lugar número 18, lo cual fue interpretado por muchos como una muestra de que no es tan peligrosa. Sin embargo, debe recalcarse que uno de los grandes riesgos es la combinación o la adulteración con otras sustancias para su venta callejera.
En algunos estudios llevados a cabo en la John Hoskyns University, se comprobó que el MDMA provoca daños en las células cerebrales. Para probarlo se le dio la sustancia a un grupo de ratas y así se pudo evidenciar que hubo deterioro en la corteza de los axones serotoninérgicos, ubicados en las neuronas.
La observación practicada en humanos, mediante la técnica de escáner cerebral, mostró que hay una reducción drástica de serotonina en los cerebros de quienes usan éxtasis. Este efecto no ocurre solamente a los consumidores regulares, sino que también se aplica en aquellos que han tomado la pastilla una sola vez.
De igual manera, en un estudio llevado a cabo por el Centro de Investigación para el Trabajo Social de la Universidad de Texas, se encontró que los consumidores habituales de MDMA desarrollan con más frecuencia síntomas de depresión y dificultades para concentrarse. En muchos de ellos se observó nerviosismo y temblores frecuentes.
Por otra parte, en el Reino Unido se llevó a cabo un estudio en 2007 orientado por el científico David Nutt. La investigación pretendía catalogar las 20 drogas psicoactivas más peligrosas en orden descendente. El éxtasis ocupó el lugar número 18, lo cual fue interpretado por muchos como una muestra de que no es tan peligrosa. Sin embargo, debe recalcarse que uno de los grandes riesgos es la combinación o la adulteración con otras sustancias para su venta callejera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario