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martes, 19 de mayo de 2015
Pez luna; el pez de sangre caliente
Con un tamaño similar a la de un gran neumático, el pez luna real (Lampris guttatus) habita en todos los océanos del mundo a más de 45 metros de profundidad en frías y oscuras aguas, en las que se mueve agitando rápidamente sus aletas pectorales. Los peces que nadan en estas aguas deberían ser lentos e inactivos para conservar su energía y tender emboscadas a sus presas en lugar de perseguirlas.
Un equipo de científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) revela que el pez luna real calienta su cuerpo entero con el aleteo constante, acelerando su metabolismo, sus movimientos y sus tiempos de reacción. Para los investigadores se trata del primer pez con sangre caliente circulando por todo su cuerpo, como ocurre con mamíferos y aves.
“El hecho de descubrir un pez capaz de calentarse a pesar de la temperatura de su medio cambia nuestra manera de pensar sobre la habilidad de los peces y otros organismos para mantener el calor en sus cuerpos”, señala a Sinc Nicholas Wegner, biólogo en el Southwest Fisheries Science Center de la NOAA y autor principal del estudio que publica Science. Según Wegner, Lampris guttatus aumenta principalmente la temperatura de su cuerpo a través del constante aleteo de sus aletas pectorales.
“Los músculos usados para mover estas aletas generan calor”, indica el investigador estadounidense, quien añade que este pez posee unos vasos sanguíneos especializados en sus branquias que forman intercambiadores de calor a contracorriente que minimizan la pérdida de este calor al agua cuando el pez respira.
El científico se percató de que el diseño del tejido de las agallas era inusual. El pez luna real logra calentarse gracias a la presencia de una red de vasos sanguíneos sumamente compactos, que usa la sangre de las venas una vez caliente tras el funcionamiento muscular para aumentar la temperatura de la sangre arterial oxigenada en las agallas.Este mecanismo, apilado en capas que intercambian calor y a su vez aislado con tejido conectivo graso dentro de los arcos de las agallas, protege así al sistema contra la pérdida de calor. Equipado con un corazón y cerebro calientes, el pez puede desplazarse por aguas frías y profundas de forma semejante a la de los depredadores muy eficientes, como el atún.
El pez ve mejor y nada más rápidoEl equipo de investigación recogió los datos de las temperaturas del pez luna real capturado durante el estudio. Los resultados revelan que las temperaturas del cuerpo del pez estaban de manera regular más calientes que las de las aguas de su entorno.
Además, la monitorización de la temperatura durante la sumersión del pez demostró que el calor se mantenía, incluso si la temperatura del agua descendía bruscamente. Según el trabajo, el pez tenía de media una temperatura muscular de unos 5 ºC por encima de las aguas mientras nadaba de 45 a 300 metros de profundidad.
Una de las ventajas del calentamiento constante del pez se aprecia en una mejora de su rendimiento. “Una región craneal caliente le permite incrementar las tasas de reacción y la resolución visual. Esto es importante cuando estos peces buscan comida en las frías y profundas aguas, donde pasan la mayoría de su tiempo”, recalca Wegner.Muy pocos peces son capaces de calentar ciertas partes de cuerpo, como la musculatura o el cerebro y los ojos. Es el caso del atún, el pez espada o algunos tiburones que usan estas adaptaciones para sumergirse en frías aguas y cazar presas. “Sin embargo, estos peces tienen que volver a la superficie para calentar el resto de su cuerpo, incluido el corazón, que queda a temperatura ambiente”, subraya el biólogo.
El pez luna real es el único pez conocido capaz de mantener su corazón caliente para mantenerse en las profundidades evitando así los viajes regulares hasta la superficie para calentarse. Al poder calentar todo su cuerpo, el pez se convierte en un predador muy activo que caza presas ágiles como los calamares. Además, puede migrar durante largas distancias.
“Este tipo de hallazgos nos permiten entender el papel que desempeñan diferentes especies en el medio marino, y cómo sus adaptaciones fisiológicas únicas les ayudan a sobrevivir”, concluye Wegner.
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