La inversión en ciencia, ya sea en educación y formación o mediante financiación pública para desarrollar nuevas herramientas y tecnologías de investigación, es una prioridad fundamental.
Recientemente se ha cuestionado la importancia de invertir en ciencia en nuestro país. Más aún, en el último año ha disminuido la inversión en ese rubro de aproximadamente 0.4% a 0.3% del PIB, a pesar de que por ley debería alcanzar el 1% del PIB, al menos. Al parecer para algunos no es claro qué es la ciencia y por qué México debe invertir en ella.
La ciencia comprende el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento estructurado, de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente. El objetivo de la ciencia es descubrir las leyes que rigen los fenómenos de la realidad, comprenderlos, explicarlos y predecirlos, a fin de mejorar la vida humana.
Hay al menos tres razones muy importantes para invertir en ciencia: (a) nos permite entender el mundo que nos rodea y es clave para la educación, (b) es fundamental para resolver los grandes problemas de la humanidad, y (c) es la base del desarrollo tecnológico, y por ende del progreso económico y social. A continuación, se detalla cada uno de estos aspectos.
En los últimos 300 años el método científico nos ha permitido ampliar nuestro conocimiento mucho más que en los cientos de miles de años previos, desde la aparición del Homo Sapiens. Estudiamos ahora el universo, desde lo más pequeño, como el átomo y sus partículas, hasta lo más grande, como los planetas, galaxias e incluso los hoyos negros. De uno de ellos se obtuvo recientemente la primera fotografía del llamado “horizonte de eventos” con la participación de científicos mexicanos. La ciencia también nos ha permitido entender la vida, la composición de los organismos, los mecanismos de la herencia, así como la evolución de las especies. Sin embargo, nuestro conocimiento es aún incompleto, todavía no se acaba de explicar completamente el origen de la vida y cómo es posible la inteligencia humana, por ejemplo. La investigación científica es un proceso continuo. Es importante que los científicos mexicanos estén a la vanguardia para la formación de los nuevos científicos, así como para eventualmente llevar el conocimiento alcanzado a toda la sociedad, de acuerdo a nuestro contexto y cultura.
La ciencia es la única vía para poder solucionar los grandes problemas de la humanidad, como aquellos relacionados con la salud y el calentamiento global, entre muchos otros. Un ejemplo concreto es la actual pandemia del COVID-19, para la cual se pudo obtener vacunas en un tiempo récord. Un desarrollo así no hubiera sido posible sin la investigación básica en bioquímica y biología molecular de los últimos 90 años, incluyendo el entendimiento de la estructura química de los genes y las proteínas, los mecanismos de la síntesis de proteínas a partir de la información del DNA y RNA, así como las pruebas previas de vacunas basadas en RNA (ver “Logro extraordinario de la ciencia: vacunas contra el COVID-19”, por Ricardo Tapia, CRÓNICA, 2020-12-22). Obviamente los países que más invierten en investigación científica tienen un acceso más expedito a los frutos de estas investigaciones, cómo ha sido el caso de las vacunas contra el COVID-19.
La ciencia es la base para el desarrollo de la tecnología, que a su vez es clave para el desarrollo económico y social de los países. Un ejemplo es la invención del transistor, que es hoy el elemento esencial de los circuitos electrónicos integrados (chips), que a su vez son la base de todas las computadoras, los celulares, los automóviles modernos, etc. El transistor tiene su origen en investigación básica en física, hace setenta años, incluyendo la mecánica cuántica y el estudio de los materiales semiconductores. La miniaturización del transistor ha posibilitado el desarrollo de la industria electrónica actual, lo que deriva en una gran riqueza para los países que la dominan, generando empleos y beneficio económico. La tecnología computacional está desarrollándose cada vez más rápido, en particular la inteligencia artificial. Las naciones líderes en estos campos van a cosechar grandes beneficios, ya que está demostrado que los países que invierten en ciencia y tecnología tienen un mayor desarrollo económico. Un caso paradigmático es Corea del Sur, que hasta 1986 tenía un ingreso per cápita menor a México. Actualmente es un país desarrollado que prácticamente ha eliminado la pobreza y con más del doble del ingreso per cápita de México.
Para finalizar hay que desmitificar algunas concepciones erróneas respecto al quehacer científico. La ciencia no tiene color ni afiliación política, no hay ciencia neoliberal ni social, solo buena ciencia, la que sigue el método científico. La ciencia es objetiva, solo busca explicar nuestra realidad, para eventualmente poder ser aplicada a la solución de problemas y generar bienestar. Hay que tener en cuenta que la investigación científica no siempre tiene un impacto inmediato, muchas veces el beneficio se da a largo plazo, por lo que no se le debe valorar solo de acuerdo a su utilidad inmediata. Un ejemplo es una rama de las matemáticas conocida cómo “teoría de los números”, desarrollada hace ya muchos años y que al principio no parecía tener ninguna aplicación práctica. Sin embargo, esta teoría es la base de la criptografía moderna, la que permite que se transmitan datos de nuestras tarjetas de crédito en Internet sin que alguien las pueda descifrar, algo esencial para el comercio electrónico moderno.
Una mayor inversión en ciencia y tecnología es la única opción realista para catalizar el desarrollo de México. Ojalá algún día nuestros dirigentes lo entiendan.
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