miércoles, 5 de marzo de 2025

Descubierta una nueva forma de herencia alejada del ADN

 Una investigación inesperada demuestra, por primera vez en animales, un mecanismo de herencia que no depende de ningún ácido nucleico, sino de proteínas amiloides. El descubrimiento podría, según los autores, explicar parte de la ‘heredabilidad perdida’

No pocos de los mayores descubrimientos han partido de la casualidad, aunque en general la serendipia es para quien se la trabaja. Matthew Eroglu y su grupo de investigación, en la Universidad de Toronto, estaban empezando a estudiar el papel de un par de genes en relación con el cáncer cuando algo extraño sucedió que hizo girar todo el objetivo. Los gusanos que utilizaban, normalmente hermafroditas y que se reproducen sin dificultad, empezaron a ser más femeninos a cada generación hasta terminar siendo estériles por sí mismos. La sorpresa ante algo que nunca antes habían visto hizo que todo su esfuerzo pasara entonces “a investigar qué estaba causando este efecto heredado”, explica Eroglu.

El trabajo de los siguientes años les llevó de la sorpresa inicial a otras más grandes a continuación. El efecto se debía a algo que se heredaba y acumulaba en la descendencia pero que no tenía que ver con ningún ácido nucleico (ADN o ARN) ni con nada que afectara a estos reyes de la herencia, lo que rompe con lo conocido hasta ahora en animales. Ese algo, y esta fue la sorpresa final, eran proteínas con estructura de amiloide y propiedades priónicas, parecidas a las que se acumulan en las placas del alzhéimer, que podían pasar de generación en generación y multiplicarse con el tiempo vampirizando a sus vecinas. La investigación protagonizó la portada de la revista Nature Cell Biology. Para Tanya Vavouri, jefa de grupo en el Instituto de Investigación Josep Carreras contra la Leucemia, experta en procesos epigenéticos y su transmisión y que no ha participado en este trabajo, “es un muy buen estudio que desvela un nuevo mecanismo de herencia. Es muy novedoso”.

Aunque el nuevo hallazgo no ha sido aún estudiado ni probado en humanos, según Eroglu “este es un mecanismo adicional que actúa por encima de los genes y que podría explicar parte de la heredabilidad perdida”, el hecho de que varios rasgos (como la altura o la inteligencia) y enfermedades (como la diabetes, alteraciones neurológicas o algunos tipos de cáncer, entre otras) se comporten de forma más hereditaria de lo que los genes hasta ahora han podido explicar. Aún más contundente es Brent Derry, el responsable del grupo, para quien el descubrimiento “cambia lo que pensamos sobre el campo por completo”.

El camino de la investigación: un tour de force

Caenorhabditis elegans es un gusano transparente que apenas vive tres semanas, que se reproduce con mucha facilidad y que es la estrella de muchos laboratorios en el mundo. Más del 99% de ellos son hermafroditas que siguen un ciclo peculiar: cuando son larvas, sus 150 primeras células sexuales se convierten en esperma; justo a partir de entonces, la mitad restante se convertirán en ovocitos femeninos. Cuando Eroglu y su grupo inactivaron los genes que en un principio querían estudiar observaron que el número de descendientes disminuía a cada generación, hasta terminar incluso desapareciendo si se criaban con un poco de calor, algo que estos animales viven con cierto estrés.

Curiosamente, cada generación producía menos esperma y más ovocitos, hasta que al final solo fabricaban estos últimos. Los gusanos hermafroditas se habían feminizado y esto no era algo que se transmitiera de forma genética y habitual: los cambios se acumulaban, sucedían también con el calor en gusanos normales sin modificar —aunque de forma más leve, porque siempre seguían produciendo algo de esperma— y además eran reversibles, retrocedían si se criaban a temperaturas algo más templadas. Era una forma de herencia epigenética: por encima de los genes.

La epigenética puede definirse de forma amplia como como las marcas o los cambios que afectan al comportamiento de los genes y que pueden pasar a las células hijas, pero que no alteran la secuencia de ADN. Y giran en torno a los dos ácidos nucleicos. Cuando los investigadores empezaron su batería casi interminable de experimentos no consiguieron, sin embargo, identificar nada de todo lo conocido que pudiera estar jugando un papel.

Solo observaron una diferencia aparente, y ahí estaría la clave. Mirados al microscopio, los gusanos feminizados contenían unos puntos verdes autofluorescentes como “gotas brillantes”, según Eroglu, que crecían generación tras generación. Los llamaron “herasomas”, y en su interior alojaban la llave del mecanismo: contenían proteínas plegadas en forma de amiloide, similares a las que se acumulan en la enfermedad de Alzheimer (aunque no las mismas). Cuando les daban sustancias que dificultaban su formación, se reducía el efecto. Cuando les inyectaban amiloides procedentes de gusanos feminizados, los animales reproducían el mismo proceso y lo transmitían durante varias generaciones. “Era suficiente para provocar el efecto. Es el modelo más simple que explica las observaciones”, concluye Eroglu.

Las proteínas amiloides pueden ser muy diferentes, pero se llaman así por cierta estructura que forman al plegarse. Y poseen una característica muy peculiar: tienen el potencial de multiplicarse “contagiando” su forma a otras parecidas con las que entra en contacto. Esta “vampirización” es la forma de extenderse que tienen los priones, que en esencia son un tipo más de proteínas amiloides. Aunque su fama es aterradora, sus características les permiten también jugar papeles importantes, como en el almacenamiento de hormonas o posiblemente también en la formación de la memoria. Y, como escribe el catedrático de la Universidad de Harvard Craig P. Hunter en un texto acerca del nuevo descubrimiento: “De la misma forma que el ADN, los amiloides se replican sirviéndose a sí mismos como modelo, lo que los hace portadores ideales de información adquirida heredable”. Esto, que se había visto en levaduras, se comprueba ahora por primera vez en animales, mucho más complejos.

¿Cómo logran este efecto particular sobre el sexo? Al parecer, los amiloides pueden en última instancia trastocar la proporción de dos proteínas clave en el desarrollo de las células sexuales y que normalmente se alternan en la vida del gusano como un balancín. Con la primera se producen espermatozoides, con la subida de la segunda, ovocitos. Roto el movimiento, solo producirá estos últimos.

La portada de la revista en la que se publicó el artículo era el fondo de pantalla que llevó en su móvil Eroglu durante años: una imagen tomada por él mismo de un gusano en el momento en que cambia de fabricar esperma a fabricar huevos. Como dicen desde la que era su universidad: “una metáfora perfecta para su descubrimiento. Mientras investigaba sobre una cosa, descubrió otra”.

¿Cuál es su valor evolutivo? ¿Sucede en humanos?

La inmensa mayoría de estos gusanos se reproducen por sí mismos, de forma hermafrodita. Cuando el entorno se convierte en estresante o amenazante, puede ser beneficioso cambiar esa rutina: si en lugar de ser autosuficientes se cruzan con otros, aumentan la diversidad en sus genes y con ello las posibilidades de encontrar respuestas ante la nueva amenaza. En este caso, la acumulación de amiloides feminiza en mayor o menor medida a los gusanos al hacer que produzcan menos esperma, instándoles a aparearse con los machos que encuentren. Sería un tipo de adaptación parecida a la que sugería Lamarck, el naturalista para quien la evolución se producía por cambios que los organismos generaban al adaptarse y que luego transmitían —como las jirafas que estiraban sus cuellos—, y no por el azar y la selección darwinianas.

La epigenética le ha ofrecido un resquicio póstumo a Lamarck, aunque de valor relativo. La naturaleza parece conspirar contra él y tiende a borrar la mayoría de este tipo de marcas cuando se forman los organismos hijos. Y lo hace especialmente en animales como nosotros, que tardamos además muchos años en reproducirnos y no unas semanas como los gusanos, dando tiempo a que las posibles marcas se diluyan.

En realidad, apenas hay descritos cambios de este tipo transmitidos en humanos, y todavía están cuestionados. Algunos de los trabajos más conocidos son los que encontraron cambios metabólicos en los nietos de quienes sufrieron una gran hambruna en Holanda durante la II Guerra Mundial. Para Vavouri, sin embargo, aunque “hay una observación epidemiológica, aún no están probados los mecanismos que los provocan”.

También se han publicitado los posibles cambios epigenéticos transmitidos tras el trauma generado durante el Holocausto, pero esos estudios han sido criticados por sus métodos e interpretaciones, y su significado biológico parece irrelevante. “Hay muchos factores que pueden influir y confundir en este tipo de estudios donde entra en juego lo psicológico”, explica Vavouri. “Además, las diferencias son muy pequeñas y su importancia es difícil de aceptar”.

Sin embargo, sigue existiendo el problema de la heredabilidad perdida, el hecho de que las letras de los genes no expliquen parte del patrón de herencia que se observa para no pocos rasgos o enfermedades. ¿Podrían las proteínas amiloides ser la puerta que ayude a cerrar ese hueco de conocimiento?

Eroglu admite que no se conoce qué podría producir la acumulación de estas proteínas ni si tienen un papel en nosotros, pero también apunta que “se han observado agregados amiloides en ovocitos humanos, aunque no sabemos qué hacen ni cuál puede ser su relevancia”, y que “al menos un grupo está investigando si esta herencia por amiloide sucede en ratas”. Ese grupo está liderado por Gail Cornwall, investigadora de la Universidad de Texas. Preguntada por este trabajo y sus implicaciones, asegura que le “entusiasmó”. Las proteínas amiloides “son un mecanismo ideal para que los organismos prueben nuevos fenotipos [los rasgos observables] antes de modificarlos genéticamente. Se podría pensar que la naturaleza no eliminaría un mecanismo de adaptación tan potente en los organismos superiores”, explica por correo electrónico.

Para Vavouri, sin embargo, “hay muchos ejemplos en la naturaleza de que lo que puede parecer lógico no sucede en la realidad. Sin ir más lejos, los científicos pensamos en muchas hipótesis lógicas que luego no se confirman. Es interesante para investigar, pero todavía no sabemos si sucede en humanos o incluso en mamíferos ni qué podría suponer”. Para la investigadora “es un mecanismo que ya tiene valor incluso aunque no se acabe probando en humanos. El mundo es mucho más grande que nosotros y este tipo de descubrimientos podría incluso afectarnos de otras maneras”.

Según Eroglu, “nada de todo esto contradice el hecho de que los genes determinan la gran mayoría de la herencia. Sin embargo, hay rasgos que no se explican completamente por la variación en su secuencia”. En la nota de prensa de la universidad, añade: “Existe este mecanismo alternativo por encima del ADN. ¿Quién sabe qué podría hacer? ¿Podríamos descubrir algo que no cambie el sexo pero sí otros rasgos? ¿O que predijera enfermedades para las que no podemos basarnos solo en el ADN?”

El párrafo final de su artículo, aunque con fórmulas de reserva, fue aceptado por los editores de la revista, y dice así: “La principal implicación es que las proteínas heredables de forma estable pueden actuar como una reserva de modificadores aún inexplorados independientes de la secuencia genética, una fuente potencial de heredabilidad perdida. Aunque sea especulativo, la amplitud de los rasgos familiares que no pueden atribuirse en gran medida a la variación de la secuencia genética (por ejemplo: la diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer, la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica y el espectro autista) sugieren esta idea”.


Crean ratones con pelo de mamut: experimento desafía la extinción de las especies

 Para algunos, esta investigación representa un paso hacia la conservación y reintroducción de especies funcionalmente similares a las extintas.

La extinción suele ser definitiva. Una vez que una especie desaparece, su legado permanece solo en fósiles y registros científicos. Sin embargo, en el caso del mamut lanudo, esta regla comienza a desafiarse.

Los ratones con ADN de mamut lanudo

Cuatro mil años después de que ese colosal animal recorriera la Tierra, parte de su ADN está activo en ratones de laboratorio modificados genéticamente por Colossal Biosciences, una compañía con sede en Dallas, Estados Unidos. Estos ratones, en lugar del pelaje corto y marrón típico de su especie, presentan un manto largo, ondulado y lanudo, además de alteraciones metabólicas que los acercan al mamut. Ambas características fueron posibles gracias a una sofisticada edición genética que, según reporta la revista TIMEpodría allanar el camino para que el mamut regrese a la vida en los próximos años.

“El ratón lanudo de Colossal Biosciences marca un punto de inflexión en nuestra misión de desextinción”, afirmó el CEO de la empresa, Ben Lamm. “Al diseñar múltiples rasgos de tolerancia al frío propios de los mamuts en una especie modelo, hemos demostrado nuestra capacidad para recrear combinaciones genéticas complejas que tomaron millones de años en evolucionar”.

El diario El País reportó que la investigación es liderada por científicos como el genetista Love Dalén, experto en la recuperación de genomas de mamuts conservados en Siberia. Según Dalén, las modificaciones aplicadas en los ratones corresponden a variantes identificadas en el genoma del mamut lanudo, lo que representa un avance significativo en la comprensión de su biología. 

¿Cómo hicieron el ratón lanudo de Colossal Biosciences?

Para lograr este experimento, el equipo de Colossal Biosciences utilizó una versión avanzada de la tecnología Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats (CRISPR), que permite editar el ADN de organismos vivos. Entre las alteraciones introducidas en los ratones destacan:

-FGF5 desactivado: Prolonga el crecimiento del pelo hasta tres veces más que en ratones normales.

-Modificación de FAM83G, FZD6 y TGM3: Genera un pelaje más denso y bigotes rizados.

-Cambio en el gen MC1R: Altera la producción de melanina, generando una coloración rubia o pelirroja en lugar del pelaje oscuro típico.

-FABP2 truncado: Relacionado con el metabolismo de los lípidos y la absorción de ácidos grasos, lo que afecta el peso corporal.

Según Colossal Biosciences, los resultados ayudan a comprender cómo ciertas mutaciones permitieron la adaptación del mamut al frío extremo, facilitando la ingeniería genética para futuras especies híbridas. Los investigadores quieren aplicar estos conocimientos para editar genéticamente elefantes asiáticos y dotarlos de características propias del mamut, como su grueso pelaje y adaptaciones metabólicas al frío.

Sin embargo, el genetista Love Dalén aclaró a la prensa internacional que la compañía no busca recrear un mamut exacto, sino modificar un elefante con aproximadamente 100 genes clave de los mamuts.

El proyecto de Colossal Biosciences atrae inversiones por más de 400 millones de euros, reportó El País, con el apoyo de empresarios y figuras de la industria del entretenimiento como el cineasta Peter Jackson, Mark Walter y Thomas Tull, productor de Jurassic World. La multimillonaria Paris Hilton también financia la iniciativa.

Opiniones divididas en la comunidad científica

El experimento, sin embargo, genera un debate no tan positivo para sus autores. Si bien algunos expertos consideran que este es un avance importante, otros cuestionan la posibilidad real de revertir la extinción de especies animales.

Consultado por El País, el biólogo Lluís Montoliu, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), califica la investigación como un “éxito incontestable”, ya que permite validar los efectos de las mutaciones genéticas del mamut en un organismo vivo antes de aplicarlas a elefantes.

Por otro lado, la bióloga evolutiva Louise Johnson, de la Universidad de Reading, se muestra escéptica: “En teoría, se podría introducir un gen de vellosidad en un elefante y se parecería a un mamut, pero no sería un mamut en un sentido significativo”. Agrega que los elefantes presentan enormes desafíos para este tipo de investigación debido a su tamaño, periodos de gestación prolongados y necesidades de cuidado especializado.

Por su parte, la paleontóloga Tori Herridge, de la Universidad de Sheffield, resalta otro obstáculo clave: “Menos del 10% de los embriones editados genéticamente logran desarrollarse, y muy pocos de los nacidos presentan las modificaciones en todos los genes objetivo”, lo que pone en duda la viabilidad de llevar esta tecnología a especies de mayor tamaño como los elefantes. 


Vida fascinante en la Tierra: más células que estrellas en el cielo o granos de arena

 Investigadores revelan que el número de células vivas en la Tierra está alcanzando proporciones asombrosas. Desde bacterias hasta majestuosas ballenas azules, este gigantesco número de células supera incluso mil veces el número estimado de granos de arena en nuestro planeta.


Los cálculos más recientes, basados en datos sobre la fotosíntesis y otros métodos de conversión de dióxido de carbono, muestran que hay alrededor de 10^30 células en la Tierra. Estos números ofrecen una mirada fascinante a la inmensa diversidad de la vida y al mismo tiempo plantean preguntas sobre los límites y posibilidades de nuestro planeta.

Un viaje a través de la evolución

Dirigida por el geólogo Peter Crockford de la Universidad de Carleton, la investigación comenzó combinando estimaciones del número de microbios en el océano, el suelo y el subsuelo con el número de células en organismos más grandes. Esta impresionante colección de 10^30 células constituyeron el punto de partida de un fascinante viaje a través de la evolución de la vida en la Tierra. Desde la aparición de los primeros microbios fotosintetizadores, las cianobacterias, hace entre 3,400 y 2,500 millones de años, hasta la evolución de las plantas terrestres hace entre 450 y 350 millones de años, cada fase de la evolución ha influido en el número de células y la diversidad de la vida.

La producción primaria y el círculo de la vida

En el centro de estos hallazgos se encuentra la producción primaria, un proceso fundamental en el que el dióxido de carbono se convierte en compuestos a base de carbono. Estos compuestos, como los azúcares y los almidones, se mueven a lo largo de la cadena alimentaria: las plantas y los microbios fotosintetizadores son devorados por otros organismos, que a su vez son consumidos por criaturas más grandes. Los insectos y microbios desempeñan un papel clave al descomponer los restos y liberar CO₂ a la atmósfera. Este complejo ciclo ha recorrido todo el carbono de la Tierra aproximadamente 100 veces y refleja la profunda interconexión de todos los seres vivos en nuestro planeta.

El límite superior de la vida.

Sin embargo, los investigadores advierten sobre un límite superior. La Tierra simplemente no puede soportar más de 10^41 células. Esta limitación se basa en los recursos disponibles de nuestro planeta y plantea cuestiones importantes sobre la sostenibilidad y la resiliencia del equilibrio ecológico. Los hallazgos podrían utilizarse para comprender mejor cómo utilizar los recursos limitados de la Tierra y desarrollar estrategias para preservar la diversidad de la vida.

Una mirada al futuro

No sólo un viaje al pasado, sino también una fascinante proyección hacia el futuro. Los investigadores predicen que el destino de la vida en la Tierra cambiará en unos mil millones de años. El brillo del Sol desencadenará procesos geológicos que reducirán los niveles de CO2 en la atmósfera. Estos cambios podrían tener efectos dramáticos en la fotosíntesis y por tanto en la vida en nuestro planeta. Las plantas morirían y las temperaturas en los océanos aumentarían tanto que los productores primarios tampoco podrían sobrevivir. Esta fascinante visión del futuro no sólo plantea cuestiones científicas, sino que también estimula la reflexión sobre la influencia del hombre en los procesos ecológicos de la Tierra.

Controversia y discusión

Mientras que algunos científicos enfatizan la verosimilitud de estas cifras y pronósticos, otros señalan que las estimaciones, particularmente para períodos del pasado lejano, están sujetas a incertidumbre. La discusión de estos fascinantes hallazgos estimula una mayor reflexión e investigación.

La controversia resalta la complejidad de estudiar procesos que han ocurrido durante miles de millones de años y resalta la necesidad de realizar más investigaciones para comprender mejor estos fascinantes fenómenos.

¿Cómo son las fuerzas en el interior de un protón? Los físicos crean un mapa detallado de esta partícula subatómica

 Por primera vez, un grupo de físicos ha logrado cartografiar en detalle las interacciones que tienen lugar en el interior de un protón.


Las interacciones fundamentales de la naturaleza, también conocidas como fuerzas fundamentales, son 4 interacciones que rigen el comportamiento de la materia. Las 4 interacciones son la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Cada una de estas fuerzas tiene un dominio a cierta escala y desempeña un papel en procesos físicos que van desde la formación de las galaxias hasta los fenómenos atómicos.

Dentro del átomo, las interacciones más importantes son la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Mientras que la interacción electromagnética mantiene a los electrones alrededor del núcleo, la interacción fuerte se encarga de mantener unidos a los protones y neutrones en el núcleo. Como los protones deberían repelerse, es la fuerza nuclear fuerte la que vence esta repulsión y hace que el núcleo sea estable. El protón es un tipo de partícula subatómica, es decir, una de las partículas mínimas que constituyen al átomo. Pertenece a la familia de los fermiones y posee carga eléctrica positiva. Un nuevo estudio de la Universidad de Adelaida muestra cómo actúa la interacción fuerte en un protón. Mediante simulaciones basadas en una técnica llamada cromodinámica cuántica de celosía, los investigadores han podido trazar un mapa de cómo se distribuye la fuerza fuerte en el interior del protónEs la primera vez que se hace un mapa detallado de la interacción fuerte. 

El núcleo del átomo

Un átomo está formado por partículas como electrones, protones y neutrones. Mientras que los electrones orbitan alrededor del núcleo, el núcleo del átomo está formado por protones y neutrones. Tanto los protones como los neutrones están formados por partículas aún más pequeñas llamadas quarks. Están formados por tres quarks cada uno y sólo cambia el quark que forma el trío. Los quarks interactúan entre protones y neutrones debido a la interacción fuerte mediada por el gluón. Es posible estudiar el interior del átomo e incluso la distribución de los protones utilizando aceleradores de partículas como el LHC. Incluso puede obtenerse información detallada sobre los quarks a partir de experimentos en aceleradores que cartografían las interacciones.

Interacción fuerte

Una de las interacciones que se estudia en estos aceleradores es la interacción fuerte que mantiene unidos a los quarks dentro de los protones y neutrones. Esta interacción fuerte también mantiene estable el núcleo al superar la repulsión causada por la interacción electromagnética. La interacción está mediada por los gluones, que llevan la llamada carga de color e interactúan con los quarks. Curiosamente, la interacción fuerte se intensifica a medida que los quarks se alejan. Es similar a cuando se tira de una goma elástica: cuanto más se tira, más resistencia se encuentra. Esta propiedad de la interacción fuerte impide que los quarks se separen individualmente, lo que se conoce como confinamiento de quarks. La interacción fuerte también es responsable de la liberación de energía en las reacciones nucleares.

Observando el protón

Recientemente, en un artículo publicado en Physical Review Letters, los físicos utilizaron una técnica computacional llamada cromodinámica cuántica de red para cartografiar las interacciones en el interior del protón. Esta técnica permite simular y comprender la interacción fuerte, especialmente cómo se distribuye internamente. 

La cromodinámica cuántica reticular es una técnica que divide el espacio y el tiempo en una fina cuadrícula. De este modo es posible analizar cómo varía la fuerza nuclear fuerte en distintas regiones del protón. Esto permite estudiar la estructura interna de las partículas subatómicas, especialmente neutrones, protones y sus componentes, los quarks.

¡La fuerza de 10 elefantes en 1 átomo!

En este artículo, los investigadores lograron cartografiar la intensidad de la interacción fuerte a escalas subatómicas. Descubrieron que la intensidad es extremadamente alta en el interior del protón, con valores que alcanzan el medio millón de newtons. Según los investigadores, la intensidad equivale a la masa de 10 elefantes comprimidos en un espacio más pequeño que un núcleo atómico. 

El mapa es el más detallado jamás realizado. La idea es utilizar el mapa de las fuerzas internas de los átomos para comprender la dinámica del núcleo. Principalmente para estudiar cómo se comportan estas partículas y cómo pueden aplicarse en diversos ámbitos, como la medicina, por ejemplo.

Técnica revolucionaria de ingeniería genética mata insectos tras el apareamiento: un avance prometedor en el control de plagas

 Un método basado en la modificación de machos insectos genera esperanza para reducir sus poblaciones y los graves daños agrícolas y de salud que causan

A pesar de décadas de esfuerzos por controlar las plagas con pesticidas y otros métodos, los insectos siguen causando un gran daño. Mosquitos como el Aedes aegypti continúan transmitiendo enfermedades mortales como la malaria, el dengue y el Zika, mientras que plagas como langostas y gorgojos destruyen hasta el 40 % de los cultivos a nivel mundial cada año, según The Conversation. Ante esta problemática, surge una nueva estrategia que podría revolucionar el control de plagas: la modificación genética de insectos. Este enfoque busca reducir sus poblaciones sin recurrir a químicos agresivos, una solución que parece más eficaz y menos perjudicial para el medio ambiente. Un equipo de investigadores ha ido más allá de los métodos tradicionales con una idea radical: convertir el apareamiento en una sentencia de muerte para las hembras. 

A través de ingeniería genética, han logrado que los machos de ciertas especies produzcan semen venenoso que mata a las hembras después de la cópula. Esta innovadora técnica, conocida como “macho tóxico”, podría acelerar la reducción de plagas de manera drástica y abrir las puertas a una nueva era en el control de insectos. 

Alternativas para el control de plagas

El impacto de los insectos en la salud humana y la agricultura es abrumador. Los mosquitos, por ejemplo, son responsables de la transmisión de enfermedades letales como el dengue, el Zika, el virus del Nilo Occidental y la malaria.

Según estimaciones citadas por The Conversation, estos insectos han causado la muerte de aproximadamente 52 mil millones de personas a lo largo de la historia, lo que representa casi la mitad de la población humana que ha existido hasta el momento.

Además, las plagas de insectos también tienen un efecto devastador en la agricultura, con pérdidas anuales de entre el 20 % y el 40 % de la producción mundial de cultivos, lo que genera un costo global de alrededor de 70 mil millones de dólares. Durante años, los pesticidas han sido la principal herramienta para controlar las plagas. Sin embargo, su uso ha comenzado a generar problemas graves. Muchos insectos han desarrollado resistencia a los químicos, lo que ha reducido la efectividad de los pesticidas.

A esto se suman los efectos secundarios perjudiciales, como la eliminación de insectos beneficiosos, el daño al medio ambiente y los riesgos para la salud humana, que incluyen posibles vínculos con el cáncer y trastornos en los sistemas nervioso y endocrino.

Ante estos desafíos, los científicos han comenzado a explorar alternativas más específicas y menos dañinas, recurriendo a la ingeniería genética para crear métodos de control más efectivos.

Una de las soluciones que ha cobrado fuerza es el biocontrol genético, que consiste en modificar genéticamente a los insectos para reducir sus poblaciones o impedir que transmitan enfermedades. Desde la década de 1950, se ha experimentado con técnicas como la esterilización de machos mediante radiación, lo que impide que las hembras puedan reproducirse. Más recientemente, se ha recurrido a la introducción de genes letales dominantes en los insectos, que matan a las crías antes de que puedan alcanzar la madurez reproductiva. Un ensayo realizado en Brasil demostró la efectividad de esta técnica, reduciendo hasta en un 95 % la población de mosquitos objetivo. No obstante, estas estrategias presentan una limitación importante: requieren al menos una generación para que los efectos sean visibles, lo que permite que las hembras continúen propagando enfermedades y dañando los cultivos durante ese periodo

La técnica del macho tóxico

Para abordar esta limitación, los biólogos Samuel Beach y Maciej Maselko, de la Universidad Macquarie en Australia, han desarrollado una técnica que utiliza machos genéticamente modificados para producir semen venenoso.

Según explicó The Conversation, este enfoque, denominado “técnica del macho tóxico”, busca reducir las poblaciones de insectos de manera más inmediata al causar la muerte de las hembras poco después del apareamiento. En sus experimentos, los investigadores utilizaron moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), una especie fácil de modificar genéticamente y estudiar en laboratorio. Insertaron genes de veneno provenientes de la araña errante brasileña (Phoneutria nigriventer) y la anémona de mar mediterránea (Anemonia sulcata) en el genoma de las moscas macho.

Estos genes permitieron que los machos produjeran proteínas venenosas en sus glándulas accesorias, que se transfieren a las hembras durante el apareamiento. El veneno actúa rápidamente, atacando el sistema nervioso central de las hembras al unirse a canales iónicos en las membranas celulares, lo que provoca parálisis y, finalmente, un paro respiratorio. Según los resultados del estudio, la esperanza de vida de las hembras que se aparearon con machos tóxicos se redujo hasta en un 64 %.

Además, una simulación computacional aplicada al mosquito Aedes aegypti, transmisor de enfermedades como el dengue y el Zika, sugirió que esta técnica podría ser más efectiva que los métodos actuales de biocontrol genético. A pesar de su potencial, la técnica del macho tóxico enfrenta varios desafíos. Según The Conversation, hasta ahora solo se ha probado en moscas de la fruta, por lo que no está claro si funcionará en otras especies de insectos, como los mosquitos.

Además, la efectividad del veneno podría mejorarse, ya que en los experimentos actuales solo logró reducir la vida de las hembras entre un 37 % y un 64 %. Los investigadores sugieren que probar otros genes de veneno, provenientes de arañas, serpientes, escorpiones y ciempiés, podría aumentar la tasa de mortalidad.

Otro obstáculo es el costo. Implementar esta técnica a gran escala podría ser prohibitivo para países de bajos ingresos, que son los más afectados por las enfermedades transmitidas por insectos. Además, el proceso de criar y liberar insectos genéticamente modificados de manera segura requiere una inversión significativa.

Por último, existen preocupaciones ambientales. Los insectos desempeñan roles cruciales en los ecosistemas, como la polinización de plantas y el suministro de alimento para otras especies. La eliminación de ciertas poblaciones podría tener efectos adversos imprevistos en el equilibrio ecológico




Dos continentes en rumbo de colisión inminente: revelan un fenómeno geológico que cambiará el planeta

 Revelan un proceso geológico inevitable. Aunque imperceptible a simple vista, esta colisión transformará la geografía, el clima y la biodiversidad del planeta en los próximos años

En un proceso imparable que se desarrolla a lo largo de millones de años, Australia se acerca progresivamente a Asia. Aunque la velocidad del desplazamiento es imperceptible en la escala humana, sus efectos podrían transformar la geografía y la biodiversidad del mundo tal como lo conocemos. ¿Cuáles serán las consecuencias de esta futura colisión continental? 

Un continente en constante movimiento

Australia no está quieta. Desde hace millones de años, su desplazamiento ha sido una constante en la evolución del planeta. Se encuentra sobre la placa indoaustraliana, la más rápida de la Tierra, lo que la lleva a avanzar hacia el norte a un ritmo de siete centímetros por año, una distancia comparable al crecimiento anual de las uñas humanas.

Este fenómeno se inscribe en la dinámica geológica del planeta, donde las masas continentales se separan y se reagrupan con el paso de los milenios. Hace aproximadamente 35 millones de años, Australia se desvinculó de la Antártida y comenzó su actual trayectoria en dirección al Océano Índico. Los expertos calculan que, dentro de 20 a 30 millones de años, completará su unificación con Asia, generando un nuevo escenario geopolítico y ecológico.

Consecuencias visibles antes del impacto

Aunque la colisión final está muy lejana en el tiempo, las consecuencias de este desplazamiento ya comienzan a notarse. Un ejemplo es la inexactitud de los sistemas de posicionamiento global (GPS), que han requerido ajustes para compensar el movimiento del continente. En 2017, Australia tuvo que modificar oficialmente sus coordenadas geográficas en 1,8 metros para mantener la precisión en la navegación y la cartografía. 

Este ajuste es solo un anticipo de los cambios que se producirán en el futuro. A medida que el continente continúe su movimiento hacia el norte, se incrementará la actividad sísmica en la región. La fricción entre la placa indo australiana y las placas tectónicas asiáticas podría provocar terremotos más frecuentes e intensos, afectando a poblaciones y ecosistemas de la zona.

Transformaciones en la geografía y la biodiversidad

La historia geológica de la Tierra demuestra que la colisión de continentes genera profundos cambios en la geografía y el clima. Por ejemplo, cuando Australia ingresó en aguas tropicales, se dieron las condiciones ideales para la formación de la Gran Barrera de Coral, uno de los ecosistemas marinos más importantes del mundo. En un futuro, la unificación con Asia podría dar lugar a la creación de nuevas cadenas montañosas y alteraciones en los patrones climáticos. Uno de los efectos más significativos podría recaer sobre la fauna australiana. Especies icónicas como los canguros y los koalas se enfrentarán a la competencia con mamíferos asiáticos. Este encuentro entre ecosistemas podría provocar cambios en los hábitos de alimentación, adaptaciones evolutivas e incluso la extinción de algunas especies incapaces de sobrevivir a la nueva realidad ecológica. 

Un proceso que forma parte de la historia del planeta

La colisión entre continentes no es un hecho aislado. En el pasado, eventos similares han moldeado la superficie terrestre y han determinado la distribución de la vida en el planeta. Hace aproximadamente 300 millones de años, todos los continentes actuales estaban unidos en un solo supercontinente conocido como Pangea. Con el tiempo, las fuerzas tectónicas lo fragmentaron, dando origen a la configuración actual.

El proceso de formación y separación de continentes es cíclico y continúa en la actualidad. En el caso de Australia y Asia, el impacto podría dar lugar a un nuevo supercontinente, alterando la dinámica de los océanos, los climas y las especies que habitan en ellos. Si bien este evento tardará millones de años en completarse, sus efectos serán determinantes en la evolución futura de la Tierra.

Un futuro geológico en movimiento

El acercamiento de Australia a Asia es una prueba más de que el planeta está en constante transformación. Aunque el ritmo del cambio es imperceptible para los seres humanos, sus repercusiones serán monumentales en la historia de la Tierra. A medida que el continente continúe su desplazamiento, los científicos seguirán monitoreando su avance y las implicaciones que podría tener para el futuro de la geología, la biodiversidad y la vida en el planeta.


Motores cuánticos y el fin de las reglas de la termodinámica: el demonio de Maxwell vuelve al debate

 Investigadores han descubierto que el calor puede actuar como testigo de propiedades cuánticas, desafiando los límites clásicos de la termodinámica. ¿Podría esto revolucionar la computación y la energía cuántica?


La termodinámica ha sido una piedra angular de la física desde el siglo XIX, estableciendo reglas fundamentales sobre el comportamiento del calor y la energía. Sin embargo, un nuevo estudio ha reavivado un viejo debate: ¿pueden las leyes de la termodinámica romperse en el mundo cuántico? Inspirados en el experimento mental del demonio de Maxwell, un equipo de investigadores ha explorado si ciertos sistemas cuánticos pueden desafiar el segundo principio de la termodinámica mediante el uso de memorias cuánticas. Ojo al título, ¿el fin de las reglas de la termodinámica? No te eches las manos a la cabeza, lee todo el artículo.

Este trabajo, publicado en Physical Review Letters y comentado por diversos medios científicos, propone que el flujo de calor puede ser utilizado como una forma de detectar propiedades cuánticas sin necesidad de realizar mediciones invasivas. Si sus conclusiones son correctas, podrían tener implicaciones profundas para la computación cuántica y la tecnología de motores cuánticos. Pero ¿qué significa esto realmente? Y más importante aún, ¿estamos presenciando una violación de las leyes fundamentales de la física o simplemente una nueva forma de interpretarlas?

El demonio de Maxwell y su dilema

En 1867, el físico escocés James Clerk Maxwell propuso un experimento mental que parecía desafiar la segunda ley de la termodinámica. Imaginó un ser microscópico, más tarde conocido como el demonio de Maxwell, que podía separar partículas de gas caliente y frío sin gastar energía, creando una diferencia de temperatura que podría usarse para generar trabajo sin consumir energía. Esto sugería que el demonio podía reducir la entropía de un sistema sin costo alguno, algo que contradecía la física clásica.

El problema se resolvió con el principio de Landauer, que establece que borrar información requiere energía y genera entropía. En otras palabras, aunque el demonio pueda manipular moléculas, para procesar y almacenar información debe gastar energía, lo que restaura el equilibrio termodinámico. Pero ¿qué pasa si el demonio no usa memoria clásica, sino memoria cuántica? Ahí es donde entra en juego el nuevo estudio.


¿Cómo puede la cuántica alterar el flujo de calor?

Los investigadores han demostrado que un sistema cuántico con memoria cuántica puede influir en el flujo de calor de manera diferente a un sistema clásico. En lugar de realizar mediciones directas, el estudio sugiere que se puede detectar el entrelazamiento y otras propiedades cuánticas simplemente observando cómo el calor se transfiere en el sistema.

Según el artículo, "nuestro enfoque ofrece un testigo térmico de propiedades cuánticas sin necesidad de mediciones específicas". Esto significa que, al analizar los patrones de calor intercambiado entre el sistema y su entorno, es posible inferir si un sistema está entrelazado o si contiene coherencia cuántica.

El estudio destaca dos casos de uso clave:

  • Detección de entrelazamiento en sistemas cuánticos
  • Certificación de coherencia cuántica en sistemas de espines

Ambas aplicaciones sugieren que la interacción entre el sistema y un entorno térmico puede revelar propiedades cuánticas de manera indirecta, sin necesidad de realizar mediciones invasivas que colapsen el estado cuántico.


Implicaciones para la tecnología cuántica

Si esta técnica se confirma experimentalmente, podría revolucionar la forma en que detectamos y utilizamos las propiedades cuánticas en tecnología. Por ejemplo, los motores cuánticos, dispositivos diseñados para convertir energía en trabajo de manera más eficiente que sus contrapartes clásicas, podrían beneficiarse de esta nueva forma de analizar el flujo de calor.

Además, los investigadores sugieren que esta técnica podría aplicarse en plataformas experimentales ya existentes, como la resonancia magnética nuclear (NMR) y la electrodinámica cuántica en cavidades superconductoras. Estas tecnologías ya han demostrado la capacidad de preservar la coherencia cuántica, por lo que integrar esta nueva metodología podría abrir nuevas posibilidades en la detección y manipulación de información cuántica.

Sin embargo, aún quedan preguntas abiertas. ¿Se puede realmente extraer más trabajo del que se invierte en estos sistemas? Si bien el estudio no afirma que el segundo principio de la termodinámica se haya roto, sí sugiere que ciertos procesos cuánticos pueden operar más allá de los límites clásicos.


¿Rompe esto las leyes de la termodinámica?: un “fin” distinto al esperado

A pesar del impacto de estos resultados, los propios autores enfatizan que la termodinámica sigue intacta. En el artículo, explican que lo que han identificado "no implica una violación real del segundo principio, sino que revela ciertas lagunas dentro del marco cuántico".

Lo que ocurre es que los sistemas cuánticos permiten procesos que no tienen equivalentes clásicos. El entrelazamiento y la superposición cuántica crean caminos alternativos para la transferencia de energía, que pueden hacer que el flujo de calor parezca superar los límites tradicionales. Pero al final del proceso, cuando se consideran todos los factores, la termodinámica sigue siendo válida.

Esto significa que, aunque el estudio sugiere que se pueden obtener ventajas energéticas en el mundo cuántico, no se está creando energía de la nada, sino aprovechando mejor los recursos disponibles dentro del marco cuántico.

El título de este artículo puede parecer alarmante: ¿estamos presenciando el fin de las reglas de la termodinámica? La respuesta es un rotundo no. Las leyes fundamentales de la física siguen en pie, pero lo que cambia es nuestra forma de entenderlas y utilizarlas en el contexto cuántico. Sin embargo, si en lugar de “fin” como término de algo pensamos en “fin” como propósito u objetivo, el panorama se vuelve más interesante. Este estudio sugiere que el verdadero propósito de la termodinámica cuántica no es reemplazar las leyes clásicas, sino extenderlas, explorando sus límites en el mundo microscópico. En este sentido, los motores cuánticos y el demonio de Maxwell no marcan el final de la termodinámica, sino el comienzo de una nueva forma de aplicarla.