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miércoles, 12 de marzo de 2014

La carne y el queso, tan malos como fumar

Enviado por Carlos Alberto Jimenez Gomez

El filete que tienes en tu plato, la pechuga asada o el queso en tu sandwich que estás comiendo puede ser tan mortal como un cigarrillo, según un nuevo estudio en el cual investigadores aseguran que el consumo de una dieta rica en proteínas de origen animal en la mediana edad puede causar la muerte.

El consumo de una dieta rica en proteínas se asocia con una aumento dramático en la mortalidad por cáncer. No obstante, los adultos de mediana edad comen gran cantidad de estos alimentos (carne y lácteos) y son más susceptibles a la muerte temprana. Los resultados mostraron que los amantes de las proteínas tenían 74% más de probabilidades de morir a causa de su dieta específica.

La cantidad de proteína que se debe ingerir ha sido tema de debate, sobre todo debido a la popularidad de las dietas Atknis (Dukan) y Paleo que enfatizan el consumo de estos alimentos con el fin de perder peso y mantenerlo. Este es el primer estudio que muestra una correlación entre el consumo alto de proteínas y la mortalidad. No obstante, debemos tomar en cuenta que la dieta es una cuestión individual que debe considerar cuestiones biológicas como la edad, en otras palabras, lo que es bueno para alguien puede ser perjudicial para otra persona.

La proteína es uno de los tres grupos de alimentos que debemos consumir diariamente, ésta controla la hormona de crecimiento IGF -I que ayuda a nuestro cuerpo a crecer, pero también se ha relacionado con el cáncer. Los niveles de IGF -I disminuyen dramáticamente después de los 65 años, lo que lleva a la fragilidad potencial y la pérdida de músculo.

El estudio muestra que mientras que la ingesta elevada de proteínas durante la mediana edad es muy dañina, es fundamental en los adultos mayores (personas mayores de 65 años) porque les ayuda a ser menos susceptibles de padecer enfermedades.

La investigación muestra que una dieta baja en proteínas en la mediana edad es útil para la prevención del cáncer y la mortalidad en general, a través de un proceso que implica la regulación de IGF -I y, posiblemente, los niveles de insulina. Sin embargo, también proponemos que en edades más avanzadas puede ser importante evitar una dieta baja en proteínas para permitir el mantenimiento del peso y la protección contra la fragilidad, explicó Eileen Crimmins, presidenta de Gerontología de la Universidad del Sureste de California y co-autora de la investigación.

Fundamentalmente, se encontró que las proteínas de origen vegetal, como la soya, no tienen los mismos efectos mortales que las proteínas animales. Las tasas de cáncer y muerte tampoco parecen estar afectadas los hidratos de carbono o el consumo de grasa, lo que sugiere que la proteína animal es la principal culpable.

La mayoría de los estadounidenses están comiendo unas dos veces más proteínas de las que deberían, y lo mejor sería reducir la ingesta diaria de todas las proteínas, especialmente las de origen animal”, señaló Valter Longo, autor principal de la investigación.

Estos hallazgos apoyan las recomendaciones de consumir alrededor de 0.8 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal cada día en la mediana edad. Por ejemplo, una persona de 59 kilos debe comer alrededor de 45 a 50 gramos de proteína al día, preferentemente derivados de plantas, tales como legumbres.

Una dieta rica en proteínas se deriva de al menos 20% del consumo total de calorías provenientes de las proteínas, tanto animales como vegetales. Mientras que una “dieta moderada de proteínas” incluye entre 10 y 19% y una dieta baja en proteínas incluye un porcentaje inferior a 10%. Sin embargo, los científicos señalan que las cantidades moderadas de proteína tuvieron efectos perjudiciales en la mediana edad. En los 6,318 adultos mayores de 50 años de edad, la ingesta media de proteínas fue alrededor de 16 % del total de calorías diarias, con cerca de dos tercios de la proteína animal. Estas personas tuvieron tres veces más probabilidades de morir de cáncer que los que consumieron una dieta baja en proteínas en la mediana edad, según el estudio. En general, la disminución de la ingesta de proteínas de niveles moderados a bajos reduce la probabilidad de muerte prematura en 21%

Realizando análisis en roedores, los investigadores también ampliaron sus hallazgos sobre las dietas altas en proteínas y el riesgo de mortalidad. En un estudio de los tipos de tumor y la progresión, se halló menor incidencia de cáncer y el tamaño del tumor promedio encontrado fue 45% más pequeño entre los ratones en una dieta baja en proteínas que aquellos con una dieta alta en proteínas.

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