Es lógico pensar que Albert Einstein o Stephen Hawking tenían un alto coeficiente intelectual: 160 para ser exactos, ¿y si te dijeran que una niña mexicana llamada Adhara Pérez los supera a ambos por dos puntos? ¡Ah! Y claro que esos dos puntos hacen la diferencia.
La pequeña ni siquiera cuenta con los diez años de edad y ya ha roto paradigmas de una manera muy singular. Ella es originaria de un Tláhuac, en la Ciudad de México y pese a que su familia ha lidiado con una situación económica complicada, eso no les ha impedido mostrarle su apoyo, sino todo lo contrario… aunque en un principio el camino parece no haber sido fácil, todo parece indicar que esta niña tendrá un futuro sumamente favorecedor.
Adhara Pérez tiene 8 años de edad y actualmente está estudiando Ingeniería Industrial en el CNCI, con un enfoque totalmente dedicado a matemáticas, ¡ah! Y con beca completa. Paralelo a su carrera, la pequeña toma cursos sobre ondas gravitacionales y astronomía en el Instituto de Astronomía de la UNAM.
A esto se suma que ha sido una de las seleccionadas para tomar un curso llamado Beautiful Patterns, que abarca la construcción de patrones matemáticos y programación que es impartido por profesores de la Universidad de Massachusetts; este es un proyecto que corre a cargo del PhD Abel Sánchez, director de investigación y director del Laboratorio Geo-Espacial del MIT.
De acuerdo a medios como el Clarín, cuando ella tenía 3 años de edad fue diagnosticada con el Síndrome de Asperger (un trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro del autismo y que altera la facultad de interacción social tanto a un nivel hablado como en otras formas de expresión).
Cuando se encontraba en preescolar, su madre era llamada constantemente porque le decían que su hija Adhara se dormía en clase y parecía no demostrar interés, pero al llegar a casa solía repasar la tabla periódica y otros elementos que se encontraban muy por delante de su educación preescolar. Le aconsejaron que la llevara al Centro de Atención al Talento (CEDAT), ahí le aplicaron un examen en el que demostró que su coeficiente intelectual era de 162, 2 números por encima de Einstein y Hawking y 32 arriba de lo que esta prueba considera a una persona como alguien con una capacidad de razonamiento elevado.
Fue en este momento que su madre comprendió que su hija se dormía en la escuela porque se aburría. No mucho tiempo después, a los 6 años, participó un congreso hecho por el Instituto Politécnico Nacional para niños súper dotados, en el que se le ofreció estudiar Astrofísica en la Universidad de Arizona.
¿Su logro más reciente? Actualmente se encuentra desarrollando junto a un compañero un brazalete inteligente utilizando moléculas que ayuden a ‘monitorear’ las emociones de los niños con capacidades especiales, con el fin anticipar y prevenir posibles crisis, así como evitar que lleguen a tener ataques o convulsiones dependiendo de su condición.
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