Ya hemos explicado que todos soñamos. Entonces, ¿por qué no todos somos conscientes de ello?
Los sueños suelen basarse en nuestras vivencias diarias, deseos, preocupaciones o miedos, adornados con metáforas visuales y auditivas, y son manifestaciones de nuestro subconsciente. Por lo tanto, no recordarlos puede deberse a que los censuramos automáticamente por considerarlos obscenos o inmorales. Si solemos reprimirnos en la vigilia, es más probable que ocurra esto al despertarnos.
Otra veces los sueños son olvidados porque nos levantamos (y vivimos) demasiado deprisa, sin tiempo para recapacitar sobre nosotros mismos.
Los que recuerdan sus sueños suelen tener mejor opinión de sí mismos que quienes no lo hacen.
Los que recuerdan sus sueños suelen tener mejor opinión de sí mismos que quienes no lo hacen.
Los niños suelen recordar la mayoría de los sueños porque no tienen problemas ni prisa y no se reprimen. Además saben cómo soñar lo que desean y moverse dentro del mundo onírico a sus anchas.
Ésta es otra capacidad que perdemos al crecer, la de manipular nuestros sueños, una actividad muy divertida y barata. Los adultos que son conscientes de sus sueños y deciden qué hacer en ellos son llamados onironautas.
Normalmente este colectivo utiliza los sueños para divertirse, igual que el cine, o el teatro, o como inspiración literaria. Éste es el caso de grandes escritores como Mary Shelley, Robert Louis Stevenson, William Shakespeare o Stephen King. No es sorprendente que la gente que se dedica a tareas creativas tenga más facilidad para recordar los sueños.
En algunas pseudociencias creen que estos sueños no son tales, sino viajes astrales. Aquí nos vemos obligados a desmentirlo, es sólo una función fascinante del cerebro.
¿Cómo soñamos?
Existen sueños REM y sueños no REM. Pero, ¿sabemos qué significa esto?
No debemos hacer ejercicio antes de dormir porque nos mantendría despiertos (excepto el sexo, que provoca lo contrario). ¿No te ha pasado alguna vez que te estas quedando dormidos en el sillón y cuando llegas a la cama ya no tenéis sueño?
Quince minutos después de dormirnos tenemos el primer sueño. Mientras dormimos se alternan fases REM (aproximadamente son un 25% del sueño) y fases no REM. Aproximadamente el 50% de los ruidos, brisas, luces, movimientos y otras cosas que hay a nuestro alrededor son integrados a nuestros sueños.
Después de cada fase REM nos despertamos, pero no somos conscientes de ello. Es en este momento cuando cambiamos de postura, porque NO nos movemos cuando dormimos. Si te mueves en otro momento es porque vuestro cerebro no funciona correctamente. Este trastorno no es grave, pero no es lo normal.
La fase REM fue descubierta en 1953 por un psicólogo americano, llamado William Charles Dement, que estaba estudiando los sueños de los bebés. Este acrónimo significa Rapid Eye Movement, en español Movimientos Oculares Rápidos (MOR). Durante esta etapa aumentan el pulso, la respiración y la presión sanguínea hasta niveles semejantes a los que tenemos en la vigilia (en las fases no REM vuelven a descender).
Los sueños que tenemos durante las etapas REM también son llamados Sueños Lúcidos porque parecen cuasi reales, y es más fácil recordarlos si nos despertamos en ese momento.
Los sueños no REM son más cortos, menos elaborados y se asemejan a los pensamientos. En esta categoría incluimos los Sueños Menores, que son como algunas sensaciones corporales, conversaciones extrañas o alucinaciones. Por eso algunos piensan que han tenido experiencias paranormales, pero no es cierto, y debemos aclarar que es sólo biología.
Cada una de estas fases o etapas del sueño está integrada por otras minifases, pero son más complejas.
Actualmente, científicos alemanes han descubierto, gracias al electroencefalograma (EEG), que se activan las mismas áreas en el cerebro durante el sueño que en la vigilia. Si soñamos que corremos, el cerebro activa las zonas que se encargan de correr. Con todos estos nuevos datos, ya es posible conocer el contenido de los sueños con enorme exactitud.
¿Por qué soñar es tan importante?
Todos conocemos la importancia de dormir, pero ¿lo sabemos de soñar?
Mucha gente afirma no soñar nunca. Sin embargo esto no es cierto, pues TODOS los animales con cerebro tenemos esta capacidad.
Dormir y soñar son cosas diferentes que ocurren al mismo tiempo y ambas son vitales, por lo que su privación provoca graves consecuencias a nuestra salud.
Mientras dormimos se regeneran las células que forman todos los tejidos de nuestro cuerpo. Sólo necesitamos unas tres o cuatro horas para dormir, es decir, para regenerar nuestros tejidos, pero no es suficiente para soñar. Para realizar las dos actividades correctamente, los humanos, necesitamos unas siete u ocho horas.
No todos somos iguales (genéticamente), por lo que algunos precisan más de ocho horas y otros menos. Aún así, la gente que duerme menos de seis horas, con el tiempo, puede llegar a tener problemas psicológicos porque no sueña lo suficiente.
No dormir provoca consecuencias fatales, como la pérdida de concentración y de memoria, alucinaciones visuales (a partir de las 60 horas sin dormir) por la secreción de una hormona semejante al LSD e incluso la muerte (si no se duerme en 19 días).
Esta es una de las peores torturas que existen, y los que han sido sometidos a ella afirman que es peor que el dolor físico. No soñar, aunque sí se duerma (si hay un fallo neuronal o se ha paralizado físicamente la zona del cerebro encargada del sueño), provoca trastornos semejantes como las alucinaciones visuales (a partir del segundo o tercer día) y la muerte, que llega en tres horribles meses.
Por tanto, si estas vivo, puedes estar seguros de que sueñas.
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