viernes, 7 de julio de 2023

Alfonso L. Herrera y el zoologico de Chapultepec

Alfonso L. Herrera López (1869-1942) fue un científico mexicano que realizó investigaciones acerca del origen de la vida y es considerado como el padre de la biología en México. Fundó el Museo de Historia Natural en el Chopo, del Zoológico y el Jardín Botánico en Chapultepec, del Acuario de Veracruz y fue precursor del Instituto de Biología de la UNAM. Realizó más de 4.000 experimentos partiendo de polímeros inorgánicos para explicar el surgimiento de organismos vivos y propuso la teoría de la Plasmogenia, que trata del origen del protoplasma, para explicar el origen de la vida. Perteneció a numerosas sociedades científicas, publicó más de 216 trabajos originales, fue reconocido como autoridad ambiental por 15 presidentes y premiado internacionalmente. Sídney Fox, lo considera tan importante como: Charles Darwin, Louis Pasteur y Aleksndr Oparin.
"El zoológico que Don Alfonso L. Herrera inauguró hace exactamente un siglo. 

En 1895 Don José Yves Limantour, el poderoso secretario de Hacienda y Crédito Público de Don Porfirio Díaz, emprendió la remodelación del Bosque de Chapultepec, y le pidió a Albert Courmont, un francés naturalizado mexicano, un proyecto para la creación de un zoológico. Cuatro años más tarde Courmont entregó una propuesta que incluía el Palacio de los Paquidermos, el Kiosco de los Monos, la Cueva de los Osos, establos para cebras y camellos, y jaulas para dos guacamayas y unos pericos que Limantour había comprado y que la prensa no tardó en bautizar como “Las guacamayas de Don Porfirio”.

PORFIRIATO E IMAGEN DE PROGRESO.
¿Qué fue lo que llevó al régimen porfirista a crear un zoológico en la capital del país? En la iconografía decimonónica, las estaciones de ferrocarril, las bibliotecas públicas, los museos de historia natural, los jardines zoológicos y los planetarios eran, a la vez, demostraciones de los entornos urbanos renovados y símbolos del poder casi hipnótico que el mito del progreso tenía sobre una burguesía racionalista que se creía hija legítima de la ciencia y la tecnología. 

En la perspectiva de Limantour, en la reestructuración de Chapultepec y la creación del zoológico se mezclaban por partes iguales las ideas de la modernidad, el orden, el nacionalismo y el progreso.

Aunque don Alfonso L. Herrera ciertamente tenía una confianza ciega en el valor de la ciencia y veía a la teoría de la evolución como sinónimo del progreso, tenía una visión extraordinaria sobre el valor de las ciencias de la vida. Siguiendo el ejemplo de Lamarck, al que leyó con ánimos jacobinos, llegó a la conclusión que la biología era una disciplina con carácter propio que iba más allá de lo que hasta entonces se conocía como historia natural. 

Como subrayó Roberto Moreno de los Arcos, el gran estudioso de la historia del darwinismo en México, el libro “Recueil des lois de la Biologíe Générale”, que Herrera publicó en 1897, puede considerarse con toda justicia como el primer texto evolucionista escrito en nuestro país. Gracias a la labor de Don Alfonso L. Herrera, la enseñanza de la biología surgió en México bajo la sombra secular de la teoría de la evolución.

Don Alfonso L. Herrera llegó a la dirección del Zoológico de Chapultepec precedido por una extraordinaria labor docente y organizativa. Fiel a su vocación docente, escribió en 1904 sus “Nociones de Biología”, el primer texto de biología que hubo en nuestro país, un libro destinado a profesores normalistas enmarcado en la teoría de la evolución, en donde ya hablaba de su teoría de la plasmogenia sobre la aparición de la vida. En 1915 fue nombrado director del Museo Nacional de Historia Natural, y desde ese puesto creó la Dirección de Estudios Biológicos, lo que le permitió fundar el Instituto Nacional de Parasitología, la estación de biología marina de Veracruz y, en el Bosque de Chapultepec, el Jardín Botánico, el Acuario de la ciudad y el Zoológico, que había sido cerrado en 1911 por la Revolución.

Con un tesón admirable, Herrera dictó conferencias, escribió libros, fundó museos y creó sociedades científicas. Dedicó su vida al estudio de la aparición de la vida, y buscó en las propiedades de geles y coloides de distinta composición química el origen del protoplasma, predicando a los cuatro vientos el carácter material de los seres vivos. Nunca logró crear una célula artificial, pero su biografía científica es una demostración de la disciplina académica y la capacidad intelectual de un hombre generoso convencido de la importancia de hacer de la docencia, la investigación, y la divulgación de las ciencias parte central del patrimonio cultural de todos los mexicanos. Lástima que no todos los gobiernos lo entiendan así".

Antonio Lazcano Araujo (Fragmento)

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