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jueves, 6 de octubre de 2016

¿Por qué se curó del VIH el “paciente de Berlín”?

Pese a la alarma desatada en nuestros días por enfermedades como el Ébola, el dengue, la Chikungunya, entre otras y en diversas partes del mundo, lo cierto es que el virus del VIH y el consecuente SIDA, sigue siendo una de las pandemias más graves y extendidas en nuestro planeta. 

De las millones de personas que se han contagiado desde su descubrimiento, hace más de 30 años, al parecer solo una ha logrado curarse completamente del virus, el conocido mundialmente como “paciente de Berlín”. ¿Cómo logró este hombre eliminar el virus de su cuerpo? Veamos algunos detalles.

La historia del “paciente de Berlín”
En 2007, en Alemania, Timothy Ray Brown fue sometido a un tratamiento contra la leucemia que padecía, la cual le estaba destruyendo los glóbulos blancos de su sistema sanguíneo. 

El paciente, también portador del VIH, se sometió primero a una radiación que pretendía matar las células cancerosas y las células madre de la médula ósea que le daban origen, y luego recibió un trasplante de médula de un donante sano, generando así nuevas células sanguíneas.

Después del tratamiento, no solo remitió la leucemia, sino que también decayeron de forma significativa los niveles del virus en sangre hasta ser indetectables hasta el día de hoy, hace ya 7 años, tiempo en que no ha tomado antirretroviral alguno. Por esta razón, aunque con ciertas reservas, se ha considerado al “paciente de Berlín” la primera persona curada del VIH.

¿Qué teorías tiene la ciencia al respecto?

Se han barajado tres teorías fundamentales para dar explicación a este caso único y extraño. En primer lugar, se cree que fue determinante el hecho de que el paciente recibió su trasplante de un donante que era portador de una rara mutación genética conocida como delta 32, que hace que las células T-CD4, blanco principal de la infección, sean resistentes a los virus. 

Esta mutación hace que estas células inmunológicas tengan alterado un receptor llamado CCR5, lo cual impide que el virus pueda entrar en ellas.

Otra hipótesis plantea que la radiación que recibió Brown para combatir la leucemia, pudo matar a casi todas las células que contenían VIH en el comienzo del tratamiento, y una tercera opción se concentra también en el trasplante, pero en otro efecto del mismo.

Esta última estima que las nuevas células inmunes, producidas por las células de la médula ósea trasplantadas, pudieron haber atacado a las células originales del paciente, algo que se conoce como “enfermedad de injerto contra huésped”. Esto pudo haber matado cualquier reservorio del virus que sobreviviera a la radiación.

Estudios con monos en busca de respuestas

Hoy en día los científicos buscan afanosamente cuál de estas opciones es la correcta, y en ese empeño, unos científicos de la Universidad de Emory, en Atlanta, han experimentado con monos infectados con VIHS, el equivalente al VIH en estos animales, en busca de respuestas.

Los monos fueron tratados con antirretrovirales y sometidos a una radiación tal y como ocurrió con Brown, y luego se les practicó el trasplante de médula, pero esta vez con células de su propia médula ósea. La radiación mató en ellos hasta un 99% de sus células T-CD4, pero pasado un tiempo con los niveles del virus indetectable, estos volvieron a subir rápidamente.

Los resultados apoyaron la idea de que la radiación puede reducir mucho los niveles de VIH, pero no tanto como para eliminarlos. Al no curarse y haber sido trasplantados con sus propias células medulares, se refuerza la idea de que la mutación y la enfermedad del injerto fueron determinantes en la cura del “paciente de Berlín”, y en ese sentido actualmente avanzan las investigaciones que pretenden encontrar por fin una cura a esta pandemia.


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