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miércoles, 8 de marzo de 2017

Inteligencia Artificial

¿Te imaginas tener a un asistente de Inteligencia Artificial con la capacidad de detectar cuando estás de mal humor y prepararte tu platillo favorito para hacerte sentir mejor? Las noticias que vemos todos los días en la televisión, los diarios tradicionales y en muchos sitios de Internet parecen sugerir que este tipo de tecnología está a la vuelta de la esquina.

De acuerdo con el informe Preparándonos para el futuro de la Inteligencia Artificial, elaborado por la Oficina Ejecutiva del Presidente de Estados Unidos y el Comité de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca, estas predicciones no tienen mucho sustento. Una de las precisiones del informe indica que al menos en los próximos 20 años no habrá máquinas con una inteligencia aplicable que pueda compararse o exceder a la inteligencia humana, aunque admite que las máquinas alcanzarán un desempeño muy relevante en cada vez más tareas.


Para Arend Hintze, profesor asistente de Ciencias de la Computación, Ingeniería y Biología Interactiva en la Universidad de Michigan, el estudio elaborado por el Ejecutivo estadounidense sólo se concentra en las herramientas más populares de la Inteligencia Artificial: el aprendizaje de las máquinas y el aprendizaje profundo y deja de lado las dos características que definirán a las máquinas en el futuro: la memoria y la conciencia.

“Necesitamos hacer más que enseñarles a las máquinas a aprender. Necesitamos eliminar las barreras que definen los cuatro tipos de Inteligencia Artificial, las barreras que separan a las máquinas de nosotros y a nosotros de ellas”, explicó el profesor en un artículo publicado por el Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés).

Éstos son los cuatro tipos de Inteligencia Artificial que existen hasta el momento:





1. Máquinas reactivas 
Quizá hayas escuchado de Deep Blue, la supercomputadora fabricada por IBM que derrotó al gran maestro y campeón del mundo de ajedrez, Garri Kasparov, en 1997. Según Hintze, Deep Blue pertenece al tipo más básico de Inteligencia Artificial que existe: las máquinas reactivas. Este tipo de AI no tiene la capacidad de almacenar recuerdos ni de utilizar las experiencias del pasado para tomar decisiones.

Las máquinas reactivas perciben el mundo directamente y actúan a partir de lo que ven. Su funcionamiento no les exige la creación de un modelo del mundo. Por ejemplo, Deep Blue puede identificar las piezas en un tablero de ajedrez, hacer predicciones sobre cuáles son los posibles siguientes movimientos de su oponente y elegir las mejores respuestas, pero no sabe nada del pasado o de las experiencias que ha tenido en juegos anteriores.

Lo relevante de este tipo de IA es su habilidad para hacer la elección adecuada de entre millones de posibilidades, de acuerdo con la situación inmediata que se les plantea. Tanto Deep Blue como AlphaGo, la computadora creada por Google que ha derrotado ya a varios campeones del juego de mesa japonés Go, son máquinas que no cuentan con una concepción de un mundo más allá de las tareas específicas para las que fueron creadas. “Estas máquinas se comportarán siempre de la misma forma cuando encuentren la misma situación. Esto puede asegurar que un sistema de Inteligencia Artificial es confiable, por ejemplo, en el campo de los coches autónomos, de los que se espera sean conductores confiables”, explica el investigador.



2. Máquinas con memoria limitada
Los coches autónomos incluyen también este otro tipo de Inteligencia Artificial, con la cual pueden dar un vistazo al pasado. Esta clase de automóviles tiene la capacidad monitorear la velocidad y la dirección durante un periodo específico. Según Hintze, estos datos se añaden a la representación del mundo que ha sido cargada en la computadora, que incluye la localización de semáforos, señales de tránsito o las curvas de un camino.

Pero, como su nombre lo indica, este tipo de máquinas de Inteligencia Artificial tienen una memoria limitada. Los datos sobre los automóviles que pasan a su alrededor, en el caso de los coches autónomos, no se almacenan en una librería de información de la cual puedan aprender, como sucede con los conductores humanos que aprenden de la experiencia que han vivido detrás del volante.



3. Máquinas con una Teoría de la Mente
Las personas, los animales, las plantas y ahora, algunos objetos, tienen pensamientos y emociones que afectan directamente su comportamiento, el estudio y la conciencia de este fenómeno se conocen como Teoría de la Mente. Para Hintze, esta es la principal característica que diferencia a las máquinas que se han construido hasta ahora de las que se desarrollarán en el futuro. Se prevé que este tipo de Inteligencia Artificial no sólo contará con una concepción propia del mundo en general, sino de entidades precisas dentro de éste, como las emociones y las ideas de las que hemos hablado con anterioridad.

Según el profesor asistente de la Universidad Estatal de Michigan, este tipo de reconocimiento ha sido crucial en la formación de las sociedades humanas. “Si no entendemos las intenciones y los motivos de los demás, y si no tomamos en cuenta lo que otra persona sabe acerca de mí o del medio ambiente, trabajar juntos es una tarea mucho más complicada si no es que imposible”, explicó.

En este sentido, para que podamos observar a máquinas con Inteligencia Artificial caminando entre nosotros, éstas deben aprender a reconocer y entender las emociones y sensaciones de quienes se encuentran a su alrededor para adaptar su comportamiento a éstas.

4. Máquinas con conciencia propia
Las máquinas que son capaces de construir una representación de sí mismas serán el último paso de los sistema de Inteligencia Artificial. “Los investigadores de Inteligencia Artificial no sólo debemos saber cómo funciona la conciencia, sino que debemos construir máquinas que tengan una”, explica Hintze.

Aquellos seres con conciencia propia conocen sus estados internos y por tanto, son capaces de predecir los sentimientos de los demás. Por ejemplo, somos capaces de identificar que una persona sufre dolor cuando se ha caído, porque nosotros mismos hemos sentido dolor al caernos. De acuerdo con el profesor, aún estamos lejos de crear máquinas que tengan conciencia de su propia existencia, por lo que los esfuerzos de los investigadores deben enfocarse en comprender cómo funciona la memoria, el aprendizaje y la habilidad de tomar decisiones de acuerdo con experiencias pasadas.

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