¿Qué es el Día de la Tierra?
Desde el año 1970, el 22 de abril se celebra el Día de la Tierra en todos los rincones del planeta. Aunque fue ideado por el activista por la paz John McConell en 1969,Gaylord Nelson, senador demócrata estadounidense, fue el impulsor de esta fecha y una de las primeras personas que intentó concienciar a la población sobre cuestiones medioambientales.
Nelson, señaló al hombre como el responsable directo de los problemas de sostenibilidad a los que se enfrentaba el ser humano, como la superpoblación o la contaminación. Y en 1970 promovió, mediante una gran manifestación, la creación de una agencia medioambiental para salvaguardar el planeta.
La manifestación consiguió su objetivo gracias el apoyo de los estudiantes de más de dos mil universidades y diez mil institutos de Estados Unidos, así como de organizaciones defensoras de la naturaleza. El presidente Richard Nixon, aprobaba la creación de La Agencia de Protección Ambiental, que aún sigue trabajando por la protección de nuestro planeta.
Desde su creación, la celebración de el Día de la Tierra, se ha extendido a unos 200 países de todo el mundo y se establece como una jornada de reflexión para concienciarnos de la belleza de nuestro planeta y de la necesidad de cuidar de este nuestro hogar.
El lema de la celebración de este año es “Los árboles para la tierra”, por la importancia que tienen en nuestro ecosistema. Por ello, la ONU pretende que gobiernos y organizaciones se comprometan a plantar 7,8 millones de árboles durante los próximos cinco años.
Disfrutar de un aire limpio y puro es un derecho fundamental de los seres humanos que es infringido sistemáticamente en un atentado directo contra los ciudadanos de todas las naciones.
Las consecuencias para la salud son numerosas y muy variadas. Las principales son las enfermedades del aparato respiratorio como bronquitis o neumonía. Tos, falta de aliento, irritación de garganta, nariz y ojos, son otros de los síntomas que provoca la contaminación.
La atmósfera se compone de una serie de gases, como el oxígeno y el nitrógeno, cuyas proporciones son constantes. Sin embargo, existen otros, como el dióxido de carbono, cuyo aumento es el responsable del cambio climático, el óxido y el dióxido de nitrógeno o el monóxido de carbono que son los que producen la contaminación.
Muchos de estos gases, como el dióxido de azufre, proceden de erupciones volcánicas, pero en último término, el máximo responsable de la contaminación es la actividad humana y más concretamente el tráfico rodado de las grandes ciudades.
Hay siete millones de muertes al año en todo el planeta como consecuencia de la contaminación. China es una de las grandes potencias del mundo que debe enfrentarse a la escalofriante cifra del millón de muertes anuales consecuencia de la gran nube contaminante que cubre el país. En Europa, los números son también preocupantes, con casi medio millón de muertos al año.
Las soluciones
La solución para esta situación, que se reproduce en todas las grandes ciudades del planeta, no es sencilla, ya que supondría cambiar nuestra forma de vivir. Los gobiernos de las grandes urbes como Madrid, Paris o Barcelona han impulsado una iniciativa en el portal Change.org, contra el principal responsable del problema, la industria del automóvil.
Muchos líderes locales critican a la Unión Europea que al tiempo que sanciona a los ayuntamientos por los niveles de contaminación, permite a los fabricantes de coches infringir, sistemáticamente los limites de las emisiones.
Gracias a la Conferencia sobre Cambio Climático de Paris, ya nadie tiene dudas sobre la veracidad del Calentamiento Global. Los datos son aplastantes y los efectos demasiado evidentes para seguir negándolos. Sin ir más lejos el pasado mes de febrero los termómetros registraron el histórico aumento de 1,35 grados que anuncian que el 2016 será probablemente el año más cálido desde que existen registros.
La OMM ya ha anunciado que el futuro será mucho más cálido, seco y húmedo obligando a un gran número de seres humanos a huir de sus hogares, como ya sucedió en el pasado. Quizá, hemos afrontado el problema demasiado tarde y ahora la única solución será adaptarnos.
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