¿Qué son los ritmos circadianos?
Son los cambios biológicos, mentales y de comportamiento que tienen una duración de aproximadamente 24 horas. Se relacionan principalmente con el ciclo luz solar – oscuridad donde vive el organismo. Plantas, animales incluso organismos unicelulares como las bacterias o las algas. El estudio de los ritmos circadianos se llama cronobiología.
Estos ritmos sirven para sincronizar la conducta y la actividad corporal a los cambios del entorno. El cuerpo humano tiende a regular sus ritmos circadianos, pero hay factores externos que pueden influir. La luz es la señal que más impacto causa en los ritmos circadianos.
¿Y el reloj biológico?
El reloj biológico no es lo mismo que los ritmos circadianos pero si tienen relación entre sí. El reloj biológico controlan los ritmos circadianos que tienen grupos de células distribuidas por todo el cuerpo. Tenemos un reloj biológico a modo de ordenador central en el cerebro. Es el núcleo supraquiasmático o NSQ. Este reloj biológico influye en actividades como el sueño, el hambre, la conducta sexual o el rendimiento intelectual.
Los ritmos circadianos y la supervivencia
Los cambios de luz que ocurren cada día son vitales para la supervivencia de muchas especies, pensemos en los animales diurnos o los nocturnos que cazan durante unas determinadas horas del día.
Pequeños roedores como las ardillas voladoras, los lirones o mamíferos como la comadreja al cazar de noche evitan el acecho de muchos depredadores diurnos. Por el día permanecen escondidos y por la noche es cuando buscan alimento.
Los ritmos circadianos ayudan a los animales a organizar su conducta. Además optimiza la adaptación al ecosistema, durante el día hay unos animales cazando, mientras que por la noche hay otros.
¿Despertarse un poco antes de que suene el despertador?
Si esto te ha ocurrido se debe a que tus ritmos circadiano están ajustados y funcionan de maravilla. Nosotros y también muchos animales compartimos un mecanismo interno que nos permite anticiparnos a los eventos periódicos.
En el caso del despertador antes, nos habituamos a despertarnos a una determinada hora durante días y acostarnos a una hora similar. Entonces nuestros ritmos circadiano, actúan como la memoria de un ordenador, puede sincronizarse de tal forma que te despiertes justo a la hora o incluso minutos antes de que suene tu despertador.
La clave es la regularidad/cierto orden en horarios, si mantenemos cierta regularidad en horarios los ritmos circadianos responden. Si por el contrario tenemos un total desbarajuste en horarios, distintas horas de acostarse, o levantarse, falta de sueño acumulado, entonces nuestros ritmos circadianos se verán influidos negativamente y notarás que descansas peor o incluso que te sientes cansada a pesar de haber dormido.
Ritmos circadianos y genética
Existe un componente genético en los ritmos circadianos. Los científicos han realizado experimentos en la mosca de la fruta, y han establecido con claridad que estos ritmos circadianos se heredan.
Distintos experimentos indican que estos ritmos son independientes de la temperatura ambiental, algo que resulta especialmente. Si los ritmos circadianos de los animales se vieran influidos por los cambios de temperatura, serían incapaces de estimar el tiempo en cuanto la temperatura cambiase, lo que supondría un problema para animales tanto diurnos como nocturnos.
Estos ritmos circadianos además son bastante resistentes al efecto de distintas sustancias químicas que puedan afectar al sistema nervioso, aunque ciertos medicamentos si pueden afectarles.
Factores que pueden alterar los ritmos circadianos
- Los trabajos por turnos
- Algunos medicamentos
- El cambio de zona horaria, el jet lang
- El embarazo
Los ritmos circadianos constituyen el reloj biológico humano que regula las funciones fisiológicas del organismo para que sigan un ciclo regular que se repite cada 24 horas, y que coincide con los estados de sueño y vigilia. El sueño y la vigilia están asociados a los estímulos de luz, que el cerebro asocia con una mayor actividad fisiológica mientras que, en la oscuridad, se inhiben estas funciones, llegando al mínimo entre las 3.00 y las 6.00 horas.
Durante el descanso nocturno, el organismo humano entra en letargo, la temperatura corporal baja hasta los 35º, disminuye la presión sanguínea y se reduce la secreción de hormonas. La capacidad de alerta y de movimiento también se encuentran reducidas, por lo que es más difícil concentrarse o reaccionar ante un imprevisto y, por lo tanto, disminuye el rendimiento laboral y se multiplican las posibilidades de sufrir un accidente.
Si este periodo no se emplea para descansar, esto afectará negativamente a la salud física y psíquica del individuo, porque se disocian los ritmos biológicos y los elementos naturales que sirven para sincronizarlos, especialmente la luz, y se establecen sincronizadores artificiales. El organismo sufre por partida doble: por un lado ha de realizar un esfuerzo para permanecer activo en la fase de letargo natural (nocturna) y, por otro, debe esforzarse para dormir en la fase de activación (diurna).
A consecuencia de la alteración de este ritmo biológico, las personas que se ven obligadas a trabajar en turno de noche duermen entre cinco y siete horas menos por semana pero, aunque pudiesen descansar en un lugar oscuro y aislado de ruidos, la calidad del sueño diurno es inferior a la del nocturno y se reduce el tiempo total de sueño, aumentando los despertares, por lo que resulta difícil que lleguen al número de horas de sueño recomendadas para un adulto (entre siete y ocho diarias) y, en caso de conseguirlo, el descanso no es totalmente reparador.
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