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sábado, 26 de febrero de 2022

La importancia de los grandes depredadores (II)

Los depredadores también protegen a las plantas
Los grandes depredadores impactan a las poblaciones de presas, a los mesodepredadores que se encuentran debajo de ellos e, indirectamente, a las presas de los mesopredadores, pero ¿qué sucede con las plantas?

A primera vista parecería ridículo que un superpredador pudiera afectar drásticamente la vida vegetal de un ecosistema. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista Biological Conservation realizado en cinco Parques Nacionales de Estados Unidos (Olympic, Yosemite, Yellowstone, Zion y Wind Cave) mostró el grado en el que muchas plantas, y por lo tanto, los ecosistemas sanos, dependen de los grandes depredadores. Entonces éstos no únicamente serían ‘los guardianes de las presas pequeñas’, sino también tendría que reconocérseles como ‘los guardianes de la flora autóctona’.

Durante la corta historia estadounidense, los grandes depredadores, como los lobos y los pumas, fueron exterminados de sus hábitats debido a que fueron cazados, atrapados y envenenados, e incluso se establecieron campañas gubernamentales de erradicación de estas ‘plagas’. El estudio demostró que este declive —que en muchos lugares llegó a la extirpación absoluta— de los grandes depredadores tuvo un impacto drástico sobre las plantas.

“La eliminación de los superpredadores de un paisaje permite que los grandes herbívoros como el wapití y los venados forrajeen sin control, debido a la reducción en el riesgo de depredación y de la depredación misma”, explica a mongabay.com el Dr. Robert Beschta, primer autor del artículo. “Al paso del tiempo, el uso intensivo que hacen estos animales de las plantas puede alterar significativamente la composición de las comunidades vegetales, lo cual, a su vez, afecta a otros animales cuyos ciclos de vida dependen de la vegetación”.

Para ejemplificar menciona que “los wapitíes pueden incrementar ostensiblemente su presión de forrajeo sobre los álamos y los sauces en las zonas donde los lobos han sido erradicados. Si los altos niveles de forrajeo se mantienen año con año, se puede originar la extinción local de esas plantas y algunas otras”.

Los científicos conocen este proceso con el nombre de ‘cascada trófica’, la cual, comenta Beschta “se usa para denotar los efectos de los depredadores sobre sus presas y, a su vez, sobre las plantas”.
Beschta y su colaborador William J. Ripple encontraron que veinte años después de que los grandes depredadores fueran desplazados de los cinco parques nacionales, el reclutamiento de árboles (es decir, el número de arboles que sobreviven hasta una altura determinada) se desplomó hasta representar sólo el 10 por ciento de la cantidad requerida para mantener las comunidades arbóreas en su nivel histórico. El efecto fue aún más severo a los cincuenta años: los niveles de reclutamiento cayeron hasta el 1 por ciento. De acuerdo a estos investigadores, dicha tendencia eventualmente podría ocasionar la extinción local de muchas especies de árboles nativos.

Después de descartar otros causas potenciales, tales como el clima, los incendios, la disminución en el impacto de las tribus nativas y el uso de suelo, el estudio concluyó que estos cambios en la supervivencia de los arboles se debieron a la pérdida de los grandes depredadores.

“Ninguno de los otros factores analizados explicó el declive observado a largo plazo en el reclutamiento arbóreo”, describen los investigadores.
La disminución en la sobrevivencia de los árboles y la pérdida de ciertas especies vegetales debido a la pérdida de depredadores puede tener muchos impactos sobre el ecosistema, afectándolo todo, desde la erosión hasta los incendios.

“La rápida erosión de los suelos de las laderas montañosas o de las riberas de los ríos puede presentarse a medida que se altera paulatinamente la diversidad y la biomasa de las comunidades vegetales”, comenta Beschta. Además, “el fuego es un mecanismo importante para la regeneración de los álamos, pero cuando existen altos niveles de herbivoría el fuego acelera la remoción de los árboles grandes al tiempo que los brotes son incapaces de crecer por arriba del nivel de ramoneo de los venados o de los wapitíes”.

La pérdida de los grandes depredadores y el aumento en el nivel de forrajeo de los herbívoros también puede tener un gran impacto sobre los ambientes acuáticos, pudiendo incluso llegar a degradar las comunidades vegetales hasta el punto en el que “éstas ya no son capaces de mantener la estabilidad de los bancos ribereños ante los eventos en los que se presentan grandes caudales de agua” afirma Beschta. “Una vez que las comunidades vegetales ribereñas han sido degradadas, puede presentarse un ensanchamiento o erosión vertical de los cauces”.

Tales impactos pueden elevar las temperaturas durante el verano debido a que se reduce la profundidad de la corriente y aumenta la carga de sedimentos, destruyendo hábitats importantes para la reproducción de los peces.

Un estudio realizado en el Parque Nacional Zion mostró la potencia de las repercusiones ocasionadas por la pérdida de un superpredador: la abundancia de varias especies, incluyendo plantas acuáticas y terrestres, anfibios, lagartijas y mariposas, resultó ser menor en las zonas donde los pumas eran escasos en comparación con las áreas donde los pumas aún rondaban con frecuencia.

Al final, la pérdida de un depredador tope puede estar asociada con la disminución general de los servicios ecosistémicos, dado que “la diversidad de plantas autóctonas, así como la estructura y composición de las comunidades vegetales son necesarias para sustentar la cadena alimenticia, mantener los hábitats, contribuir a la formación de suelo y muchos otros servicios ecosistémicos. La clave para la manutención de estos servicios es una comunidad vegetal sana y vibrante”, aseveró Beschta.

Pero sin los súper depredadores el pastoreo excesivo de los grandes herbívoros “puede alterar profundamente el funcionamiento normal de las comunidades vegetales naturales”, asegura Beschta y agrega que “la herbivoría incontrolada es una ‘poderosa’ fuerza ecológica que puede tener severas consecuencias para los ecosistemas terrestres y acuáticos”.

Los depredadores enriquecen el ecosistema
Uno de los estudios recientes más sorprendente sobre depredadores muestra que éstos no sólo afectan a las especies vegetales, sino que, a través de sus actividades de caza, también crean puntos de concentración de nutrientes que mantienen los ecosistemas ricos y variados.

Investigadores de la Universidad Tecnológica de Michigan usaron registros de depredación de lobos sobre alces a lo largo de 50 años en el Parque Nacional Isla Royale, en el Lago Superior. Encontraron que los cadáveres de alce enriquecen el suelo con compuestos bioquímicos que crean puntos de concentración de fertilidad forestal.

Mediante la cuantificación de estos compuestos en los suelos de los sitios de depredación y en sitios de control, los científicos encontraron que los suelos de los sitios de matanza eran entre 100 y 600 por ciento más ricos en nitrógeno inorgánico, fósforo y potasio que los sitios de control. Además, mostraron en promedio un 38% más ácidos grasos bacterianos y fúngicos y los niveles de nitrógeno en el follaje fueron entre 25 y 47% más elevados que en los sitios de control.


«Este estudio reveló una inesperada asociación entre el comportamiento de caza de un gran depredador, el lobo, con los puntos de concentración bioquímica en el paisaje”, aseveró Joseph Bump, profesor asociado de la Escuela de Recursos Forestales y Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Michigan. “Esto es importante porque arroja luz sobre otra de las contribuciones que los superpredadores tienen en los ecosistemas que habitan e ilustra lo que puede protegerse o perderse cuando los depredadores son conservados o exterminados”.

Bump afirma que él y sus colegas se sorprendieron por la claridad con la que aparecieron los resultados de la bioquímica en los sitios de matanza, considerando que los lobos, con la ayuda de los carroñeros, dejan limpios hasta los huesos.

“Nos sorprendió el hecho que observamos fuertes efectos aún y cuando los cadáveres son tan bien aprovechados. Suponemos que los contenidos estomacales son importantes en la creación de los efectos de fertilización porque los lobos y los carroñeros no ingieren el material vegetal en descomposición ni el caldo microbiano que se encuentra en los estómagos de los alces”, relata Bump
Si en realidad los contenidos estomacales son la fuente primaria del flujo de nutrientes añadidos al ecosistema, entonces los cazadores humanos probablemente podrían generar un aumento similar en los nutrientes, comenta Bump. Sin embargo, agrega que existe una gran limitante a este respecto.

“[Los cazadores] dispersan los montones de vísceras a lo largo de diferentes lugares y en distintas épocas del año, de forma diferente a como lo hacen los lobos con sus presas”, explica Bump. “Los cúmulos de vísceras de los cazadores se concentran temporalmente durante la temporada de caza y generalmente se encuentran más cerca de los caminos”.

En otras palabras, los lobos juegan un papel importante en la distribución de los puntos de concentración de nutrientes. De acuerdo al artículo: “en contraste [con los cazadores humanos], los depredadores silvestres cazan continuamente a lo largo de zonas más amplias”.

“En algunas zonas del área de estudio se encontraron alces depredados por lobos en una proporción hasta 12 veces mayor en la que ocurrieron los alces que murieron por otras causas”, asegura Bump. “Esto significa que los lobos, al menos parcialmente, determinan el sitio en el que un alce cae al suelo. En algunas áreas donde aparentemente los lobos tienen un mayor éxito de cacería, se encontraron mayores depósitos de cadáveres y los cambios que observamos en el suelo estuvieron espacialmente agrupados”.

Al agrupar los cadáveres, los lobos crean zonas de mayor fertilidad en el suelo. Este agrupamiento no es reproducido por los cazadores humanos, ni por los atropellamientos vehiculares, ni por las muertes por inanición o cualquier otra clase de mortalidad de los alces.

Según el artículo, es poco probable que estos resultados sean aplicables únicamente para lobos y alces. “Es posible que los resultados obtenidos en este ecosistema boscoso se presenten dondequiera que la interrelación entre los grandes carnívoros y los ungulados se encuentre intacta. Por ejemplo, hemos observado efectos biogeoquímicos similares, tanto sobre la superficie como debajo de ella, en sitios de acumulación de cadáveres de wapitíes en el Parque Nacional Yellowstone […] En la tundra ártica, un ambiente de escasos recursos, el impacto que tiene el cadáver de un buey almizclero (Ovibos moschatus) sobre la vegetación circundante sigue siendo dramático después de 10 años, lo cual resalta que los efectos de los cadáveres pueden ser más duraderos en algunos sistemas. Es factible que se presenten dinámicas similares en los sistemas sudamericanos, africanos y asiáticos que mantienen intacta sus relaciones presa-depredador”.

Los autores sostienen que estas investigaciones son cruciales porque demuestran que los superpredadores aportan servicios ecosistémicos desconocidos e inesperados, lo cual, en la jerga científica se describe como “la creación de heterogeneidad ecosistémica a múltiples escalas”.

“Lo que importa” concluye Bump, “es que los lobos no están conectados instintivamente ni con el suelo ni con la fertilidad de un porción de tierra determinada. La identificación y descripción de estas relaciones permite contar una historia más completa de lo que ocurre cuando existen poblaciones saludables de alces y lobos en el paisaje. Si los ecólogos continúan contándonos este tipo de historias entonces sabremos qué es lo que se gana o pierde con la restauración o la desaparición de las poblaciones de lobos, respectivamente”.

¿Qué sigue?
A medida que los investigadores descubren más formas en las que los depredadores contribuyen al funcionamiento de los ambientes, la pregunta que surge es ¿ahora qué sigue?

Una respuesta relativamente reciente estriba en la reintroducción de los superpredadores en los hábitats de donde desaparecieron. Hasta la fecha los grandes depredadores han sido reintroducidos en algunas zonas selectas, siendo el ejemplo más famoso el de los lobos en Norteamérica. Pero el proceso de reintroducción de estas especies es novedoso y los investigadores son muy cautelosos para recomendarlo sin antes conocer la fotografía completa del ecosistema que les permita predecir los efectos potenciales.

“Necesitamos visualizar el ecosistema como un todo y no enfocarnos sobre una sola especie”, recomienda Ritchie, co-autor del artículo sobre el efecto de los superpredadores en los mesodepredadores. “Cuando interferimos con un sistema natural es inevitable que haya vencedores y vencidos. Así que antes de continuar y de cambiar las cosas, necesitamos preguntarnos el por qué estamos haciéndolo, qué esperamos lograr y cuáles serán los resultados probables. Si somos incapaces de responder estas preguntas entonces no deberíamos seguir adelante”.
El Parque Nacional Yellowstone ha demostrado ser un ejemplo particularmente intrigante sobre los efectos que la reintroducción de los grandes depredadores puede generar en los ecosistemas, debido a que el lobo, el mayor depredador de la región, estuvo ausente por casi 90 años.

El estudio de Beschta encontró que después de la desaparición de los lobos en Yellowstone, la población de álamos (Populus) disminuyó rápidamente debido a la intensificación del ramoneo por parte de las manadas de wapitíes. Durante este tiempo, se iniciaron programas de extracción de wapitíes para controlar el sobre-ramoneo en Yellowstone y otros parques, pero ninguno pudo replicar el efecto de un superpredador sobre las poblaciones de ungulados.

Eventualmente, durante 1995 y 1996, inicio un cauteloso programa de reintroducción en el Parque Nacional Yellowstone: treinta y un lobos fueron regresados a la naturaleza. La medida rápidamente fue un éxito, a pesar de estar rodeada de controversia.

“Con la reintroducción de los lobos en Yellowstone, el gremio de los grandes carnívoros está completo nuevamente”, atestigua Beschta. “Luego de unos cuantos años después de la reintroducción, en algunas zonas empezamos a registrar un descenso en la presión de ramoneo y un incremento en la altura de los individuos juveniles de sauces, álamos y chopos. Este resultado es sumamente estimulante porque parece ser que es la primera vez en varias décadas que estos árboles han podido crecer por arriba del nivel de ramoneo de los wapitíes, produciendo semillas para las próximas generaciones. Otras observaciones indican que están aumentando los números de castores y que los depredadores pequeños y los carroñeros podrían estar mejorando sus condiciones. En contraste, la abundancia de wapitíes y coyotes ha estado yendo a la baja”.

Un estudio reveló que la tasa de supervivencia de los berrendos juveniles se ha incrementado en un 400% en Yellowstone, lo cual es un claro ejemplo del impacto que los lobos tienen sobre los mesopredadores, en este caso sobre los coyotes.

“En términos generales, la reintroducción de lobos parece haber desencadenado un proceso de reestructuración del ecosistema de Yellowstone, el cual aún continúa” agrega Beschta. “Esperamos que con el transcurso del tiempo Yellowstone genere una mejor comprensión del grado en el que los grandes depredadores como los lobos han influido sobre otros ecosistemas en los terrenos nacionales del Oeste americano”.


Los lobos de Yellowstone son un buen ejemplo de cómo las reintroducciones de superpredadores pueden llegar a ser un completo éxito ecológico.

No obstante que quedan algunas interrogantes en el aire, Ritchie ve la reintroducción de los grandes depredadores como un medio para restablecer ecosistemas sanos y funcionales.

“En muchos casos, nuestros ambientes tan sido tan gravemente degradados por el impacto humano, que con frecuencia no hay nada que perder y mucho que ganar con la aplicación de experimentos intrépidos”, comenta Ritchie a mongabay.com. “Por ejemplo, el demonio de Tasmania es un depredador nativo de Australia cuyas poblaciones están disminuyendo en la isla de Tasmania debido una enfermedad que les provoca la aparición de tumores faciales. Hasta hace muy poco este animal ocupaba las tierras del interior del continente australiano. A partir de la teoría ecológica y de la evidencia anecdótica sabemos que esta especie es capaz de controlar las poblaciones de zorras y gatos y, por lo tanto, ayudar a otras de nuestras especies más amenazadas. Así que, ¿por qué no reintroducimos demonios a la porción continental? Quizá sean capaces de revertir parte del daño causado por las zorras y los gatos, además del beneficio adicional que representa el establecimiento en el continente de una población de demonios libre de enfermedades, que sirva de garantía para la supervivencia de la especie”.

Por supuesto que existen presiones políticas de ambos lados, tanto de los grupos a favor como de los que están en contra de los depredadores, que complican el problema. Muchas personas, de forma similar a los mesodepredadores, aún sienten temor y aversión ante los grandes depredadores. Uno solo tiene que echar un vistazo al reciente debate sobre la autorización de la caza de lobos en EE.UU. para darse cuenta de cuan apasionados suelen tornarse los argumentos.

Aunque la reintroducción de lobos en Yellowstone ha demostrado ser un éxito ecológico, en el terreno político no le ha ido tan bien. Después de años de presión de los grupos anti-lobos, este año el gobierno de Obama permitió que los estados de Wyoming y Montana iniciaran una vez más la cacería de lobos. Rápidamente fueron devastadas algunas manadas que eran bien conocidas en Yellowstone. Nadie sabe como este reciente experimento en las reintroducciones controladas por el hombre incidirá sobre los lobos sobrevivientes y, a su vez, sobre el gran ecosistema. Aún así, Ritchie sugiere que al extraer a los grandes depredadores, especialmente a los líderes de las manadas, los conflictos entre la gente y los carnívoros solo tenderán a empeorar, en lugar de mejorar.

“Muchos superpredadores (por ejemplo, los lobos) tienen conductas y estructuras sociales complejas, por lo que al eliminar individuos, especialmente los que son dominantes y más experimentados, podemos alterar drásticamente la forma en la que la manada se comporta”, explica Ritchie. “En el caso de los dingos, existe cierta evidencia de que su estructura social se rompe cuando se matan individuos… En algunos casos, los dingos parecen depredar más ganado en las zonas donde son perseguidos que en las áreas donde no son molestados. Esto probablemente ocurre porque sobreviven pocos dingos viejos, los cuales en circunstancias normales entrenan a los perros jóvenes a cazar especies como los canguros. Así que al final lo único que tienes es un montón de adolescentes rudos y maleducados que se abalanzan sobre la presa más fácil, que con bastante frecuencia son los becerros de las vacas”.

Actualmente, Australia está considerando la reintroducción de dingos en algunas zonas para echarles una mano a los sobre-depredados mamíferos nativos. Una investigación reciente también ha sugerido que la reintroducción de lobos en las tierras altas de Escocia, ausentes desde mediados del siglo XVI, podría ayudar al regreso del follaje natural, el cual hoy en día es sobre-ramoneado por los ciervos. Tales esquemas de reintroducción enfrentan muchas dificultades políticas; a final de cuentas no es la ciencia sino la política lo que determina el rumbo a seguir.

Tal como lo afirma Beschta: “la principal conclusión de nuestras investigaciones es que la pérdida de los grandes depredadores ha sido increíblemente importante. Lo que sigue a partir de aquí estriba en el uso que la sociedad le dé a esta ‘nueva’ información”.

Tomado de https://es.mongabay.com/2010/02/grandes-depredadores/
Reproducción sin fines de lucro, todos los derechos reservados

domingo, 20 de febrero de 2022

¿Qué es el melanismo?

El melanismo es una condición genética que puede ayudar a los animales a adaptarse mejor a su medio ambiente

El melanismo es el responsable de que diversos animales nos asombren por el color negro de su piel. Esta condición se trata de una variación genética la cual aumenta la cantidad de pigmentación oscura o melanina -el encargado de “darnos el color” de nuestra piel, ojos y cabello-, que se presenta en un organismo; contrario a lo que sucede con el albinismo, el cual se caracteriza por la falta de pigmentación en algunos seres vivos, lo que hace que el color de su piel se torne muy clara.

¿Qué es el melanismo?
El melanismo, no se trata solamente de una condición biológica, sino también de supervivencia y de adaptación al medio en el que se desarrollan. Se ha comprobado que los animales como la pantera negra, han desarrollado esta condición para mejorar sus habilidades de caza, ya que son capaces de camuflarse por las noches para acechar a sus presas -aunque también se presenta en pequeñas especies como gallinas, conejos, y hasta pingüinos-, y hasta desarrollar un nivel de resistencia mayor que aquellos de su misma especie que no lo padecen.

Animales con melanismo
Lobo
Por lo general, los lobos tienen un pelaje de color grisáceo, pero con el aumento de la melanina su piel se torna más oscura. Sin embargo, existen teorías que afirmar que este tipo de condición se debe a una cuestión de hibridación entre lobos y algún tipo de raza de perro.

Gallo Ayam 
Esta especie es de las más particulares, ya que el melanismo no sólo se ve reflejado en su plumaje, pues su pico, cresta y hasta todos sus órganos vitales son de color negro. Su particularidad, lo ha llevado a ser comercializado a precios exorbitantes por la creencia de que su carne posee “poderes sobrenaturales”.

Pingüino de Adelia
Su hogar se encuentra en la Antártida, y se trata de la segunda especie de pingüinos más grandes encontrados en el mundo.

Lagarto negro de lengua azul 
El lagarto negro de lengua azul, es una de esas especies que impactan a primera vista. En especial por el color de su lengua, la cual es usada para ahuyentar a sus depredadores.

Ardilla
Las ardillas se han visto beneficiadas con el melanismo, ya que sus capacidades para trepar y correr entre los árboles se fortalecen con este padecimiento.

Serpiente ratonera
La serpiente ratonera se puede encontrar en diversas zonas de América del Norte, y su apariencia -de por sí amenazadora- se ve beneficiada por el aumento de melanina, ayudando a escabullirse entre la noche.

Liebre
El melanismo en las liebres es parte de su proceso evolutivo, que les permite adaptarse de mejor manera al ambiente en el que se desarrollan.


Pez payaso
¿Quién no recuerda ‘buscando a Nemo’? El pez payaso se popularizó a nivel mundial a partir de la popular película animada. Esta especie habita principalmente en las aguas del Océano Pacífico e Índico.

Cobaya o conejillo de indias
La cobaya es un roedor que se puede encontrar en las regiones andinas de América del Sur, aunque su aspecto tierno las ha convertido en una de las más populares mascotas en el mundo.

Lechuza negra
En diversas ocasiones a la lechuza negra se la ha considerado como un símbolo de mala suerte, aunque sabemos que en realidad no es así y sólo padece de melanismo.

sábado, 19 de febrero de 2022

La importancia de los grandes depredadores (I)

Pocas especies han enfrentado un odio tan cruento por parte de los humanos como los grandes depredadores del planeta. Considerados por muchas personas como plagas, catalogados reiteradamente como peligrosos, se les ha atacado con armas de fuego y lanzas, se les ha envenenado y «multado» y se les ha exterminado a largo y ancho de sus hábitats. Aún en aquellas regiones donde se han protegido vastas extensiones de hábitat, con frecuencia los grandes depredadores son los únicos elementos que hacen falta en el sistema.

Sin embargo, las investigaciones realizadas durante las últimas décadas están demostrando la importancia vital que tienen los grandes depredadores en los ecosistemas. Desde hace tiempo los biólogos saben que los depredadores controlan las poblaciones de los animales que les sirven de presas, pero estudios recientes revelan que su aporte es mucho mayor. Desde el control de depredadores más pequeños hasta la protección contra la erosión de bancos ribereños y la generación de zonas de concentración de nutrientes, parece ser que los grandes depredadores son indispensables para el funcionamiento de un ecosistema.

La vida difícil de los grandes depredadores
Los grandes depredadores (también conocidos como superpredadores) se encuentran en la cima de la cadena alimenticia de los ecosistemas. Los lobos en Alaska, los tigres en Siberia, los leones en Kenia y los tiburones blancos en el Pacífico, son todos ejemplos de superpredadores. Algunos de ellos fueron introducidos por los humanos, como los dingos en Australia, mientras que otros han irrumpido después de que los humanos extirparan a los grandes depredadores nativos, como el caso de los coyotes en Estados Unidos, tras la desaparición de los lobos y los pumas. De cualquier modo, la extensión y las poblaciones de los grandes depredadores han sido modificadas drásticamente a medida que los humanos han ido tomando el control del planeta.

Las evidencias genéticas muestran que, antes de la llegada de los europeos, en la porción continental de Estados Unidos existían cerca de 200 mil lobos; hoy quedan menos de 5 mil. A pesar de un esfuerzo de varios años que ha costado millones de dólares, actualmente los lobos están presentes en sólo el 5% de su área de distribución histórica en ese país. Los glotones, aunque principalmente carroñeros, también son grandes cazadores por derecho propio, e incluso se les ha observado intimidando a lobos y pumas. Pero en EE.UU. les ha ido peor que a los lobos. A pesar de que se estima que solo quedan 500 glotones en la porción continental de aquel país, el gobierno de Bush les negó cualquier clase de cobertura bajo el Acta de Especies En Peligro (Endangered Species Act), con el argumento de que los glotones aún son muy abundantes en Canadá, por lo que, en esencia, este depredador no era digno de protección.

Los tigres, que son los felinos más grandes del mundo, están amenazados a lo largo y ancho de su área de distribución. Estos animales están al borde de la extinción no obstante ser uno de los animales más reconocidos y apreciados del mundo. La especie se clasifica en Peligro de Extinción según la Lista Roja de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), en tanto que dos de las seis subespecies que sobreviven se consideran en Peligro Crítico. Pocos organismos han recibido tanto financiamiento y atención para su conservación como los tigres y a pesar de ello estos grandes gatos se alejan cada vez más de una posible recuperación. Estudios recientes reportan disminuciones en las poblaciones de tigres de India y Rusia, consideradas como los enclaves más importantes para la conservación de la especie.

Los superpredadores, como los leones africanos, generan millones de dólares gracias al turismo y aún así enfrentan una multitud de problemas. La pérdida de hábitat, el envenenamiento y la matanza con lanzas y armas de fuego han arrasado con las poblaciones de la especie. Reportes recientes sostienen que en veinte años podrían desaparecer incluso de sus mejores hábitats, como los pastizales de Kenia, si no se toman medidas al respecto.

Es erróneo suponer que éstas especies son, de alguna forma, inmunes a la extinción: tres subespecies de tigre (las de Java, Bali y el Caspio), dos subespecies de lobo (ambas de Japón), una subespecie de león (barbario) y el tilacino, alguna vez el máximo depredador de Australia, todas desaparecieron durante el siglo veinte. La década pasada fue testigo de la pérdida del baiji, un delfín de río que era el superpredador de las aguas del Río Yangtze en China.

Otros grandes depredadores se tambalean hacia la extinción: el tigre indochino, los leopardos de Amur, Arabia y Java y el guepardo asiático podrían desaparecer durante el presente siglo. En algunas partes del mundo, las poblaciones de los grandes mamíferos carnívoros se han desplomado de forma impresionante hasta en un 95-99 por ciento.

El tigre de Tasmania, o tilacino, se extinguió en el siglo XX.
Los superpredadores no sólo se están desvaneciendo de la tierra. En los océanos, muchas poblaciones de tiburones han sido diezmadas. La sobreexplotación pesquera, ya sea para la captura de todo el animal o por la búsqueda de su aleta (los pescadores cortan la aleta del tiburón para después arrojar el cuerpo del animal de regreso al agua, donde perece rápidamente) está cobrando su cuota en algunas especies de escualos. Un estudio de 2006 encontró que se sacrifican hasta 73 millones de tiburones al año, únicamente para la comercialización de su aleta para satisfacer la demanda de una delicadeza asiática: la sopa de aleta de tiburón. La primera evaluación global de tiburones y mantarrayas encontró que casi una de cada tres especies está bajo amenaza de extinción, una proporción mayor que la de los anfibios, de los cuales se dice se encuentran en medio de una crisis de extinción. Las poblaciones de algunas especies de tiburones han disminuido hasta en un 90 por ciento en unas cuantas décadas.

En una época en la que los superpredadores están desapareciendo del mundo entero, tres artículos científicos recientes revelan una nueva faceta de los grandes depredadores. Estos trabajos demuestran que, debajo de su imagen peligrosa y feroz, en realidad los grandes carnívoros protegen muchos aspectos de los ecosistemas que habitan y nos alertan sobre el grave detrimento ecológico que significaría su desaparición.

‘El enemigo de mis enemigos es mi amigo’
Durante mucho tiempo se ha reconocido que los grandes depredadores afectan y controlan las poblaciones de sus presas (por ejemplo, los lobos sobre los wapitíes, los leones sobre las cebras, los tigres sobre los ciervos), pero estudios recientes han demostrado que los superpredadores también inciden sobre las especies de carnívoros que se encuentran justo por debajo de ellos en la cadena alimenticia, conocidos con el término de “mesodepredadores”. Los coyotes de Norteamérica, las hienas de África, los ocelotes y jaguarundis de Sudamérica y las comadrejas de Europa, son ejemplos de mesodepredadores.

Un artículo reciente publicado en la revista Ecology Letters titulado “Interacciones entre depredadores, la liberación de mesodepredadores y la conservación de la biodiversidad” reseña 94 estudios relacionados con los súper y los meso predadores, revelando cuán grande es el impacto de aquéllos sobre las especies que encuentran por debajo de ellos.

El artículo define a los mesodepredadores como “cazadores generalistas y versátiles, con la capacidad para alcanzar altas densidades poblacionales y para causar grandes impactos sobre una amplia gama de especies de presas”. Sin embargo, en ocasiones la situación se torna mucho más complicada. Por ejemplo, en ciertas regiones de Norteamérica donde se ha exterminado a pumas y lobos, los coyotes ascienden a la cima de la cadena alimenticia, lo que los convierte en superpredadores, aunque los coyotes difícilmente tienen los mismos hábitos de caza o poseen las mismas habilidades de los grandes cazadores del continente.

El autor principal del artículo, Euan Ritchie, delineo dos formas en la que los grandes depredadores inciden sobre los mesodepredadores: una se centra en el temor y la otra en la aversión. “Primero que nada, los superpredadores sienten aversión por los mesodepredadores (piénsese en perros y gatos), quizá porque los perciben como competencia y por lo tanto tratan activamente de localizarlos y exterminarlos, reduciendo así su abundancia general”.

De acuerdo al artículo, la aversión ocasiona que un gran depredador mate a un depredador más pequeño “para obtener alimento y para eliminar a un competidor ecológico”. Algunos superpredadores matarán a un mesodepredador y abandonarán el cuerpo sin comerlo.

Además, existen pocas cosas que los mesodepredadores teman más en el mundo que encontrarse de frente con un superpredador: algunos estudios han demostrado que el temor por sí sólo puede causar grandes cambios conductuales en los mesodepredadores.

“El temor puede causar que los mesodepredadores reduzcan o modifiquen sus periodos de actividad y/o los hábitats que utilizan” explica Ritchie. “Esto puede disminuir la capacidad de los mesodepredadores para encontrar alimento, reduciendo su reproducción y supervivencia, lo cual puede afectar seriamente a sus poblaciones”.

Al revisar los estudios de campo, el reporte encontró que una reducción de los grandes depredadores permite un incremento desproporcionado de los mesodepredadores, que en ocasiones aumentan hasta el cuádruple. En otras palabras, si una población de lobos tiene una reducción de cien animales, puede presentarse, bajo ciertas condiciones, una explosión de cuatrocientos animales en la población de coyotes. Este fenómeno ecológico, conocido por los científicos como ‘liberación del mesodepredador’, a su vez afecta a muchas otras especies.

«Cuando los grandes depredadores (por ejemplo, los dingos) son removidos de un ambiente, los mesodepredadores (por ejemplo los gatos y los zorros) pueden incrementar rápidamente su abundancia, ya que tienden a ser especies más generalistas y oportunistas, con una mayor tasa reproductiva, lo cual empuja a las especies presa hacia la extinción», explica Ritchie y añade que «esto es particularmente cierto cuando las especies presa tienen bajas tasas reproductivas, como ocurre con muchos de los mamíferos originarios de Australia».

Por ejemplo, una población de walabí rojo desapareció de Australia después de que se envenenó a los dingos nativos. Una vez que se acabaron los dingos, la zorra (una especie exótica en Australia) invadió la zona y los walabíes, que habían sobrevivido hombro con hombro con los dingos, fueron velozmente cazados hasta el exterminio. Esta especie de walabíes se encuentra catalogada como vulnerable según la Lista Roja de la IUCN.

En casos como este, los superpredadores de hecho ayudan a la supervivencia de ciertas especies de presas. Al mantener un control constante sobre los mesodepredadores, los grandes depredadores se convierten en protectores de las presas, especialmente de las más pequeñas. Realmente no sería excesivo nombrar a los superpredadores como ‘los guardianes de las pequeñas especies de presas’.

“En pocas palabras”, apunta Ritchie, “el enemigo de mis enemigos es mi amigo”. Y agrega que “aunque los grandes depredadores consumen las mismas especies de presas que los mesodepredadores, sus impactos son menores debido a la mayor extensión de sus territorios y a su menor abundancia poblacional”.
Aunque existe una tendencia general según la cual los superpredadores mantienen bajo control a los mesodepredadores y, por lo tanto, ayudan a varias especies presa, el estudio de la relación entre los depredadores puede ser increíblemente complejo. De acuerdo al artículo, algunos de los factores causales que deben ser considerados incluyen la disponibilidad de recursos, los tipos de hábitat y la interrelación de varios grupos de depredadores.

Para ilustrarlo, Ritchie vuelve a señalar a Australia: “tenemos el ejemplo clásico de la relación entre los dingos, las zorras y los gatos. Los dingos matan zorras y gatos. Las zorras también matan gatos. El problema surge cuando, bajo ciertas circunstancias, los dingos, al matar a las zorras, indirectamente ayudan a los gatos. Sin embargo, hasta la fecha ningún estudio ha sido capaz de esclarecer la complejidad de esta relación. No cabe duda que la misma situación es aplicable en otros grupos de depredadores, como los lobos y los coyotes con los gatos, las zorras, los mapaches, los zorrillos, etc. Recién iniciamos la exploración de la real complejidad de estas relaciones”.

No obstante la complejidad, Ritchie y sus colegas han encontrado una cantidad considerable de evidencia acerca del papel que los grandes predadores juegan en la regulación del sistema ecológico.
Tomado de https://es.mongabay.com/2010/02/grandes-depredadores/
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viernes, 18 de febrero de 2022

16 románticos animales que sólo tienen una pareja en su vida

El amor es asuntos de dos, así lo reitera la naturaleza con estos animales que son un ejemplo de fidelidad hasta que la muerte los separa. Un listado de las parejas más románticas y monógamas del reino animal.

Aunque solamente el 5 % de las especies animales son monógamas, estás pueden crear vínculos tan fuertes con su pareja que son capaces de morir cuando se encuentran en soledad, de morir de amor, como le dicen.

Pingüinos
¿Quieres ser mi pingüino? Dicen algunos para proponer una relación formal. El pingüino es un animal monógamo y romántico por excelencia, la pareja siempre busca por el bien de su familia, cuidando equitativamente los huevos y a las crías. Los machos suelen ser bastante celosos y agresivos con otros pingüinos que intenten cortejar a su pareja.

Caballitos de mar
Otro animal que ha sido el protagonista de varias historias de amor, pues, es un hecho científico, que los caballitos de mar mueren si su pareja muere, permanecen al lado del cuerpo de su pareja sin comer hasta morir. En vida estos animalitos suelen evitar a otros de su especie cuando han encontrado a su pareja.

Lobo gris
La monogamia también es un buen método de supervivencia, la vida en pareja garantiza a los lobos una manada fiel y respetuosa y protección de sus miembros.

Agaporni (inseparables)
Pequeños pericos que se les acostumbra ver en pareja viéndose uno al otro o darse besos con sus picos, un icono del enamoramiento debido al fuerte vínculo que generan.

Cóndor
Después de los seis años de edad, estas aves logran un nivel de madurez capaz de escoger una sola pareja para toda su vida, antes de esto viven con sus padres.

Cisnes
Estas elegantes aves derraman miel, basta con un cariño o arrumaco en pareja para que formen un corazón con sus largos y elegantes cuellos. Los cisnes son tan comprometidos con el amor, que desde los dos años comienzan a buscar su pareja.

Antílope africano Dik Dik
Lo curioso de estos animales es que a pesar de tener un alto concepto de fidelidad y lealtad, suelen desprenderse muy pronto de sus crías, mientras que a sus parejas les permanecen fieles toda la vida.

Tórtolas
“Tortolitos” se les dice a las parejas que no pueden esconder su amor entre tanto mimo y beso, así como estas aves llenas de cariño y admiración por su pareja, no tienen ojos para nadie más.

Gibones
Solo la cuarta parte de las especies de los primates que son completamente monógamos toda su vida. La igualdad de su relación se basa en que hembras y machos son del mismo tamaño, por lo que tienen responsabilidades familiares muy similares.

Lechuzas
Cuando se escucha por las noches el fantasmal canto de una lechuza, en realidad estamos escuchando el cortejo entre una pareja, estas maravillosas aves suelen tener una excelente comunicación con sus parejas, quizás esta sea la clave para la longevidad de su relación. Al inicio de su relación el macho le obsequia una rata recién cazada a su prometida.

Gusano schistosoma mansoni
En menos esperado en este listado, estos parásitos responsables de la esquistosomiasis, suelen reproducirse en el cuerpo humano únicamente con una pareja con la cual crean un lazo sólido que se perpetuara todo su ciclo vital.

Nutrias
Un animal más que se desvive en caricias por su pareja; a las nutrias generalmente se les ve en parejas, jugando, cazando, viajando, abrazados y hasta durmiendo en los brazos de su amado.

Albatros

A pesar de realizar largos recorridos por los mares, estas aves siempre vuelven a su hogar con la única pareja que tras un cortejo de años, decidieron reproducirse para el resto de su vida que suele durar 50 años.

Grulla de cola blanca
Se aparean para toda la vida y cuando uno de los dos pierde al compañero, se deja morir de inanición. Estas grullas son un símbolo de fidelidad en la India, donde es tradición que las personas que se estén casando visiten a estos animales.

Buitre negro
Otra de las especies que se divide equitativamente la crianza de las crías. La obsesión con la lealtad y fidelidad convierte a esos animales no solo en monógamos empedernidos, también en celosos patológicos; estas aves pueden llegar a atacar a muerte a otros buitres si descubren alguna infidelidad.

Termitas
Son de los pocos insectos que eligen una pareja para toda la vida, cuentan con un curioso ritual de cortejo en el cual la hembra demuestra su fertilidad. La reina y el rey termita son los únicos en la colonia que se reproducen.

jueves, 17 de febrero de 2022

Michiaki Takahashi

El día de hoy, 17 de febrero, Google le rindió homenaje a través de su doodle al doctor Michiaki Takahashi por su labor en el campo de la salud. Pero, ¿quién es este médico recordado por el buscador más famoso a nivel mundial? Aquí te contamos todo.

¿Quién fue Michiaki Takahashi?
Nacido en Osaka, Japón, Michiaki Takahashi, fue un virólogo reconocido por haber creado la vacuna contra la varicela. Este médico nació el 17 de febrero de 1928, por ese motivo el día de hoy Google lo recuerda.

Su vacuna ha sido administrada a millones de niños en todo el mundo, con el fin de prevenir contagios y casos graves de esta enfermedad infecciosa.

Este médico obtuvo su título en la Universidad de Osaka y se unió al Instituto de Investigación de Enfermedades Microbianas de la Universidad de Osaka en 1959.

Tras estudiar los virus del sarampión y la poliomielitis, el Dr. Takahashi aceptó una beca de investigación en 1963 en el Baylor College de los Estados Unidos, dos enfermedades para las que actualmente hay vacunas.

Mientras estuvo en América del Norte, su hijo desarrolló una enfermedad grave de varicela, razón que lo motivó a recurrir a su experiencia para enfrentar dicha enfermedad altamente transmisible.

Cuando en el año 1965 volvió a Japón, inició a cultivar el virus de la varicela en vivos, pero debilitados, en tejido animal y humano, y tras cinco años de desarrollo ya estaba listo para los ensayos clínicos.

Fue en 1974 cuando el virólogo japonés desarrollo la primera vacuna contra la varicela, misma que fue denominada como “Oka”, que genera esa enfermedad. Luego fue sometida a una rigurosa investigación con pacientes inmunodeprimidos y demostró ser extremadamente eficaz.

Posteriormente, en 1986, la Fundación de Investigación de Enfermedades Microbianas de la Universidad de Osaka comenzó con el lanzamiento en Japón de la única vacuna contra la varicela avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En breve, el hallazgo del Dr. Takahashi fue usado en más de 80 países.
Fue en 1994 que lo denominaron director del Grupo de Estudio de Enfermedades Microbianas de la Universidad de Osaka, posición que ocupó hasta su jubilación.

martes, 15 de febrero de 2022

Diez especies con nombres de personajes famosos

¿Sabías que algunas especies de insectos, arácnidos, reptiles e incluso dinosaurios llevan en su nombre científico el apellido de algún personaje famoso? Aquí tienes una decena de ejemplos curiosos.

Caloplaca obamae
. Es el nombre con el que se bautizó a un liquen encontrado en California. Según su descubridor, lo llamo así en honor a Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, "para agradecer su apoyo a la ciencia y a la educación científica".

Agathidium vaderi. Escarabajo que debe su epíteto específico (vaderi) a su parecido físico con Darth Vader, el popular personaje de ficción de La Guerra de las Galaxias.

Aegrotocatellus jaggeri.
En 1995, dos paleontólogos bautizaron con este nombre a un trilobites extinto hallado en Canadá para brindar su particular homenaje al músico británico Mick Jagger.

Eristalis gatesi. Se trata de una mosca de la flor familia de los sírfidos que habita en los bosques de Costa Rica y debe su nombre al creador de Microsoft, Bill Gates.

Gnathia marleyi.
Es el nombre científico de un parásito que infecta a ciertos peces que habitan en lo arrecifes del Caribe. Se esconde entre los corales y espera a que pase un pez para saltar encima y utilizarlo de huésped. Paul Sikkel, profesor de ecología marina en la Universidad de Arkansas, eligió este nombre para recordar al caribeño Bob Marley y su música.

Goetheana shakespearei. Así se llama una avispa que hace honor por partida doble a dos históricas figuras literarias, Goethe y Shakespeare.

Draculoides bramstokeri. Arácnido australiano cuyo nombre recuerda al escritor irlandés Bram Stoker, autor de la novela Drácula (1897).

Anophthalmus hitleri. Especie de escarabajo ciego que vive en cuevas húmedas de Eslovenia. Su nombre se lo puso un alemán en 1933 en honor a Adolf Hitler.

Dalailama bifurca. Nombre de una polilla que vive en China, en la región del Tíbet, y cuyo nombre alude al líder espiritual budista, el Dalai Lama.

Attenborosaurus conybeari. Especie de plesiosaurio -reptil acuático- del Jurásico que vivió en Inglaterra, y cuyo nombre rinde homenaje al divulgador y naturalista David Attenborough.

jueves, 10 de febrero de 2022

Niveles de organización

¿Qué son los niveles de organización de los seres vivos?

Los niveles de organización de los seres vivos son una serie de categorías que nos permiten estudiar a los seres vivos con mucho detalle, tanto desde el punto de vista de su estructura como de su función y comportamiento.

Los seres vivos son sistemas muy organizados, a los que generalmente nos referimos como “sistemas biológicos”. Están integrados por partes más pequeñas que, a su vez están formadas por otras partes más pequeñas y así sucesivamente, como si de una caja dentro de otra caja se tratase.

Estas “partes” no están aisladas, sino que están conectadas entre sí formando organizaciones más complejas que tienen características especiales, algunas exclusivas y otras que resultan de la suma de las características de las partes que las componen.

A estas características especiales también se les denomina propiedades emergentes, pues no corresponden a las características individuales de sus partes.

Los niveles de organización de los seres vivos son:
Los átomos, que son las formas más simples.
Moléculas.
Macromoléculas.
Células,
formadas por organelos u organulos celulares.
Tejidos.
Órganos.
Aparatos.
Organismos.
Población.
Comunidad.
Ecosistema.
Biosfera.

Los niveles de organización de los seres vivos
Átomos y moléculasTodos los seres vivos están formados por compuestos químicos muy particulares. Estos compuestos están hechos de moléculas, las cuales consisten en átomos de distintos elementos unidos entre sí.Los átomos son las unidades más pequeñas de un elemento químico; los átomos se combinan para formar moléculas, que son estructuras más complejas que tienen propiedades diferentes.

Por ejemplo, el agua (H₂O) está formada por un átomo de oxígeno y dos átomos de hidrógeno, pero tiene propiedades y características muy diferentes a las que tienen el oxígeno y el hidrógeno por separadoLos seres vivos tienen distintos tipos de moléculas; las más importantes son las macromoléculas: los ácidos nucleicos (ADN y ARN), las proteínas, los lípidos y los carbohidratos.

Célula

Las células son las estructuras vivas más pequeñas. Hay organismos unicelulares -que están compuestos por una sola célula- y organismos multicelulares formados por muchas células. Todas las células están constituidas por organelos u orgánulos celulares, que son estructuras que cumplen funciones específicas y que se encuentran en el citoplasma.


Las células son las unidades básicas fundamentales de todos los seres vivos y en su interior ocurren todos los procesos que los caracterizan.

Hay dos tipos de células:
Las células procariotas (como las que forman a las bacterias y a las arqueas).
Las células eucariotas (como las que forman a los animales, los hongos y las plantas).

Las células eucariotas también tienen un nivel de organización interno, pues poseen orgánulos que cumplen funciones particulares para su vida; caso contrario de las células procariotas, que carecen de estas “divisiones” especializadas.

Mientras que las células eucariotas pueden formar organismos unicelulares y multicelulares, las procariotas solo forman organismos unicelulares, razón por la cual su siguiente nivel de organización es el de población (ver más adelante).
Tejidos


En los organismos multicelulares las células se asocian entre sí para formar un nuevo nivel de organización que se conoce como tejido. En un tejido, generalmente las células se comunican unas con otras y ejercen funciones especiales.

Por ejemplo, los animales tenemos tejidos como los músculos (formados por las células musculares o miocitos) y los nervios (formados por las células nerviosas o neuronas).

Las plantas tienen una epidermis (formada por células epidérmicas, pavimentosas y otras) y también tienen un tejido vascular (formado por células conductoras como los elementos cribosos, los vasos y las traqueidas).

Los tejidos tienen funciones especializadas que no presentan sus células individuales: los músculos se contraen y se relajan para mover las extremidades de nuestro cuerpo, por ejemplo, y los nervios transmiten impulsos nerviosos que comunican a nuestro cerebro con el resto de los órganos.

La epidermis de las plantas las protege de la deshidratación y el tejido vascular les permite mover agua y nutrientes a través de su cuerpo.
Órganos


Cuando varios tejidos se asocian entre sí estrechamente se forman los órganos, que son estructuras funcionales que sirven distintos propósitos en el cuerpo de los organismos vivos.

Ejemplos de órganos son el corazón, los pulmones, el hígado y los riñones en algunos animales y las raíces, las flores, los frutos y las hojas en muchas plantas.

Es importante mencionar que los órganos están formados por tejidos que ejercen funciones muy parecidas o relacionadas.
Aparatos
El siguiente nivel de organización tiene que ver con la asociación de órganos diferentes para llevar a cabo una función biológica especial en el cuerpo de un ser vivo. Un conjunto de órganos forma un aparato o sistema.
El sistema vascular de los vegetales comprende aquellos órganos y tejidos encargados de mover el agua y los productos fotosintéticos entre los órganos aéreos y los órganos subterráneos.
El sistema circulatorio de los seres humanos se encarga de transportar oxígeno y nutrientes hacia todas las células, tejidos y órganos del cuerpo; está formado por diferentes órganos y estructuras: el corazón, la sangre y los vasos sanguíneos, por ejemplo.
Por otra parte, el aparato locomotor se compone de los sistemas óseo-articular y muscular, y su función principal es la de ayudarnos a desplazar nuestro cuerpo de un lugar a otro, así como a levantar y mover distintos objetos.
Organismos

La estrecha asociación y relación entre diferentes sistemas y aparatos de órganos finalmente consigue formar al organismo.

En los organismos, independientemente de que sean vegetales o animales, existe una estrecha relación entre los órganos y los tejidos, así como entre las células que los componen.


En un organismo se dan, al igual que en los niveles anteriores, importantes eventos de comunicación celular, intercambio de sustancias y de información, etc., que consiguen darle vida a este ser vivo, de modo que sea capaz de:
Alimentarse y metabolizar los elementos que conforman a dichos alimentos.
Crecer y desarrollarse.
Reproducirse.
Interactuar con el medio que lo rodea y responder a este.
Morir.

Los organismos generalmente pueden organizarse en niveles superiores.
Población

Una población está formada por individuos de la misma especie que coexisten en una misma ubicación geográfica y en un tiempo determinado forman una población, en la cual los individuos pueden reproducirse entre sí y dar lugar a descendencia fértil (que puede también puede reproducirse y dejar descendencia)
Comunidad
Cuando en una misma área geográfica y al mismo tiempo coexisten poblaciones de diferentes especies se forma un nivel conocido como comunidad. En este nivel existen importantes relaciones entre las distintas poblaciones (tróficas, mutualistas, competitivas, neutrales, etc.)
Ecosistema
Diferentes comunidades de organismos que habitan en un área determinada en donde están sometidas a los mismos factores ambientales (abióticos) forman un ecosistema. Los factores abióticos relacionados con los ecosistemas son la disponibilidad de agua y de luz solar, la temperatura, entre otros.
Biosfera

El conjunto completo de todos los ecosistemas en el planeta Tierra habitados por seres vivos forma la biosfera. En esta definición se incluyen todos los seres vivos y sus hábitats, bien sean aéreos, acuáticos o terrestres.
Esquema de los niveles de organización

viernes, 4 de febrero de 2022

¿Qué son los humedales y por qué son claves para la vida?

Hace exactamente 51 años, el 2 de febrero de 1971, se celebró en la ciudad iraní de Ramsar, a orillas del lago más grande del mundo, el mar Caspio, la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional (Unesco, 1971), y desde 1997, en la misma fecha, se conmemora el Día Mundial de los Humedales.

Un humedal es un tipo de ecosistema terrestre que, ya sea de forma permanente o intermitente según la época del año, se presenta inundado parcial o totalmente por agua. Entre ellos, por tanto, podemos incluir los pantanos, las turberas, las ciénagas, los ríos, los lagos y las lagunas, pero también las marismas de agua salobre o salada, las albuferas, las playas, los arrecifes de coral, los manglares y otras zonas litorales marinas de baja profundidad. Por supuesto, también se consideran como humedales aquellos ecosistemas artificiales íntimamente ligados al agua como los estanques, las salinas o los embalses.

La naturaleza propia de estos ambientes, con un aspecto híbrido entre el ecosistema típicamente terrestre y el acuático hace que tipo de entornos tengan una serie de características particulares, distintas de las que encontramos en cualquier otro ecosistema. Dentro de los humedales, además, puede haber una gran variedad de ecosistemas distintos. En la masa de agua de un lago, por ejemplo, tendríamos tres zonas: las aguas litorales, que es la más cercana a la costa; la zona fótica, que es la parte superficial de agua abierta a la que llega bien la luz solar, y la zona de aguas profundas, donde la luz solar está atenuada.

Además, tenemos también varias zonas en lo que se refiere al suelo, o zona bentónica; la zona bentónica litoral, que se corresponde con la zona de aguas del mismo nombre; el talud, que suele tener una pendiente más o menos acentuada y funciona como transición entre una zona y la siguiente, y la zona bentónica profunda, que se corresponde con el fondo del lago. Y no debemos olvidar la denominada zona epilitoral, que es la orilla terrestre donde la influencia del lago es solo subterránea. Cada parte del lago —o de cualquier otro humedal— está conectada con el resto de partes, pero en cada caso, suceden relaciones ecológicas que son específicas.

Todo ello convierte a los humedales en lugares con una alta importancia ecológica, y no únicamente por su papel en la regulación del ciclo del agua, y en algunos casos, como el de las turberas, por retener grandes cantidades de carbono. Además, y especialmente, por ser muy ricos y diversos en especies, y uno de los tipos de ecosistema más productivos. A tal punto, algunos científicos hablan de los humedales como de supermercados biológicos, por su papel a la hora de soportar complejas relaciones ecológicas y su riqueza. Los restos de plantas que caen al agua forman al degradarse pequeñas partículas de materia orgánica llamadas detritos. Al descomponerse, nutre a algas y plantas acuáticas y alimentan a pequeños peces, insectos acuáticos y otros invertebrados, que encuentran en la vegetación del fondo, refugio y protección. Estos animales a su vez son alimento para peces mayores, reptiles, anfibios, e incluso aves y mamíferos.

El equilibrio de un humedal depende de que se mantengan esas relaciones ecológicas, pero también de los factores climáticos como la lluvia. Este tipo de ecosistemas son muy sensibles a los cambios; un aporte masivo de materia orgánica en descomposición puede producir un efecto de acumulación, denominado eutrofización, que enturbie las aguas e impida desarrollarse a las plantas y algas del fondo, desestabilizando el ecosistema. Una fuerte sequía, u otros eventos extremos potenciados por el cambio climático, pueden causar daños graves a estos hábitats, o incluso hacerlos desaparecer. Esta alta sensibilidad se suma además al hecho de que una gran cantidad de especies amenazadas dependen de forma directa o indirecta de los humedales. Sin una adecuada protección de este tipo de hábitats, muchas de las especies en peligro de extinción podrían desaparecer.

Pero no todos los efectos son ecológicos. Se estima que los humedales están entre los ecosistemas que más valor económico proporcionan. Entre las consecuencias de una mala conservación de los humedales se encuentran, por tanto, graves impactos socioeconómicos. Entre ellos destacan la reducción en el acceso al agua dulce para las personas, escasez de alimentos y de energía, inundaciones que pueden causar daños irreparables, y una pérdida de nuestra capacidad de resiliencia al cambio climático.

Entre los impactos que dañan los humedales, especialmente los de interior, se incluyen la pesca, la agricultura, la ganadería y las explotaciones de tipo forestal, pero también las explotaciones petrolíferas, la urbanización, la extracción indebida de agua en forma de pozos ilegales y los vertidos de tipo industrial. La protección de facto de estos hábitats (y no solo de iure) debería limitar o eliminar estas actividades, tanto en el propio humedal como en su entorno. Porque ¿de qué sirve hacer una convención sobre los humedales y su importancia, si luego no nos esforzamos lo suficiente por preservarlos?