Páginas

sábado, 23 de febrero de 2019

Riesgos y beneficios de la dieta alcalina

Seguro que has oído hablar de la dieta alcalina, también llamada "dieta del pH". Celebrities como Victoria Beckham, Gwyneth Paltrow o Jennifer Aniston han colaborado en popularizarla.

Y tras el éxito en EE. UU., en los últimos años también han surgido en nuestro país numerosos centros de asesoramiento y venta de productos basados en esta dieta.

Sus defensores aseguran que ayuda a desintoxicar el organismo, a perder peso y a prevenir enfermedades como el cáncer. Pero ¿qué hay de cierto en todo ello? En Saber Vivir te explicamos en qué consiste esta dieta y si realmente tiene algún beneficio.


QUÉ ES LA DIETA ALCALINA 

La dieta alcalina se basa en la teoría de que las enfermedades se desarrollan en un medio ácido (es decir, con un pH bajo) y que, por lo tanto, para prevenirlas conviene "alcalinizar" nuestro organismo, o sea, aumentar su pH.

Y sostiene que esto se puede conseguir a través de la alimentación. Siguiendo esta tesis, clasifica los alimentos entre alcalinizantes y acidificantes, lo cual no tiene nada que ver con su sabor (el limón, por ejemplo, se considera alcalinizante).
La dieta debe incluir un 80% o más de alimentos alcalinizantes y un 20% (o menos) de neutros o moderadamente acidificantes. Y se desaconseja consumir alimentos altamente acidificantes.

La clasificación de los alimentosAunque existen variaciones entre las diferentes tablas de alimentos que manejan los defensores de la dieta alcalina, a grandes rasgos consistiría en la siguiente clasificación:
Alimentos alcalinizantes (80% de la dieta): pepino, espinacas, soja, brócoli, col, coliflor, coles de Bruselas, limón, pomelo, aguacate, remolacha, berenjena, apio, ajo, jengibre, judías verdes, lechuga, cebolla, rábano, tomate, alcachofa, espárragos, zanahoria, calabacín, patata, guisantes, trigo sarraceno, quinoa, lentejas, almendras, aceite de oliva...

Alimentos neutros o moderadamente acidificantes (limitados a un 20%): garbanzos, judías rojas, seitán, melón, nectarina, ciruela, sandía, anacardos, nueces, avellanas, manzana, albaricoque, plátano, arándanos, uvas, naranja, mango, melocotón, arroz y pasta integral...

Alimentos altamente acidificantes (desaconsejados): carne roja, de pollo, de cerdo, huevos, pescado, marisco, lácteos, setas, chocolate, café, té, alcohol...

Además de seguir estas pautas alimentarias, los centros y webs dedicados a la dieta alcalina también recomiendan el consumo de ciertos suplementos "alcalinizantes".

UNA TEORÍA MUY CUESTIONADA
Expertos en nutrición e investigadores coinciden en que no existe ninguna evidencia científica que respalde las ideas en las que se basa esta dieta, ni que demuestre que un "cuerpo alcalino" sea sinónimo de un cuerpo más sano.

"Es una dieta que no tiene ningún sentido ni fisiológico ni científico. No tiene ninguna validez, ni ha demostrado absolutamente nada", explica a Saber Vivir Aitor Sánchez García, dietista-nutricionista y autor del blog y el libro "Mi dieta cojea".

Según este experto, la teoría en la que se fundamenta la dieta alcalina tiene muchos errores de base. En primer lugar, porque el cuerpo tiene sus propios mecanismos para regular el pH: "No podemos cambiar el pH del cuerpo, solo el de algunos fluidos, como por ejemplo el de la orina". Sin embargo, en este caso, tampoco está demostrado que tenga una repercusión en nuestra salud.

Y en segundo lugar, porque "los listados que suelen tener las dietas alcalinas no siguen ningún criterio científico, ni porque los alimentos sean ácidos o alcalinos tal como los definen, ni porque produzcan ni acidificación ni alcalinización".
El cuerpo no tiene un pH único

Otro de los argumentos que suelen utilizar los expertos para desmontar la teoría de la dieta alcalina es que el pH no es igual en todo el organismo, sino que varía mucho entre los diferentes órganos y fluidos del cuerpo, de manera que cada uno pueda cumplir su función.

La escala de pH va de 0 a 14, donde entre 0 y 6 sería un pH ácido; 7, un pH neutro; y a partir de 8, alcalino. En nuestro cuerpo, según publica la National Library of Medicine (EE. UU.):
La piel tiene un pH natural de entre 4 y 6,5 que le permite hacer de barrera de protección.

Los valores normales del pH de la orina se sitúan entre 4,6 y 8, para limitar el crecimiento excesivo de microbios.
El pH del estómago oscila entre 1,35 y 3,5, muy ácido para poder digerir los alimentos, especialmente las proteínas.
Mientras que el margen de los límites del pH de la sangre es muy pequeño, entre 7,35 y 7,45.

Es decir, que no se puede hablar de "alcalinizar" el organismo, ya que no hay un pH único. De ahí que algunos defensores de la dieta alcalina hablen de "controlar" el de la sangre, y otros, el de la orina.

"El pH es distinto en diferentes compartimentos del cuerpo. Eso no quiere decir ni que los podamos cambiar adrede ni que sea tan trascendental en el desarrollo de una enfermedad", aclara Aitor Sánchez.

El organismo tiene sus propios sistemas para regular los niveles de pH a través de los riñones, la respiración, ciertas moléculas etc. Pero la alimentación no puede modificar el pH de la sangre, y cuando este sufre alguna alteración suele ser consecuencia de graves enfermedades, por ejemplo renales.


ENTONCES, ¿ES BENEFICIOSA O PERJUDICIAL?
"Lo que tenemos es una mentira fisiológica que de alguna manera está queriendo justificar el consumo de alimentos que, por lo general, sí son saludables, porque esta dieta está basada principalmente en verduras. Si una persona mejora no es porque le esté funcionando la dieta alcalina, sino simplemente porque está tomando más verduras", asegura Aitor Sánchez.


Según este nutricionista, si la dieta está bien diseñada puede ser saludable, de lo contrario puede ser perjudicial: "Pero no tiene absolutamente nada que ver con que sea alcalina o no. Es como si decimos, ¿es peligroso tomar únicamente productos de origen nacional? Pues depende de cuáles tomes. Puede ser una buena dieta si la haces a base de gazpacho, salmorejo, frutas nacionales... O puede ser una dieta poco saludable si es a base de embutidos, callos y cocido madrileño todos los días. Depende de las elecciones".

Aun así, el experto insiste en que los beneficios que se atribuyen a la dieta alcalina, tal y como se explican, no son ciertos. "Por el hecho de producir esa supuesta alcalinización (que no pasa) ni depura, ni limpia, ni drena, ni elimina toxinas, ni hace perder peso, ni previene enfermedades.Si, al fin y al cabo, puede llegar a ser una dieta saludable, es simplemente porque se basa en los vegetales, pero no porque vaya a alcalinizar el cuerpo".

Y pone un último ejemplo: "Es como si yo me invento que la mejor dieta es la de los alimentos redondos. La puedo hacer saludable, pero no gracias a que sean alimentos redondos, sino porque he elegido buenas opciones: tomates cherry, huevos, granada, melocotones, etc.".


No hay comentarios:

Publicar un comentario