Páginas

jueves, 21 de septiembre de 2017

Relaciones abiertas

El sitio openminded.com tiene registrados 180 mil miembros en todo el mundo, interesados en conectar con personas que quieran mantener relaciones abiertas. Se han publicado decenas de libros en los últimos años que hablan de las distintas geografías del amor de pareja. Resulta imposible no recordar los años 70 y el movimiento del amor libre. Hace casi 50 años, Nena y George O’Neil escribieron The new monogamy: open marriage (La nueva monogamia: el matrimonio abierto).

Las parejas que llegan a consultar por problemas conyugales lo hacen con frecuencia por problemas de infidelidad. En los relatos de vida de los pacientes aparecen otras y otros, culpables de que el matrimonio de sus padres se haya destruido. Es difícil, frente a la evidencia, no pensar que el modelo conyugal es útil para dar estabilidad a las familias, pero no para mantener una relación viva, interesante y monógama. Pero generalizar siempre es un error lógico y, por lo tanto, no puede afirmarse que el matrimonio conduce al aburrimiento de modo irremediable. Ni tampoco que un matrimonio abierto sea el camino hacia la realización emocional y sexual.

Algunas parejas desean tener la seguridad de un compañero estable y también la libertad de relacionarse amorosa y/o sexualmente con otras personas. Las reglas para abrir un matrimonio las establece cada pareja: algunas adoptarán la regla de no preguntar ni contar detalles. Otras hablarán abiertamente del tema e incluso preferirán conocer a la persona con la que su pareja sale. Cuánto tiempo le dedicarán, prácticas de sexo seguro y duración de la relación son algunos de los temas a discutir cuando una pareja decide abrir el matrimonio. La decisión no es trivial y puede convertirse en abrir la caja de Pandora. 

A veces la pareja conyugal logra adaptarse a la nueva realidad, superar los celos y seguir adelante. Otras veces el divorcio es el epílogo del experimento.

Algunos perfiles de las parejas que están interesadas en un matrimonio abierto pueden ser personas que tuvieron poca experiencia amorosa y sexual antes de casarse y que se perdieron de una etapa de ligue durante la adolescencia y la juventud; logros adolescentes no resueltos e ideales de libertad frustrados a veces están detrás del deseo de libertad sexual y amorosa; parejas en crisis que ven en abrir el matrimonio una forma de salvar la relación; buscar en la nueva relación una forma de castigo para una pareja que ha fallado; narcisistas necesitados de atención, gratificación y confirmación de sus poderes de seducción; la voracidad o hambre insaciable de quienes se han sentido abandonados a lo largo de la vida y que ven en la relación abierta una oportunidad para reparar viejas necesidades de atención; la tendencia al aburrimiento (con todas sus causas subyacentes).

No hay unas relaciones que sean mejores que otras. Algunos eligen la monogamia y otros no. Dar por hecho que el único camino para construir una relación duradera es la exclusividad sexual es una idea con la que se puede estar de acuerdo o no.

Lo que realmente importa es que la pareja sea capaz de establecer pactos igualitarios y recíprocos. Sin convicción será muy difícil que una relación abierta funcione y no debería aceptarse sólo por satisfacer a la pareja o por miedo a perderla.

Juzgar la vida de los otros y sus elecciones jamás será un opción que nos ayude a construir sociedades más civilizadas.

Evadir los celos, la inseguridad y la incertidumbre son uno de los fundamentos de la regla monógama de la exclusividad sexual, pero habrá quienes quieran experimentar y jugarse sus certezas y su seguridad e intentar un modelo diferente de relación.

Escribir sobre este tema no equivale a promoverlo como si se tratara de una religión a la que conviene adherirse o de un movimiento que necesita nuevos adeptos.

“A favor o en contra” es la forma más simplona de relacionarse con las ideas, con el mundo, con las elecciones humanas y con la diversidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario