Las terapias contra el cáncer tienen efectos positivos a corto plazo pero terminan resultando ineficaces a largo plazo en determinadas ocasiones, según ha plasmado en una investigación Joan Massagué, miembro de la Selección Española de Ciencia y director del programa de Biología y Genética del Cáncer en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York.
Massagué y su equipo han constatado que el cáncer termina siendo resistente a los fármacos cuando se aplican terapias moleculares, según publica la revista Nature. En contra de lo que ocurre con la quimioterapia, que actúa sobre todo tipo de células sin distinguir entre las sanas y las enfermas, este otro tipo de tratamiento más específico es altamente eficaz en una fase inicial. El problema es que su efecto no es siempre duradero. La explicación está en la mutación genética que tienen algunas células dañadas. Así, mientras que la mayoría de las que son cancerosas son aniquiladas gracias a la terapia, otras no solo se muestran resistentes, sino que siguen multiplicándose de forma descontrolada.
Para paliar este efecto adverso, Massagué y su equipo han descubierto cuáles son las moléculas causantes de esta hiperactividad perversa y su resistencia a los medicamentos. Conocida como PI(3)K/AKT/mTOR), la ventaja es que ya se sabe cómo combatirla. o, mejor dicho, cómo inhibirla, lo que en combinación con el tratamiento convencional abre las puertas a la curación de determinados cánceres, sobre todo los de pulmón y melanomas
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