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lunes, 28 de marzo de 2016

Ángela Ruiz Robles y la enciclopedia mecánica

Hoy casi nadie conoce a Ángela Ruiz Robles, pero hace 121 años nació una de las inventoras más creativas y olvidadas de la historia de España. Una mujer comprometida con la educación y que supo pensar más allá durante los años más duros de la dictadura.

Pero Ángela Ruiz Robles es mucho más. Inmerecidamente olvidada, esta leonesa de nacimiento pero gallega de adopción es, sin lugar a dudas, el mejor ejemplo que se nos pueda ocurrir de alguien que dedicó su vida a usar la tecnología para cambiar la educación y con ella cambiar su país.

La enciclopedia mecánica

La enciclopedia mecánica es el tipo de gadget que habría arrasado en la (hipotética) Xataka de los años 50. Preocupada por la cantidad de peso que los niños llevaban a la escuela, Ruiz Robles creó un dispositivo al que se podían añadir lecciones mediante bobinas de papel e incluso incorporaba, en la parte de atrás, un dispositivo con el que se podían realizar operaciones y otras cosas.

El nombre puede dar lugar a confusiones. La enciclopedia mecánica no era estrictamente hablando una enciclopedia al uso. En aquella época en España, los libros escolares solían tener ese nombre, como la famosa 'Enciclopedia Álvarez' que acompañó a más de 8 millones de niños en las escuelas del franquismo. Estamos, en realidad, ante el primer libro mecánico usable (en este caso para uso escolar). Es decir, 20 años antes de Michael Stern Hart inventara el libro electrónico en 1971, en Ferrol había un proyecto que emocionaría a Negroponte.
Una mujer adelantada a su país

En un país que pensaba que «las mujeres nunca descubren nada. Les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles. Nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho», Ángela Ruiz Robles, como explica Mar Abad en su estupendo perfil,no era una maestra al uso.

Nada más llegar a Ferrol, creó una academia para adultos y dedicó muchos esfuerzos a alfabetizar a obreros, mujeres y pescadores. Preocupada por el mal estado de la educación no paró de crear herramientas para mejorarla, hacerla más atractiva y moderna. Publicó más de 16 libros, algunos tan avanzados como sus Atlas, compendios en papel que relacionaban todas las asignaturas y que vistos desde hoy son una versión artesana del Internet basado en el hiperlinks.


Tecnología y educación.

Pero como en una escenificación completa del espíritu español, aunque el Ministerio lo autorizó, aunque doña Ángela fue reconocida y premiada, aunque rechazó irse a Estados Unidos a desarrollar comercialmente la idea; la enciclopedia mecánica se quedó en el cajón de la historia ante la falta de financiación.

No obstante, como comentaba al principio, el figura de Ángela Ruiz Robles va más allá de inventar un gadget más o menos curioso: «para escribir, tenemos máquina; para ver, televisor; para hablar, teléfonos y tantos otros ingenios que el hombre ha hecho. Los estudios reclaman esta corriente mecánica para que los lleve paralelos con el ritmo acelerado de la evolución técnica universal». Doña Angelita, como la llamaban sus alumnos, es un ejemplo de todos aquellos que estamos, para bien o para mal, apasionados por la tecnología.


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