Páginas

jueves, 18 de julio de 2024

La separación de residuos, una responsabilidad de todos

Tenemos que comprender que el cuidado del ambiente no es una moda, es un estilo de vida”. Para Kenia Valderrama Díaz, curadora educativa del Museo Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM, ése es el primer paso, el cual es necesario entender para hacer de manera correcta el procesamiento de nuestros desechos y basura, ya que es indispensable “integrar conocimientos, actitudes y habilidades”.

La experta añadió que este cambio de actitud en nuestra vida diaria debe extenderse más allá de conocer las indicaciones que dicta la normatividad –en este caso la Ley de Residuos Sólidos de la Ciudad de México– hasta olvidarnos de “la flojera” o pensar “que lo haga quien lo tenga que hacer”.
Errores básicos

“El primero es que generamos basura”, afirmó la bióloga y continuó: “cuando digo esto es porque revolvemos todo: ponemos papeles de baño con desechos de comida junto a productos que pueden ser reciclados o reutilizados. Si yo estoy iniciando en este estilo de vida, ayudemos y sigamos la norma que nos marca la ley de clasificar nuestros desechos y no generar basura.

“Al inicio, cuando se implementó la Ley de Residuos Sólidos, nos marcaban que la separación era orgánicos e inorgánicos, conforme se fue evaluando esta ley nos dimos cuenta que no nada más era orgánicos e inorgánicos, porque hay otros que son de manejo especial.”

De acuerdo con la especialista, un segundo error está ligado a nuestra actitud: “Es de los peores, porque ni siquiera estoy dispuesto o dispuesta a colaborar”. El tercero, que los conocimientos que hemos adquirido a lo largo de nuestras vidas no se aplican, se aprenden sin ponerlos en acción.

“Estos conocimientos que tenemos se van quedando en diferentes niveles. Todos sabemos que hay una ley, que hay conferencias, talleres, programas y muchas iniciativas, pero no las ponemos en práctica en casa. Por ejemplo, voy a mencionar un programa que es viejísimo, las famosas tres erres: reduce, reutiliza y recicla, el cual vemos así, cómo ‘ay, qué flojera’.

“Por eso hablo de la actitud, debemos aprovechar todos estos programas que se tienen. Retomo lo del estilo de vida, porque estamos desafortunadamente en un medio de consumir, consumir, consumir y en ese consumir generamos una gama amplia de desechos, desperdiciamos y se quedan muchos de nuestros residuos”, subrayó la universitaria.

¿Basura o desecho?
La divulgadora de la ciencia recalcó que antes de iniciar con el proceso de separación en nuestro hogar es necesario distinguir entre los conceptos de basura, residuo o desecho.

Le llamamos basura a “todo lo que está revuelto, su aprovechamiento es complicado aunque no imposible, pero no dignificamos la vida de los que están en ese ámbito del procesamiento de los desechos”, comentó.

Mientras que desechar sucede cuando “tiro algo, ‘este cubrebocas lo desecho, adiós’, pero este desecho que generamos puede ser reutilizable o irse a la basura. Si yo lo lavo y lo vuelvo a usar, es funcional. Entonces puede ser un desecho o un desperdicio, lo estoy desperdiciando porque todavía no está gastado.

“Es otra diferencia entre reusar y reciclar, puedo lavar y volver a usar un frasco. Reciclar es cuando transformamos toda esa materia prima, como el vidrio, el cartón, algunos plásticos”, distinguió.

¿Beneficios?
Al iniciar con la separación de residuos en casa, explicó Valderrama Díaz, hacemos de este proceso parte integral de nuestras vidas, se convierte en una costumbre que extiende sus beneficios más allá del hogar. “Desde nuestra trinchera debemos de hacer algo; es responsabilidad de todos en la escuela, en casa, en la oficina, porque es una decisión propia. Hay que entender que este estilo de vida es un proceso educativo que va enriqueciéndose en el día a día”.

La investigadora propuso iniciar con un reto sencillo: “¿Qué harían si en un mes nadie recoge su basura o sus desechos? Yo me espantaría. Ésa es la primera pregunta, ¿qué haríamos ante ese reto? Los beneficios los vamos a encontrar primero si nosotros separamos nuestros desechos y nosotros los manejamos. Si generamos desechos y no basura, vamos a dignificar la vida de las personas que trabajan en la colecta, en toda esta cadena de manejo de desechos urbanos, porque ya no tienen que andar escarbando entre basura, pueden llevarlos a centros de reciclado, esto hace que nosotros colaboremos en el reciclado, ayudamos a que el material se vuelva otra vez materia prima”.

“Al facilitar el reciclado de ciertos materiales y/o reusar para no generar tanta, tanta basura, otro beneficio es que tendríamos alimentos saludables. Porque no nos damos cuenta que toda esta basura, si la dejo en el suelo, contamina los cuerpos de agua de donde extraemos para riego de los alimentos.

“También si los desechos se depositan al aire libre o enterrados, generan malos olores porque se van degradando. Contaminan no sólo el suelo, sino que además se van a mantos freáticos en el subsuelo. Recordemos que en la Ciudad de México nuestra principal fuente de agua son mantos acuíferos y les estamos dando en la torre. Es importante separar nuestros desechos en casa, porque es donde estamos generando mucha basura o muchos desechos poco aprovechables”, argumentó.

Asimismo, llamó a que, como ciudadanos, presionemos para que “industrias y empresas de reciclado crezcan. Es importante porque nos hace falta mucho desarrollo en ese sentido: tecnológico, empresarial o de emprendimiento para el manejo de basura”.

La académica universitaria aconsejó extender este reto a los plásticos que se juntan en casa y a separar estos en dos grupos: evitables y los no evitables. “Cuando hablamos de evitables, por ejemplo, las palomitas de microondas dejan un chorronal de plástico, igual las galletas, los dulces, etcétera. Los inevitables son estos empaques donde si yo compro algo no hay opción, me lo dan empaquetado.

“Esto sirve mucho para reflexionar sobre todo lo que hacemos. No es sólo ya no usar bolsas y llevar las propias, te das cuenta que en otras partes del consumo también generas muchos plásticos. El plástico es el residuo de mayor porcentaje, con las nuevas leyes le íbamos ganando y estábamos entrándole con frecuencia a no usar tantos plásticos. Pero con la pandemia, pedimos la comida con estos empaques otra vez”, lamentó y agregó:

“Hay que retomar el rumbo, sin satanizar muchas cosas… Hay recursos, los utilizamos, pero no hay que acabarlos. Debemos pensar en el equilibrio, en una manera sostenible.”
Tenemos que dejar de revolver todo porque su aprovechamiento es complicado aunque no imposible.

Separación correcta
Valderrama Díaz indicó que hay dos grupos muy claros, los orgánicos y los inorgánicos, al momento de separar nuestros residuos: “Cuando hablamos de orgánicos se ha ido afinando más, son los orgánicos composteables –desechos de frutas, verduras, cascarón de huevo, café, tés, etcétera.–; dicen que todo lo que tenga carbón es orgánico, pero el papel también es orgánico y este va en otro proceso, nos vamos directo con restos de comida.

“Luego, están los reciclables, ahí están las latas de todos los metales, los vidrios, el cartón y los plásticos, dentro de éstos hay una gama diversa de números, unos sí son reciclables otros no lo son.

“Siguen los de manejo especial y los de volumen, como las baterías, pilas, aceites, colchones, madera y electrónicos. Hay muchos programas, como nuestro Reciclatón, donde podemos llevar todos estos desechos electrónicos. Ahorita se manejan cuatro compartimentos en la Ley de Residuos Orgánicos. Es un buen avance colaborar con esa separación”, complementó.

Tarea de todos
Para Kenia Valderrama Díaz uno de los errores del pasado ha sido pensar que únicamente las generaciones más jóvenes deben involucrarse en este tipo de procesos porque a éstas les pertenece el futuro, eliminando la responsabilidad de los demás grupos generacionales.

“Es importante involucrar no sólo a los niños…Muchos de los problemas son responsabilidad de todos, cada uno de nosotros tiene que aportar su granito de arena”, reiteró.

“Lo que pasó apenas en Monterrey, es toda una noticia, lo del agua, pero antes de eso le habría preguntado a las personas qué hacían por el cuidado de ese recurso. A lo mejor los estudiantes de bachillerato o licenciatura ya recibieron muchas pláticas, muchos talleres, conferencias, leyeron la Gaceta, revistas, libros, tienen mucha información. Hace falta que papás y autoridades ayuden a poner en marcha todos esos conocimientos, esa buena actitud que se tiene, esas habilidades”.

La investigadora universitaria pidió asumir la responsabilidad, “participemos en la separación. Cuando inició la Ley de Residuos Orgánicos, hicimos un sondeo para saber qué opinaban sobre ella y si les gustaría participar. El cien por ciento dijo que sí y que estaba muy bien, conforme; pasó la ley y como no hubo sanciones, la gente se fue desanimando. Es importante no sólo tener leyes, sino además que se dé seguimiento a las sanciones. Desafortunadamente aprendemos a la mala; ya que tenemos el problema, que estamos sufriendo, es cuando dicen: ‘Ah, caray, creo que sí debo de hacer algo’.

“La UNAM tiene una responsabilidad, estamos en Ciudad Universitaria y tenemos nuestra planta de reciclado de agua, la de composteo, camiones que pasan por la basura, el Programa Universitario de Medio Ambiente. La UNAM ha hecho cosas, nos falta unir esfuerzos y fortalecerlos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario