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miércoles, 26 de junio de 2019

La corriente del niño

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Este es un fenómeno oceánico y atmosférico que ocurre por el calentamiento de las aguas del Océano Pacífico. Con él suceden extraños acontecimientos marinos a lo largo de la costa occidental de este océano y provoca alteraciones climáticas de distinta magnitud en diversos lugares del mundo. 

El nombre de corriente de El Niño se empleó en un principio para describir la corriente cálida que se orienta hacia el sur y que se da en la costa occidental del Pacífico cada mes de diciembre. Sin embargo, en la actualidad, se reserva el nombre a circunstancias excepcionalmente intensas y persistentes que se repiten cada cierto tiempo. 

El fenómeno tiene un denominado "período de recurrencia". Esto quiere decir que se repite cada dos a catorce años. 


¿Qué ocurre?
En condiciones normales, hay una masa superficial de agua cálida en la zona más oeste del océano Pacífico, en la franja tropical, cerca de Australia, mientras que cerca de las costas de América del Sur (Chile y Perú) el agua superficial es más fría. 

Esta distribución del agua se debe a que los vientos dominantes en esta zona del océano van de este a oeste (de América hacia Australia) y arrastran el agua superficial cálida hacia Australia. Este desplazamiento del agua superficial hace posible que agua profunda y fría salga a la superficie junto a las costas de América del Sur (corriente de Humboldt). Esta corriente arrastra nutrientes del fondo, que hacen crecer las poblaciones de peces y se forman las buenas pesquerías propias de la zona. 

Pero cada cierto intervalo de años, que pueden ser de dos hasta de catorce, el régimen de los vientos cambia y soplan de este a oeste a la vez que la masa de agua más caliente, unos 3º a 7º C sobre lo normal, se hace más extensa y se desplaza desde el noreste de Australia hacia las costas del Pacífico ecuatorial, hasta llegar a tocar en ocasiones las costas de Perú y de Chile. 

Cuando sucede este fenómeno, durante doce a quince meses las corrientes marinas cambian en la zona, e impide que afloren a la superficie esas corrientes frías que arrastran nutrientes del fondo y las pesquerías disminuyen su población por falta de alimento. También se alteran las corrientes atmosféricas. 


Se ha comprobado también que este fenómeno influye notablemente en el clima de zonas de América, Australia, África y Asia. Según algunos estudios también tiene una responsabilidad importante en las inundaciones que periódicamente ocurren en diversos lugares. 

Todo esto porque el calentamiento del agua del mar hace que se forme y desarrolle una cantidad anormal de nubosidad y, por ende, de lluvias. Al pasar el tiempo, esa nubosidad crea una especie de corriente, con un desplazamiento no bien definido, pero que la mayoría de las veces se desliza hacia tierra con apoyo del viento y de la temperatura del agua. 

La historia de El Niño 
Los científicos establecen y clasifican la existencia de por lo menos cuatro corrientes en el Océano Pacífico; la 1 y la 2, que afectan a Sudamérica; la 3, que impacta en México y los Estados Unidos, y la 4, que azota a varios países del continente asiático. 

No se tiene informes precisos sobre la primera aparición del fenómeno, sin embargo se cree que sus primeros efectos se sintieron en diciembre de 1963, cuando en las costas de California cayeron lluvias que marcaron hasta 265 milímetros, consideradas como extraordinarias. 

Fue hasta 1978 cuando la corriente de El Niño empezó a ser estudiada por los científicos. Coincidentemente, el fenómeno se registró durante la semana de Navidad, de ahí que los meteorólogos lo hayan bautizado así en referencia al nacimiento del Niño Jesús. 

Cuando El Niño se presenta, ya sabemos, las condiciones habituales de las zonas del Pacífico se alteran. Los vientos alisios del este desaparecen o incluso invierten su sentido. La variación de la presión atmosférica aumenta con los suaves cambios de la temperatura de la superficie del agua. 

El agua cálida del Pacífico oeste (Australia) fluye hacia el este y las temperaturas de la superficie aumentan a la altura de la costa occidental de Sudamérica. Cuando esto ocurre, el tiempo atmosférico, generalmente húmedo del Pacífico oeste, se desplaza hacia el este y las condiciones meteorológicas de carácter seco —comunes en el este— se producen en el oeste, lo cual provoca fuertes lluvias en Sudamérica y puede, a la vez, motivar sequías en el sureste asiático, India y África del sur. 


Además, genera cambios meteorológicos en extensas regiones de América del Norte. Situación que se hizo aún más complicada con las alteraciones atmosféricas desencadenadas desde 1982, cuando sucedió la erupción del volcán mexicano Chichón, debido a que se habría prolongado el movimiento de la corriente hacia el sur. 

Este Niño, nada bondadoso, causa lluvias torrenciales en Chile, Perú, Ecuador y el Golfo de México, y sequías en Colombia, Venezuela y el Asia Pacífico; provocando, en general, efectos a nivel de todo el planeta. 

Los efectos económicos que produce la corriente de El Niño se aprecian de forma especial en la zona costera occidental del Pacífico. En esas zonas de aguas frías se encuentran grandes bancos de peces, que son explotados con fines comerciales, y que son la base de la alimentación de las aves marinas cuyo guano constituye un importante componente de la industria de abonos. 

Pero ocurre, como ya vimos, que durante el fenómeno de El Niño una capa de agua caliente y pobre en nutrientes de procedencia occidental cubre las aguas costeras orientales ricas en nutrientes. Los peces y aves marinas mueren o emigran buscando un área con mayor alimentación, lo que repercute en las economías de la región.


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